Gobierno de España

Rajoy no altera la agenda

Sostendrá todos sus peones más comprometidos por la polémica por Lezo. Génova reconoce que Ciudadanos es un problema y que tienen que ser más eficaces en combatir su discurso.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, durante el encuentro bilateral que ha mantenido con el presidente de China, Xi Jinping.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, durante el encuentro bilateral que ha mantenido con el presidente de China, Xi Jinping.larazon

Sostendrá todos sus peones más comprometidos por la polémica por Lezo. Génova reconoce que Ciudadanos es un problema y que tienen que ser más eficaces en combatir su discurso.

Normalidad. Ésta es la consigna con la que Mariano Rajoy y la dirección del PP han decidido responder a la Operación Lezo, a la creciente preocupación interna por las continuas filtraciones de delicadas grabaciones que alimentan polémicas sombras y a la también creciente ofensiva de la oposición para sacar partido de sus problemas. El presidente del Gobierno sigue con su agenda internacional y con su discurso en clave económica. En el ámbito doméstico la situación no es cómoda, y así se visualizó en la sesión de control del pasado miércoles en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, en la política exterior se encuentra en su «mejor momento» desde que llegó a la Presidencia del Gobierno, explican en su entorno. «España ya no es un problema en el ámbito internacional y a Rajoy le gusta que se le reconozcan los méritos y que incluso se le dé el cariño que echa en falta en casa», como comenta uno de sus colaboradores.

En el PP han entrado las prisas. Plantean que hay que tener más presencia, combatir con más energía el desgaste por la corrupción o intentar marcar otros temas en la agenda. Pero ese nerviosismo no se siente en Moncloa. Gobierno y partido comparten preocupación por la situación y por cómo puede evolucionar en las próximas semanas, cuando el Congreso empiece a calentar el ambiente con las comisiones de investigación sobre la financiación del PP y sobre el funcionamiento de las cajas. Ahora bien, por la información que maneja, Rajoy está dispuesto a aguantar a todos sus «peones», incluso a los más señalados. «Aquí no hay previsto ofrecer ninguna pieza en sacrificio», sostienen, cuando se pregunta por la presión contra el fiscal Anticorrupción o contra el secretario de Estado de Seguridad. «¿Y si hay más grabaciones que abran nuevos frentes contra ellos?». «No contamos con ellas», advierten. Esta seguridad no se percibe en las filas populares, pero la ventaja que tiene Rajoy es que por muy nerviosos que se pongan los suyos, nadie le va a contestar la estrategia y no hay elecciones a corto plazo.

Con el PSOE Rajoy no cuenta. Gane quien gane las primarias. Pero el lío socialista le viene bien, aunque lo que ocupa y preocupa a los populares es Ciudadanos (Cs). El último CIS les ha confirmado que la corrupción puede seguir desgastándoles, y que la previsión de que Albert Rivera iba a quedarse sin discurso ni posición política, «en tierra de nadie», como decían, puede esta equivocada si el PP tiene que seguir combatiendo contra sus casos de corrupción. Rivera es el socio, pero también el problema y, por tanto, objetivo prioritario de la estrategia de los populares. «Él sigue yendo a por Rajoy y tenemos que ser más espabilados en las respuestas a su pancarta regeneracionista. Es solo marketing, no es la solución para la corrupción, pero sigue llegando a la opinión pública y nos sigue arrinconando como el partido de la corrupción», admiten en las filas populares.

El acuerdo de investidura, las «trampas» innegociables, como dicen ahora en Génova, van a seguir jugando en contra del PP. Ciudadanos les va a obligar a retratarse con los aforamientos y también con la limitación de mandatos, y por muy bien que lo explique el PP, la opinión pública conecta mayoritariamente con estas demandas aunque «no solucionen los problemas de fondo», como se justifican en Génova. Su consuelo es que el camino es largo y que el «bache» de la «Operación Lezo» acabará pasando. «Tenemos nuestras cartas guardadas. Pero no hay que precipitarse y hay que saber guardar los tiempos. Quien piense que esto derriba a un Gobierno, por muy en minoría que esté, se equivoca», asegura el discurso de Moncloa. En el partido no hablan de derribo, pero sí de que el desgaste sigue estando ahí.