Recta final

El Supremo avanza en el juicio a García Ortiz con la designación de los siete magistrados del tribunal

Martínez Arrieta presidirá la Sala, en la que también figura Marchena, presidente del tribunal del "procés". La progresista Susana Polo redactará la sentencia

El Tribunal Supremo ha designado a los siete magistrados que juzgarán por revelación de secretos, en una fecha aún por determinar, al fiscal general del Estado por la supuesta filtración de datos reservados de la investigación por fraude fiscal al novio de Isabel Díaz Ayuso.

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Al frente de la Sala estará el actual presidente de la Sala Penal, Andrés Martínez Arrieta. En el tribunal figuran otros cinco magistrados vinculados directamente con la respuesta judicial al "proces". Además de Martínez Arrieta, tanto Manuel Marchena, que presidió el tribunal que condenó a los líderes independentistas, como sus compañeros Juan Ramón Berdugo, Ana Ferrer y Antonio del Moral formaron parte del tribunal que entre febrero y octubre de 2019 fue protagonista de uno de los juicios más mediáticos en la historia del Tribunal Supremo.

Pero otra de las magistradas que se sentará en el tribunal que decidirá sobre la culpabilidad o inocencia del fiscal general, Carmen Lamela, también estuvo directamente vinculada al desafío soberanista en Cataluña en 2017, pues fue la primera instructora de la actuación judicial contra los líderes independentistas cuando era magistrada de la Audiencia Nacional, antes de que la causa fuese asumida por el Supremo.

Ponente progresista

Ferrer se opuso en solitario a la negativa del Tribunal Supremo a amnistiar el delito de malversación a los condenados del "procés". Su candidatura al puesto que ahora ocupa Martínez Arrieta y que antes ostentaba Marchena fue defendida hasta el último momento por el bloque progresista del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), hasta que optó por dar un paso atrás para facilitar que se desbloquease el nombramiento.

La séptima integrante del tribunal que juzgará al fiscal general del Estado, hecho inédito en la historia de la institución, es la magistrada progresista Susana Polo, que será la encargada de redactar la sentencia en una Sala de perfil conservador.

En una providencia, Martínez Arrieta acuerda que "una vez finalizada la fase de instrucción" -el magistrado Ángel Hurtado abrió juicio oral a Álvaro García Ortiz el pasado día 9- el tribunal encargado del enjuiciamiento esté compuesto por los integrantes de la Sala de admisión más el propio presidente de la Sala Penal y la magistrada Ana Ferrer, "a quien por turno le corresponde".

Como pronto, en noviembre

El magistrado recuerda que conforme a las normas de reparto que rigen en la Sala para causas especiales el tribunal "resolverá sobre su admisión a trámite y, en su caso, las enjuiciará, estando formado por el presidente de la Sala y dos o cuatro magistrados, según los casos".

Además, señala que estos magistrados "serán nombrados por un periodo de cuatro meses siguiendo un doble turno: uno o dos, en su caso, por turno de antigüedad –de mayor a menor– y el otro o los otros dos, por turno de menor a mayor antigüedad".

Por último, se remite al artículo 145 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que establece que "para dictar autos en los asuntos de que conozca el Tribunal Supremo bastarán tres magistrados y para el dictado de sentencias serán necesarios siete, salvo que la Ley disponga otra cosa". En este caso, al tener que dictar sentencia sobre si García Ortiz cometió o no los delitos de los que le acusa la acción popular y la acusación particular que ejerce la defensa de González Amador (dado que la Fiscalía pide su absolución), el tribunal que juzgará por primera vez a un fiscal general del Estado en la historia de la institución, estará compuesto por siete jueces.

Previsiblemente el juicio no se celebrará como pronto hasta el próximo mes de noviembre.

El instructor aprecia "sólidos" indicios

En el auto de apertura de juicio oral, el instructor incide en la "solidez" de los indicios contra García Ortiz, quien pide su absolución al negar que filtrara el correo en el que González Amador admitía el fraude fiscal y asegura que actuó en defensa de la Fiscalía ante una campaña "orquestada" desde la Comunidad de Madrid. Pero para Hurtado todo apunta a que "en su condición de fiscal general del Estado" reveló "secretos de los que pudo haber tenido conocimiento por razón de su cargo".

Ese correo, sostiene el magistrado del Tribunal Supremo en esa resolución, incluía "información sensible relativa a aspectos y datos personales de un ciudadano, que habían sido aportados con vistas y a los efectos de un ulterior proceso penal, en el curso de unas conversaciones privadas entre su letrado y el fiscal encargado del caso". Una información, acentuaba, sujeta a principios de "reserva y confidencialidad" por parte de la Fiscalía y a un inherente "deber de discreción" que impedía "divulgación alguna a terceros sin autorización del interesado, cuya reputación bien pudiera verse perjudicada por esa revelación".

Más allá del impacto en la reputación de González Amador, Hurtado considera que la supuesta filtración "pone en cuestión el prestigio de la institución", teniendo en cuenta "el cometido y función constitucional que le viene encomendada al Ministerio Fiscal" y su sujeción a los principios de legalidad e imparcialidad, "que pueden quedar en entredicho en la medida que su actuación se viera comprometida por indicaciones externas, y, sin duda, tener indudables efectos perjudiciales en el fundamental derecho de defensa del afectado".