Relevo en el PP
La comida de la gaviota al cóndor
Los comensales del Jai-Alai insistían en que la cita no era una «ranking contra nadie» mientras degustaban un gazpacho. Los «sorayos», pizza en mano, contraatacaban: «También tiene ministros»
Los comensales del Jai-Alai insistían en que la cita no era una «ranking contra nadie» mientras degustaban un gazpacho. Los «sorayos», pizza en mano, contraatacaban: «También tiene ministros»
- Expectación y división de opiniones ante el discurso de Mariano Rajoy. A escasas horas de la apertura del Congreso, juego sucio, rumores y muchos nervios, mientras los «sorayos» y «pablistas» utilizan la figura del todavía presidente del PP. «Si defiende su legado, será un claro apoyo a Soraya», dicen los próximos a la ex vicepresidenta del gobierno. Lo mismo vale para el otro bando, dado que Casado tiene entre sus apoyos un puñado de ex ministros con Rajoy. Lo cierto es que muchos de ellos niegan que hayan recibido presiones del presidente para celebrar esas dos comidas finales que escenifican los dos grupos contrincantes. Pero también es certero que el legado de Rajoy, como bien dice un ex ministro «llevando el ascua a su sardina», fractura un cónclave ya en recta final sin posibilidad de una lista unitaria. Fuentes del entorno de Rajoy sí reconocen su malestar por esta imagen de división y, sobre todo, por la actitud del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo que, lejos de aminorarla, la ha alentado. «Ha sido bastante cobarde», opinan voces muy críticas contra el líder popular de Galicia. Estaban algunos de los esperados, pero no todos. De los ministros destacados deRajoy, un gran deseado, Alberto Ruiz- Gallardón, declinó a última hora la oferta, y otros, muy emblemáticos, alegando cuestiones de agenda personal, tampoco lo hicieron. «Esto no es un ranking contra nadie», decía el ex titular de Justicia, Rafael Catalá, muy retrasado a la cita en su AVE desde Málaga a Madrid. Si algo querían dejar claro estos comensales «pablistas» era su apoyo al candidato Casado, pero sobre todo, su clara negativa a derribar, o en su caso, combatir, a la aspirante Soraya. «También tiene ministros sin necesidad de comida», decían con sorna en la candidatura de la ex vicepresidenta, cautelosos por lo que este fin de semana pueda pasar. La verdad, puestos a medir el ranking de ministros, véase defenestrados del antiguo G-8 como Soria o García Margallo, la palma se la lleva Santamaría. Pero al margen del resultado final, que ya se verá, la comida tuvo guasa y anécdotas varias. La broma albergó su centro en los emblemas del PP, por cierto, recordando la tradicional gaviota azul del partido en tiempos de Aznar. «De la gaviota al cóndor», soltó uno de los comensales mientras sorbía un frío gazpacho que le devolvió tres veces al camarero de turno por quejarse de demasiado pepino. «Esto repite» dijo alegando su estómago. No hay nada como una comida de relajo, una horas de descanso, para intentar un refrigerio adecuado. Casado estaba ya agotado, Montserrat optimista, Zoido mira hacia Andalucía, por si Javier Arenas vuelve a ganar, y la cosa se le complica. El símil de las aves era bien comparable a la otra comida, la de los «sorayos», en la misma sede de Génova con una modesta pizza y alguna «focaccia». Hete ahí otros ex ministros como Fátima, Nadal, Alonso o Cristóbal Montoro. Aunque nadie se lo crea, lo cierto es que las viandas dieron para mucho y las conversaciones también. Mientras en la comida de los «pablistas» triunfó el gazpacho y el jamón, hablando de los estudios en el extranjero de los hijos de algunos de ellos, en el ágape de los «sorayos» hablaron de la salvaje subida de impuestos de Sánchez. «Es lo que quiere oír nuestra militancia», esgrimía sin descanso la ex titular de Empleo, Fátima Báñez, sabedora ella de la sensibilidad trabajadora. Y para postre, en ambos bandos, una duda: la cosa está reñida, áspera, difícil, apretada. Hubo un día en que la gaviota voló alto con mayoría absoluta. Ahora, el cóndor, ya veremos ante qué escarpada cordillera. Unos y otros se acusan de juego sucio, y sacar a la luz caras antiguas que, con mayor o menor suerte, pueden oscilar el voto. En lo que sí hubo consenso en estas comiditas de marras es en que un líder en potencia, Alberto Núñez Feijóo, ha practicado un cierto «galleguismo cobarde». Es decir, que debió mojarse antes y mejor, sin escudarse en sus cargos regionales. «El que llega tarde, llega mal», dicen en el entorno del incombustible Javier Arenas, a la espera de los resultados. Y si de algo sirve la última anécdota, dos de los fieles en las candidaturas de Pablo y Soraya coincidieron anoche en un evento familiar en un club deportivo de Madrid. La tregua, hasta hoy mismo por la mañana.
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