Crisis en el PSOE
Sánchez «dará la batalla en las primarias»
Su entorno asegura que su salida le refuerza, porque le evita el desgaste de la abstención y de la repetición electoral.
Su entorno asegura que su salida le refuerza, porque le evita el desgaste de la abstención y de la repetición electoral.
La historia de Pedro Sánchez no ha llegado a su fin. Al menos así lo aseguran fuentes de su entorno que, en conversación con LA RAZÓN, se limitan a colgar el cartel de «Continuará...» junto al capítulo de su dimisión. El ya ex líder del PSOE «está tranquilo, con la sensación del deber cumplido y la serenidad de poder mirar a la militancia de frente». Su salida, según estas mismas fuentes, «se veía venir» y, por ello, se hizo de forma «controlada», evitando que prosperase la moción de censura que los críticos habían promovido contra él. Las bases, en las que el dirigente socialista se ha apoyado desde el germen mismo de su mandato –no en vano fue el primer secretario general del partido elegido por los afiliados– serán nuevamente fundamentales para su resurgir orgánico, ya que –según sus planes– constituirán el pilar sobre el que edificará su futuro intento de recuperar las riendas de Ferraz.
Desde su entorno ya se perfila la estrategia para la remontada y comienza a articularse el relato, con el que de un tiempo a esta parte se ganan las batallas en política. «Pedro sale reforzado de esta situación. Se ha marchado de forma voluntaria, víctima de una maniobra por negarse a facilitar un gobierno del PP», defienden desde su círculo más cercano. Desde esta posición de relativa fortaleza, Sánchez «dará la batalla por las primarias. No se va a quedar en su casa», aseguran con rotundidad. El ex líder socialista sabe que el discurso defendido durante los últimos meses, el «no es no» a Rajoy, le ha permitido ganar popularidad entre el sector más izquierdista de la militancia, en el que ha calado profundamente el convencimiento de que no se puede permitir otra legislatura del PP. Además, la salida del ex secretario general en un momento tan trascendental para la gobernabilidad, le evitaría el desgaste de tener que asumir como propios escenarios tan endiablados como la abstención a Rajoy o una eventual repetición electoral. Sin estas controvertidas decisiones en su hoja de servicio, Sánchez podrá someterse a las primarias como el adalid de un proyecto alternativo a la derecha, frente a quienes, a través de la gestora, puedan permitir un Ejecutivo popular.
Desde su entorno se esbozan con milimétrico diagnóstico las encrucijadas que el ex líder burla con su dimisión y que le hubieran desacreditado en un futuro congreso. Lo hacen con tanto convencimiento que pudiera parecer que su dimisión obedece a un acto premeditado y no como resultado de haber perdido la legitimidad ante su partido. En un primer momento, evitaría el complicado pacto con las fuerzas independentistas para forjar un Gobierno alternativo o, en su caso, asumir el fracaso de no poder llegar a materializarlo por segunda vez. En esta tesitura, Sánchez tendría que acudir a una tercera convocatoria electoral, de nuevo como candidato y también señalado como responsable de la cita con las urnas. De producirse unas nuevas generales, el PSOE –con toda seguridad– volvería registrar un mal resultado, que de nuevo sería achacado al frágil liderazgo de su secretario general. Sin embargo, aunque el ex líder socialista evita con su salida de la dirección del partido varias amenazas también pierde el control orgánico de la formación, un hecho clave para medirse y pilotar un proceso de primarias con mayores garantías de éxito. «Veremos si se celebran y cuándo las convocan», comentan desde su antiguo equipo, conscientes de que el tiempo juega en contra de la capacidad de movilización interna de Sánchez.
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