
Inversión histórica
Sánchez se queda solo con el gasto militar
El Gobierno aprueba una inyección de 10.471 millones de euros, con un 18,7% para armas, y lo hace sin pasar por el Congreso, sin el aval de sus socios y sin Presupuestos

Pedro Sánchez transita por un carril propio y está decidido a seguir así toda la legislatura. Sorteando las obligaciones constitucionales, su objetivo es llegar a 2027 sin importar lo que se interponga en el camino. Una nueva prueba de esta unilateralidad es la decisión de cumplir con el objetivo del 2% del PIB en gasto militar este año. La decisión se vehicula a través del Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa y supone una inyección de recursos histórica: el Gobierno afrontará en nueve meses una inversión en Defensa superior a la que ha acometido en los últimos siete años.
Y lo hará sin tener unos Presupuestos para 2025 en vigor ni la expectativa de aprobarlos en el futuro. Sánchez avanza en este asunto en absoluta soledad, sin el concurso del Parlamento ni de sus socios, dentro y fuera del Gobierno, a quienes se informará en una comparecencia monográfica del presidente en la Cámara a principios de este mes de mayo, pero sin capacidad alguna de decisión. El gasto en Defensa ha abierto una nueva grieta en la coalición y vuelve a situar a Sumar como convidado de piedra para mantenerse en el poder.
El refuerzo de las capacidades en Defensa nunca ha sido una prioridad para el Ejecutivo actual. Así lo reconoce el propio Sánchez, revolviéndose contra sus propias contradicciones y aferrándose al contexto geopolítico actual para justificar haber pasado de asegurar que «no está escrito en ningún manual que la paz y la seguridad se consigan reforzando arsenales» a inyectar 10.471 millones de euros para este fin.
El presidente del Gobierno compareció ayer desde La Moncloa para dar la máxima solemnidad al anuncio de que España cumplirá este año con el 2% de gasto militar comprometido con la OTAN, esto es, se alcanzarán los 33.123 millones de euros. En apenas unas semanas el Ejecutivo ha pasado de asegurar que pelearía por «acelerar» la inversión –desmintiendo, incluso a Mark Rutte, secretario general de la OTAN, que avanzó que España cumpliría «antes del verano»–, a culminar los objetivos establecidos en unos meses. A día de hoy, España se ubica en un 1,4% de gasto respecto al PIB. El Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa aprobado ayer en el Consejo de Ministros, se remitirá hoy a Bruselas para su valoración por la OTAN y la Comisión Europea.
Sánchez detalló mínimamente el origen de una movilización tan potente de recursos, que se hará a través de remanentes de otras partidas, esto es, ingeniería presupuestaria; con Fondos Next Generation, dirigidos a la ciberseguridad y gracias al ahorro generado por el déficit. Con este encaje de piezas y todavía por saber si España podrá beneficiarse de la financiación europea, el presidente se reafirmó en su determinación de que la inversión no pase por el Congreso de los Diputados.
Sánchez se escuda en que al tratarse de una «reasignación presupuestaria», «desde el punto de vista legal» no requiere el aval parlamentario, porque no supone un esfuerzo añadido en gasto o para las empresas que deba ser avalado por el resto de los grupos de la Cámara. El Gobierno no quiere someterse al trágala de las Cortes porque esta cuestión rompe el tradicional eje izquierda-derecha y le obligaría a recurrir al PP para su aprobación, dejando de lado a sus socios, y sin tener asegurado el apoyo del principal partido de la oposición.
El presidente asume las diferencias que existen con sus socios en esta cuestión, unas diferencias que trascienden al Congreso y llegan al mismo Consejo de Ministros, donde Sumar presentó ayer «observaciones» a lo que consideran un «exorbitado» gasto en Defensa. Pidieron incluso la retirada del plan del orden del día de la reunión del Gabinete. Fuentes gubernamentales, no obstante, rebajan el conflicto, aseguran que se trata de una cuestión de «matices» y circunscriben el desacuerdo al 19% del gasto en armamento.
Durante la comparecencia, Sánchez llamó a todas las fuerzas a «arrimar el hombro» porque la ciudadanía «no quiere controversias estériles o interesadas» y reivindicó que «el Gobierno está unido detrás de este plan, con algunos matices». Al tiempo, volvió a desplegar la pedagogía, asegurando que la inyección en Defensa se llevará a cabo «sin tocar ni un céntimo de euro del Estado del bienestar», sin comprometer el gasto social o medioambiental, sin subir los impuestos y sin incrementar el déficit o el endeudamiento.
El plan cuenta con cinco pilares en torno a los que se distribuye la inversión. El 35% (3.712 millones de euros) irá destinado a la mejora de las condiciones laborales de la tropa y la marinería, sus condiciones de preparación y el equipamiento de las Fuerzas Armadas. El 31% (3.260 millones de euros) se enfocarán en elaborar, fabricar y adquirir nuevos sistemas de telecomunicaciones y de seguridad. El 19% (1.962 millones de euros) se invertirán en la fabricación y adquisición de equipos de defensa y disuasión.
Esta es la partida más controvertida, la dirigida específicamente a armamento, y por ello Sánchez se vio obligado a realizar un esfuerzo añadido de explicación. «Lo hacemos no para atacar a nadie, sino para disuadir a aquellos que estén pensando en atacarnos a nosotros o a Europa». El plan se completa con un 17% (1.750 millones de euros) para el apoyo a la gestión de emergencias y desastres naturales y un montante final del 3% (328 millones de euros) dirigido a las misiones de paz en el exterior.
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