Accidente aéreo
Tres meses de montaje y 200 millones por avión
Más de 200 operarios trabajan en Sevilla
El programa del Airbus A400M es el resultado de un consorcio formado por siete países, los cuales se comprometieron a adquirir un total de 174 unidades de este moderno avión de transporte militar: Alemania (53), Francia (50), España (27), Reino Unido (22), Turquía (10), Bélgica (7) y Luxemburgo (1), además de Malasia, que adquirirá otras cuatro unidades. El coste de este ambicioso proyecto se cifró en un primer momento en 20.000 millones de euros, pero los sucesivos retrasos y problemas durante su producción obligaron a revisar esta cifra en 2010 y finalmente se incrementó su precio en 3.500 millones, de los cuales 2.000 los financiarían las naciones implicadas y otros 1.500 adicionales que podrían recuperarse con ventas futuras a terceros países.
Pero, aun así, este programa ha supuesto un importante empuje para la industria española y, sobre todo, para la planta que Airbus tiene en Sevilla donde está la línea de montaje en la que se ensambla, en la que se invirtieron más de 300 millones de euros en infraestructuras, otros 70 en equipamiento y que genera más de 1.000 puestos de trabajo directos en los últimos años. Tal es la importancia del proyecto que la entrega del primer A400M a Francia se convirtió en toda una puesta de largo que estuvo presidida por el entonces Príncipe Felipe.
El coste total del programa para España, que ha adquirido 27 unidades (13 las dedicará a la exportación) es de más de 5.018 millones de euros, siendo el coste unitario aproximado de unos 200 millones.
La construcción y el posterior montaje de esta enorme aeronave que lleva más de 10.000 remaches o 100 kilómetros de cables en su morro arrancó en el año 2007 esta planta sevillana, creándose desde entonces más de 6.000 puestos de trabajo gracias a la participación de más de 800 empresas. Pero España, además de ensamblarlo, también participa en la fabricación de diferentes partes, como los elevadores, y colabora con Malasia en la creación de otras como el timón de profundidad , la góndola del motor o el borde de ataque del timón de cola.
Montar esta mole supone, de media, 88 días de intenso trabajo para los cerca de 200 operarios que trabajan exclusivamente en la línea de montaje, que cuenta con una importante ventaja: incluye en la misma el muelle en el que se descargan las diferentes partes del avión y que proceden de diferentes países. De esta forma, Las piezas más grandes, como las alas, pueden llegar directamente en un enorme avión de carga «Beluga» que se abre por su parte delantera e introduce su morro por el hangar.
Así, de Francia llega el timón de cola o el cajón del tren de aterrizaje delantero; de Alemania, los paneles de las alas o la puerta de la bodega; de Bélgica el borde de ataque del ala o el mecanismo de los flaps, y de Turquía, el fuselaje central delantero, entre otros.
El montaje comienza uniendo la proa y el fuselaje, para después colocar el tren de aterrizaje y las ruedas, lo que permite ir moviéndolo por la planta. El último paso antes de las pruebas son los sistemas interiores y los motores. ¿Por qué? Porque cada uno de ellos supone el 30% del coste total del avión y no compensa tenerlos parados hasta la entrega del avión.
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