Opinión
El Ser y la Nada
Saber qué pensaba Sánchez cuando creía que solo le estaba leyendo Ábalos no va a ser nada como aparezcan conversaciones con verdaderas implicaciones judiciales
Andan los españoles preocupados por cosas tan prosaicas como si volverán a quedarse sin luz o si el tren les dejará tirados en medio de la nada y precisamente la nada fue uno de los objetos de estudio en la sesión de control al Gobierno. Sus señorías podrían haber acudido a la famosa novela de Carmen Laforet o haberse sumergido en el ensayo de Sartre, pero optaron por hacer su propia aproximación. Así que tuvimos un rato muy simpático de existencialismo y también de telepatía, porque Pedro Sánchez daba la cara por primera vez tras la filtración de sus conversaciones con José Luis Ábalos. Y, claro, se notó que el personal anda fascinado por descifrar qué pensará el jefe de ellos. De hecho, qué puede opinar de nosotros el que nos da trabajo o la persona a la que nos queremos ligar son los dos grandes enigmas telepáticos que el ser humano trata de descifrar desde que un simio se puso de pie en medio de la sabana para convertirse en el primate con ínfulas que seguimos siendo.
Pues bien, hay que decir que a la bancada sanchista se la vio bastante conforme ante la perspectiva de ser estabulados, en el peor de los casos, como pájaros y petardos. A algunos solo les faltó decir «ni tan mal…; a saber qué dirá vuestro jefe de vosotros».
Y ese hacerse fuertes, en la certeza de que Sánchez se puede chotear de ellos en un desahogo telefónico, es lo que dio pie a Sánchez a dar por verídicos esos mensajes de forma implícita. El presidente no negó la veracidad de los wasaps, simplemente afeó a la oposición que se regodee en lo que considera un delito. Es decir, ser o no ser… los mensajes son. Y como decía Sartre, el ser a veces se configura a partir de la nada. Así que tocó abusar un rato de esa palabra, de la nada, para defenderse atacando.
Cuando Sánchez anda realmente contra las cuerdas no se toma cinco días de reflexión, como si fuera un fijo discontinuo. Eso lo hace cuando tiene ganas de paripé. Cuando Sánchez está realmente «jodido» (por emplear su propio léxico telefónico) suele salir a la yugular, con una displicencia hiriente. Lo hizo con Pablo Casado y trató de hacerlo ayer con Núñez Feijóo: endosarles un «memento mori». Recordarles que son mortales, mientras él es un líder que le ha salido al PSOE bueno, bueno. Por más que lo meten en la lavadora, con socios parlamentarios extremadamente abrasivos, a Sánchez no le salen pelotillas. Siete años lleva ya y ahora amenaza a Feijóo con tumbarle por agotamiento.
Tan seguro está de su capacidad de resistencia que lanzó una seria admonición al líder del PP: me quieres echar por aburrimiento, pero el que te va a aburrir soy yo a ti. Encima, tuvo algún escriba de Génova 13 la idea de comparar el próximo Congreso del PP con un cónclave papal y la MASRO (Máquina Sanchista de Relatos y Ocurrencias) con la que trabajan en los sótanos de Moncloa no desaprovechó el regalo para devolverlo con recargo. Sánchez recordó el peligro de entrar como Papa y salir como cardenal, al tiempo que aconsejó a Feijóo que se cuide de los que ahora le aplauden. Ciertamente, muchos de ellos también aplaudieron a Casado y luego no le guardaron ni el luto de las novendiales. «Es usted la nada», le espetó Sánchez al líder de la oposición, con un indisimulado desprecio, el mismo que debe gastarse cuando pide a un esbirro que dé un toque a este o a aquel «petardo» que le ande tocando lo que cuelga y no suena.
Fue María Jesús Montero la que confirmó que se trataba del escudo defensivo diseñado por la MASRO para ese día, cuando hizo extensiva la acusación a todo el PP: son ustedes la nada absoluta; nada de nada. A la ministra de Hacienda le molestó que su paisano Bendodo recitara con tono guasón la ristra de piropos peloteros que le dedicó a Ábalos, cuando se creía a salvo de la telepatía y las filtraciones: eres mi tronco, te llevo en el alma. Mucho churreteo, en palabras de Bendodo, para que ahora vaya diciendo que Ábalos y ella tampoco eran tan amigos. Montero trató de crecerse en el castigo y llegó a decir que la economía española va como un cañón. El cohete y la moto se le quedaban cortos, aunque su mente andaba en otra cosa. De hecho, en un momento determinado llegó a acusar al PP de mimetizarse con el discurso del PP. Luego cayó en la cuenta de que quería decir Vox, pero es que María Jesús andaba todavía con la mente en su tronco Ábalos. Como la propia Pilar Alegría, que 24 horas antes había llamado Ábalos a Bolaños, para cachondeo de la prensa canallesca. Menudos pájaros.
España siempre fue una corrala de chismes, pero saber qué pensaba Sánchez cuando creía que solo le estaba leyendo Ábalos no va a ser nada como aparezcan conversaciones con verdaderas implicaciones judiciales. Ya lo decía Sartre: en ocasiones el infierno pueden ser los otros.