El desafío independentista
Rajoy se planta ante Mas por no recular y «diluir» la consulta
El Gobierno esperaba que el número uno de la Generalitat reculase y «diluyera» la consulta. El presidente pide «un gesto de grandeza» y que se rectifique en la convocatoria del referéndum
El Gobierno esperaba que el número uno de la Generalitat reculase y «diluyera» la consulta. El presidente pide «un gesto de grandeza» y que se rectifique en la convocatoria del referéndum
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, endureció ayer las formas sin modificar el fondo de su discurso en relación al desafío independentista del presidente de la Generalitat, Artur Mas. Desde Kazajistán Rajoy valoró el Debate de Política General que la pasada semana se celebró en el Parlamento catalán y la decisión de Mas de seguir jugando con el órdago de la convocatoria de una consulta independentista. El Parlament ha avalado la determinación del líder nacionalista, auspiciada por ERC, de llevar al Congreso la consulta sobre la autodeterminación.
¿A qué se debe el cambio de paso? En el entorno del presidente apuntan a que Mas está defraudando las expectativas que ha generado en sus conversaciones privadas. La última entrevista con Rajoy fue en agosto. Pero hay otros canales de diálogo abiertos. De esta negociación privada el Gobierno llegó a la conclusión de que Mas estaba dispuesto a rectificar y a ir diluyendo la consulta. Y, en consecuencia, que lo que necesitaba era que se le facilitase una salida política y económica, que Rajoy le ha ofrecido y está dispuesto a darle. Pero también exige gestos por la otra parte y la Diada, el Debate de Política General y las últimas declaraciones de Mas han sido un jarro de agua fría sobre la hipótesis de que el líder de CiU estaba buscando una manera de revisar sus «errores». Ante esto, el Gobierno , necesitado también de explicarse ante la opinión pública, mantiene la mano tendida a Cataluña y a los catalanes, pero ha decidido endurecer su presión sobre Mas. Dicen en Moncloa que tal y como van las cosas, parece que habrá que esperar a que las elecciones europeas «pongan en su sitio a CiU». Mientras, el Gobierno tira de la cuerda con mensajes políticos y financieros.
En rueda de prensa, Rajoy se ajustó a la línea argumental con la que está lidiando el desafío de Mas, pero a diferencia de otras ocasiones, esta vez el presidente no esquivó el cuerpo a cuerpo sino que lo buscó intencionadamente.
Sin perder, eso sí, el perfil moderado y el rostro amable que ha cultivado en esta Legislatura, en una estrategia que dicen en su entorno que tiene como objetivo ganarse el apoyo de los catalanes críticos con la deriva soberanista y radical de su Gobierno. En cualquier caso, desde la última entrevista privada que mantuvieron, Rajoy había evitado encararse con Mas, ajustándose cada vez que se le ha preguntado al discurso de que el Gobierno hará cumplir la ley y la Constitución.
Ayer demandó a Mas «gestos de grandeza» y que reflexione bien sobre las consecuencias de las decisiones que propugna, informa Efe. «Que se estudien bien las consecuencias porque creo que se han dado muchos pasos equivocados, pero que aún se está a tiempo de tener gestos de grandeza», defendió. Rajoy apeló también al interés de los catalanes y a la necesidad de que los gobernantes tengan altura de miras y actúen valorando a dónde llevan determinadas «políticas equivocadas». Rajoy llegó a demandar a Mas que «dé una vuelta y la contraria» a su posición porque generar inestabilidad e incertidumbre no es bueno para nadie. «Probablemente alguien debería hacer una reflexión, como la de ver los resultados de las decisiones que ha tomado a lo largo del último año y medio», insistió. Y puso su modo de actuar como ejemplo a seguir por parte de Mas. No se citó a sí mismo expresamente, aunque entre líneas quedó claro a quién se refería cuando aludió al hecho de que veces se cuestiona su manera de gobernar y su lentitud a la hora de tomar decisiones. Pero, a su juicio, esto es signo de prudencia.
El Gobierno sigue ajustando su reacción a la defensa del principio de legalidad y de la Constitución. Y sostiene que si Mas tirara hacia adelante con la consulta ilegal, serían los tribunales los que la paralizarían. En el caso de que el Parlamento catalán remitiese al Congreso un proyecto de ley de reforma de la Carta Magna, en aras de su referéndum independentista, en Moncloa explican que ese proyecto sería tumbado en la Cámara Baja con los votos de los dos principales partidos.
«El PSOE está aquí y allí, pero Ferraz sabe que apoyar esa iniciativa en las Cortes sería su tumba en el conjunto del territorio. Y tampoco en Cataluña es que le esté dando réditos positivos. Basta con que miren sus últimos resultados electorales», argumentan en el Gabinete de Rajoy. Este discurso oficial es compatible con que en el seno del Gobierno estén preocupados y sean conscientes del problema social que alimenta la política de Mas y ERC.
No internacional a la consulta ilegal
Tanto jugando fuera como en casa, al presidente de la Generalitat le está costando encontrar la complicidad de mandatarios extranjeros a su proyecto soberanista. En su segundo viaje a Bruselas, en menos de medio año, Artur Mas no ha despachado ni con el presidente permanente del Consejo, Herman van Rompuy, ni con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que hace apenas dos semanas reiteró que un territorio escindido de un país miembro de la Unión Europea dejaría de permanecer automáticamente a las instituciones comunitarias. Mas tampoco ha logrado el apoyo de los mandatarios europeos que han visitado el Palau de la Generalitat. En un encuentro para cerrar un acuerdo con la aerolínea Vueling y promover el turismo entre Gales y Cataluña, el pasado mes de marzo, el primer ministro galés, Carwyn Jones, se desmarcó de su homólogo escocés, Alex Salmond y defendió la alianza de Gales con Reino Unido. También rechazó la independencia de Cataluña, aunque señaló que la consulta es un negocio de España en el que no deberían inmiscuirse líderes extranjeros. En este principio, está de acuerdo con el primer ministro escocés, que cuando se le pregunta por el proceso catalán siempre alega que es diferente a Escocia, con la intención de no perjudicar al referéndum que Reino Unido celebrará el 18 de septiembre del próximo año. Quien tampoco apoya la independencia de Cataluña es Kris Peeters, el presidente flamenco. El primer ministro de Flandes –una región nacionalista–, que se presenta a las elecciones belgas de 2014, en las que aspira a convertirse en primer ministro del país, no quiere ser mezclado con el proceso independentista de Mas para que su carrera política no se vea perjudicada.
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