Relaciones internacionales
Un impulso a las relaciones
La visita a España del presidente Obama supone la culminación del impulso dado a las relaciones bilaterales en estos últimos cuatro años. El punto de partida, en 2012, era una atmósfera de frialdad y de falta de confianza que el Gobierno de Rajoy se propuso enderezar trabajando en cinco ejes: la intensificación de la relación política, con visitas de alto nivel en ambos sentidos; el reforzamiento de los vínculos en el campo de la seguridad y la defensa; la redinamización de las relaciones económicas y comerciales; la puesta en valor de nuestra Historia común, mediante una serie de conmemoraciones que culminaron con los actos del 450 aniversario de la fundación de San Agustín, y la intensificación de la promoción del español y de la cooperación en materia educativa y científica. Estos esfuerzos han ido dando frutos y hemos visto cómo en menos de un año SSMM los Reyes llevaban a cabo su primera visita oficial a Estados Unidos, y viajaban a España los secretarios de Estado y de Defensa y el propio presidente Obama. Este relanzamiento del diálogo político al máximo nivel, comenzado ya con la visita del Presidente Rajoy a Washington en el 2014, responde, sin duda, a la mayor densidad que van adquiriendo las relaciones en todos los campos. En el sector de la seguridad se aprobaron, por amplias mayorías parlamentarias, dos enmiendas al Convenio de Cooperación para la Defensa. La primera, para desplegar en Rota cuatro destructores que operan en el marco de la OTAN, y la segunda, para que pueda operar en Morón una Fuerza permanente de respuesta a crisis.
En el campo diplomático, estamos juntos en la coalición anti-Daesh y compartimos esfuerzos para la pacificación de Siria y la estabilización de Libia. También hemos logrado que ambos países se comprometan a resolver de forma definitiva la cuestión de Palomares, sobre la base del traslado a territorio norteamericano de los residuos radioactivos restantes. En estos años hemos visto también cómo se consolidaba la apuesta de nuestras empresas por el mercado norteamericano, demostrando así una gran confianza en su capacidad para desenvolverse con ventaja en la economía más competitiva del mundo. En este periodo, el comercio bilateral ha tenido tasas muy altas de crecimiento y la inversión española en los Estados Unidos se ha disparado hasta alcanzar un stock de más de 65.000 millones de euros. En definitiva, somos un socio atractivo para los Estados Unidos en materia de intereses compartidos, económicos y de seguridad. Lo somos también para promover los valores que nos unen cuando éstos se ponen en cuestión desde posiciones, a ambos lados del Atlántico, de un nacionalismo excluyente, que bordea la xenofobia si no cae de pleno en ella. Y cuando en Washington se preocupan por el futuro de la integración europea, España, con su doble vocación europeísta y atlantista, se convierte en un apoyo clave para promover dinámicas positivas en la comunidad trasatlántica. De todo esto se ha hablado en la visita de Obama, la primera de un presidente estadounidense en quince años. Y por todo ello estamos en disposición de decir que esta anomalía ha quedado superada, y que nuestras relaciones están ahora en un gran momento, en beneficio de ambos países, de la OTAN, de la UE y de la comunidad internacional.
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