Opinión

Un rito irrepetible

Felipe VI está acompañando a Leonor en su adiestramiento. Quiere que reciba una formación superior a la que él mismo adquirió

Jura de bandera del rey Felipe VI
Jura de bandera del rey Felipe VIGTRES

E l 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal de Cataluña, Felipe VI se dirigió por televisión a los españoles para condenar la intentona de forma clara y contundente. Pocos días después, el 12, durante la recepción de la Fiesta Nacional, justificó la firmeza de su actuación remachando: «Yo he jurado bandera dos veces». La primera la protagonizó el 11 de octubre en 1985, como cadete de la Academia General de Zaragoza. Tenía entonces 17 años. La segunda fue en 2014, una rejura, en la Academia del Aire de San Javier (Murcia). Y ahora, este sábado, el Rey volvió a jurar bandera en Zaragoza, junto a más de 200 compañeros de la 44 promoción del Ejército de Tierra, con motivo de su 40 aniversario. El acto ha tenido una novedad difícilmente repetible: la presencia de su hija y Heredera en el patio de armas, en formación con el resto de alumnos-cadetes. Leonor, que juró allí por vez primera, será testigo privilegiado de la renovación del compromiso con la bandera, con España, por parte de su padre y, a la vez, máximo jefe, mando supremo de las fuerzas armadas.

Como rey y como padre, Felipe VI está acompañando de cerca el proceso de formación castrense de su hija. Será la tercera vez que coincidan en un acto en la Academia de Zaragoza. En julio de 2023, Leonor acompañó a sus padres en la entrega de despachos a los nuevos tenientes. En agosto, se produjo su incorporación al centro. Y el 7 de octubre juró bandera. Un momento que presidió un emocionado Felipe VI.

«Habéis jurado o prometido cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España… No hay un compromiso de entrega mayor», dijo a los cadetes. A su hija, le trasladó: «Sé que siempre tendrás presente que tu responsabilidad, en cualquier circunstancia y en todo momento, es servir a España con toda tu energía y determinación, con verdadera pasión». El mismo lugar, el mismo acto, el mismo juramento, la misma bandera, la que en 1886 entregó la reina María Cristina, viuda de Alfonso XII. Y el mismo compromiso: dar, si fuera preciso, la vida por España.

Leonor abandonará la capital maña el 15 de julio, y un mes después ingresará en la Academia de la Armada en Marínpara continu ar su instrucción militar , que finalizará en la Academia del Aire, en San Javier. El Rey quiere que su hija reciba una formación y entrenamiento castrense superior a lo que él mismo adquirió cuando pasó por las academias. Desea que, al cabo de esos tres años, alcance un mayor conocimiento militar y destrezas de las que él mismo consiguió. Dentro de ese objetivo figura el plan, todavía no concretado del todo, de que Leonor culmine su preparación participando en una misión internacional, como ocurre con la práctica totalidad de los miembros de los ejércitos y muy posiblemente harán sus compañeros de las academias. Actualmente, las Fuerzas Armadas están presentes en 17 misiones en el exterior, con hasta 3.000 desplegados. Tratándose de la Heredera, el principal desafío, a la hora de programar su presencia en una misión en el extranjero, es garantizar la seguridad. Un estudio sobre los despliegues que protagoniza España sitúa como posibilidad más probable la misión en Líbano, una de las más antiguas y más emblemáticas porque en más de una ocasión ha tenido el mando en aquel despliegue. Y, además, opera bajo bandera de la ONU. En ese caso, Leonor se integraría como un casco azul más de la ONU en la base Miguel de Cervantes, en Marjayún. Una base de gran tamaño, bien protegida, a la vez que respetada por los actores en conflicto: Israel y las milicias de Hezbolá.