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Sánchez desafía a Estados Unidos al presentar a China como socio estratégico de la Unión Europea

El presidente del Gobierno asegura que nuestro país "siempre trabajará para favorecer unas relaciones sólidas y equilibradas" entre el país asiático y los 27

En un escenario crítico marcado por la feroz competencia comercial entre las dos mayores economías mundiales, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se reunió este viernes en Pekín con Xi Jinping, tratando de no incomodar a Estados Unidos y de reconfigurar la percepción de sus relaciones al apuntar que “España es un país profundamente europeísta que considera a China un socio estratégico en el ámbito de la Unión Europea (UE)" .Sin embargo, esta afirmación, aunque diplomática, de momento carece del peso necesario para alterar un desequilibrio comercial que se cierne sobre las relaciones bilaterales. Este tercer encuentro en poco más de dos años revela más que un simple intercambio de cortesías; supone una arriesgada apuesta de España por marcar presencia en un escenario global donde las hostilidades y los intereses estratégicos están desbordando antiguas alianzas.

«España siempre trabajará para favorecer unas relaciones recíprocas, sólidas y equilibradas entre China y la UE (…). Una Europa fuerte contribuye también a la estabilidad y a la prosperidad mundial», dijo el gobernante español, que es el primer líder europeo que visita el gigante asiático después de que Washington anunciara paralizar por 90 días sus aranceles “recíprocos”.

"La política exterior de España se erige sobre el principio del multilateralismo y promueve un comercio inclusivo, sin dirigirse contra nadie”. Sánchez subrayó su compromiso de reforzar las relaciones comerciales y de inversión con China, fundamentadas en “el equilibrio, la reciprocidad y condiciones de competencia transparentes”. En este contexto, reconoció los desafíos que permanecen en el horizonte, y enfatizó la necesidad de “limar diferencias, que las hay”. Además, reiteró que 'siempre hemos apostado por la apertura comercial'. Por ello, destacó la firmade cuatro acuerdos de cooperación, dos en el ámbito de la ciencia, innovación, tecnología; uno en materia educativa y otro para impulsar la producción cinematográfica.

Este año marca el XX aniversario de la asociación estratégica integral entre España y China, un hito que subraya el potencial para el fortalecimiento de los lazos bilaterales. En este contexto, Sánchez ha declarado el establecimiento de un “nuevo impulso” en la relación, orientado a desarrollar vínculos que sean “equilibrados y mutuamente beneficiosos”, mientras busca promover la idea de que Pekín es un aliado más sólido y confiable para Europa que Washington.

Durante el encuentro celebrado en las instalaciones protocolarias de la Casa de Huéspedes de Diaoyutai, en lugar del Gran Palacio del Pueblo, debido a que Sánchez no ostenta el título de jefe de Estado, Xi sostuvo que 'ante la evolución de los cambios globales, sólo la colaboración entre países puede promover la paz y la estabilidad' para “resistir conjuntamente el acoso unilateral”.

«No hay vencedores en la contienda arancelaria y oponerse al mundo acaba provocando el autoaislamiento», declaró Xi, según la estatal Xinhua. «Durante más de siete décadas, el crecimiento chino se ha alimentado de la autosuficiencia y el trabajo duro, sin depender nunca de favores de otros y sin retroceder ante una supresión irrazonable. No importa cómo cambie el entorno exterior, China mantendrá su determinación y concentración, dedicándose a gestionar sus propios asuntos con eficacia.»

Xi enfatizó que están dispuestos a establecer una “asociación estratégica integral con España para mejorar el bienestar mutuo, fortalecer las relaciones con Europa, y contribuir a la paz y el desarrollo globales”. Subrayó que “cuanto más turbulenta y cambiante sea la situación internacional, más crucial será mantener relaciones sólidas”.

No obstante, analistas apuntan a que Sánchez se ha lanzado a la boca del lobo, atrapado entre dos colosos. Por un lado la Casa Blanca, que lanza advertencias y aranceles como balas; por el otro, una China seductora que aplaude y abraza su acercamiento, y que ofrece oportunidades a la vez que riesgos.

Con todo, el líder socialista ha trazado un plan audaz durante su gira por el sudeste asiático, con el claro objetivo de una apertura comercial y de incrementar las ventas de las empresas españolas en un tentador mercado en auge. En Vietnam, su primera parada, la firma de un protocolo con el gobierno local para habilitar créditos por 305 millones de euros marca un intento decisivo por enganchar a las firmas españolas en un contexto que se presenta como una oportunidad dorada. Este mecanismo busca estimular las inversiones ahí y deja en evidencia la intención de establecer una "relación estratégica integral" que podría redefinir su posición en la región.

Sin embargo, la situación se torna crítica cuando miramos hacia China, donde la balanza comercial se inclina de manera alarmante en contra de España. Las cifras de 2024 son contundentes: las importaciones desde el gigante asiático ascendieron a 45.000 millones de euros, mientras que las exportaciones españolas apenas alcanzaron los 7.400 millones. Esta disparidad no es solo un detalle, es un reflejo de un déficit comercial insostenible que pone en jaque la competitividad de las instituciones españolas y señala un urgentisimo llamado de atención para replantear estrategias comerciales.

El gigante asiático ha emergido como un socio comercial inestimable, por su envergadura y por su profundo impacto en sectores estratégicos vitales para la economía española, como el aceite de oliva o la carne de cerdo. En este marco, áreas de crecimiento como la automoción y la movilidad sostenible, el turismo cultural, y la digitalización presentan oportunidades que pueden transformar esta cooperación en sinergias productivas.

Ya en 2009, el entonces Premier chino Wen Jiabao describió a España como "el más leal aliado de China en Europa". Este reconocimiento no es fortuito; tras la masacre de las protestas en la plaza de Tiananmen en 1989, España se destacó al convertirse en el primer Estado miembro de la UE en enviar un ministro de Asuntos Exteriores a Pekín. Posteriormente, el país mostró su disposición a levantar el embargo de armas impuesto por la UE a China. Durante el periodo de crisis financiera y económica entre 2008 y 2010, que impactó a España con particular severidad, la nación asiática realizó adquisiciones significativas de deuda española, representando aproximadamente el 12% de la misma en manos extranjeras en ese periodo. Este apoyo consolidó a China como el segundo mayor acreedor internacional de España, reflejando la interdependencia económica y un entendimiento diplomático que se ha forjado a lo largo de los años.

Entretanto, el mismo viernes se dio a conocer que los líderes del bloque europeo están en vías de concretar un viaje a Pekín para llevar a cabo una cumbre con el presidente chino a finales de julio, según reportó el viernes el diario hongkonés South China Morning Post. Este encuentro, la segunda cumbre UE-China consecutiva en la capital china, plantea interrogantes, ya que, por norma, el lugar de estas reuniones es rotatorio. Sin embargo, la reticencia de Xi a desplazarse hasta Bruselas ha obligado a los altos mandatarios europeos, como el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, a aceptar la necesidad de viajar a Pekín si desean establecer un diálogo directo con el estadista chino. Aunque aún no ha sido fijada una fecha, la disposición de los europeos para emprender esta misión revela un compromiso por revitalizar las redes.

La estrategia de la Comisión Europea, que ostenta competencias exclusivas en la negociación de acuerdos comerciales y en la imposición de aranceles, se articula en torno a una dualidad contemplativa: por un lado, busca afianzar el diálogo con Washington; por el otro, se muestra abierta a la exploración de nuevas alianzas comerciales en el panorama global emergente. En este sentido, el bloque comunitario ha orientado su mirada hacia el continente asiático, considerando las crecientes potencias como India, Corea del Sur, Japón y el gigante económico. Este interés no es meramente circunstancial, se inscribe dentro de una estrategia más amplia destinada a diversificar sus relaciones y a mitigar los riesgos de dependencia de un solo socio.

Coincidiendo con el 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con China, es imperativo que Europa coordine sus posiciones frente al desafío que representa la política comercial Trump. No solo para prevenir que sus tensiones con Washington se intensifiquen, sino también para evitar que un conflicto por separado con Pekín complique aún más el panorama. A pesar de las crecientes fricciones, especialmente en torno a sectores como el de los vehículos eléctricos o los productos lácteos, es fundamental reconocer que la UE continúa siendo el segundo socio comercial de China, sólo detrás de la ASEAN. En la última década, los intercambios comerciales han mostrado una tendencia al alza. Según datos de la Administración General de Aduanas, el comercio entre los bloques creció un 1,6 % en 2024, lo que subraya que la interdependencia económica sigue siendo fuerte, incluso en medio de las confrontaciones.