Educación

El aprendizaje de las matemáticas como un hábito saludable

Últimamente, parece que en educación está perdiendo mucho peso el valor de la memoria y la interiorización o dominio de procesos. Parece que hay que ser de un bando o de otro: o estás a favor de la memoria o estás a favor de capacidad, de lógica, la deducción y el razonamiento crítico.

Últimamente, parece que en educación está perdiendo mucho peso el valor de la memoria y la interiorización o dominio de procesos. Parece que hay que ser de un bando o de otro: o estás a favor de la memoria o estás a favor de capacidad, de lógica, la deducción y el razonamiento crítico.
Últimamente, parece que en educación está perdiendo mucho peso el valor de la memoria y la interiorización o dominio de procesos. Parece que hay que ser de un bando o de otro: o estás a favor de la memoria o estás a favor de capacidad, de lógica, la deducción y el razonamiento crítico.PIXABAY

Todos los niños pueden aprender matemáticas y disfrutarlas, pero hay ciertas cuestiones en torno al aprendizaje de las matemáticas que suelen inquietar a familias y educadores. El papel que juega la capacidad de concentración es una de ellas. Y es que parece claro que la concentración es básica para el aprendizaje de cualquier disciplina o actividad. Sin embargo, lo que quizá es menos evidente es la relación entre la capacidad de concentración y los contenidos conceptuales en sentido inverso. Es habitual oír: “este niño no aprueba porque no está atento en clase”. Pero lo cierto es que, en muchas ocasiones, lo que ocurre es precisamente lo contrario: el alumno no se concentra porque los contenidos conceptuales están muy encima o muy por debajo de su nivel. Esto puede hacer que se frustre o se aburra, y que le resulte difícil concentrarse. Una de las características más valiosas e identitarias de Kumon, como uno de los métodos más reconocidos internacionalmente para el aprendizaje de las matemáticas, es que los contenidos que estudian los alumnos no se eligen en función de la edad que tengan o del curso en el que estén, sino de la situación real de aprendizaje de cada alumno. Los educadores debemos ser capaces de proporcionar un contexto en el que los niños confíen en sí mismos y puedan ofrecer su mejor versión.

Otra de las cuestiones recurrentes en torno al aprendizaje de las matemáticas es la dicotomía lógica/memoria. Últimamente, parece que en educación está perdiendo mucho peso el valor de la memoria y la interiorización o dominio de procesos. Parece que hay que ser de un bando o de otro: o estás a favor de la memoria o estás a favor de capacidad, de lógica, la deducción y el razonamiento crítico.

Nuestro método está construido bajo la tesis contraria, y es que las dos son necesarias y se complementan. La capacidad lógica, de relación y deducción es fundamental para nosotros en tanto en cuanto el objetivo es que los alumnos aprendan nuevos contenidos por sí mismos, que sean los protagonistas de su aprendizaje y que lleguen a ser alumnos plenamente independientes y autodidactas. Ahora bien, para que esto sea posible, es importante que el niño cuente con los conocimientos previos necesarios para poder dar ese salto a lo desconocido motivado y con seguridad en sí mismo. Por ello, nuestro ciclo de aprendizaje siempre es el mismo: dominio profundo de cada proceso, a través de la repetición y la práctica y, después, salto a lo desconocido de forma autodidacta, cuando el alumno está plenamente preparado, haciendo posible el desarrollo de la capacidad de análisis y deducción.

¿Y el hábito? ¿Qué papel juega el hábito en el aprendizaje de las matemáticas? Definitivamente, este otro de los temas estrella cuando hablamos, en realidad, de cualquier aprendizaje. Incorporar hábitos saludables a nuestra rutina diaria es fundamental: comer sano, hacer deporte, lavarse los dientes… Tenemos que pensar que a las rutinas intelectuales saludables les pasa lo mismo. Si no tenemos costumbre de leer o de realizar actividades intelectuales a diario, el día que hay que hacerlo, por ejemplo, porque hay un examen, lo vivimos con angustia y desasosiego.

Nuestros alumnos todos los días aprenden algo nuevo o profundizan en el dominio de un contenido, todos los días se equivocan, todos los días corrigen sus errores por sí mismos y aprenden de ellos. El aprendizaje de las matemáticas es un hábito saludable más de su rutina diaria. Y, por supuesto, como consecuencia, la evolución de todos ellos es extraordinaria, como sucede en cualquier otra actividad bien programada, diseñada e individualizada que se ejercite a diario.

Finalmente, no podemos cerrar este artículo sin tratar una de las cuestiones que más preocupa a familias y educadores: ¿Cómo fomentar el gusto por las matemáticas?

Algunas de las claves para responder a esta cuestión se han abordado ya en este artículo. Para que los contenidos que le proponemos a un alumno supongan un reto realmente motivador, y no una frustración, es necesario asegurarnos de que domina los contenidos previos. Es importante, también, dejar que lo intente solo, que pruebe, que plantee hipótesis, que se equivoque las veces que haga falta, que disfrute del camino. Debemos dejar de penalizar el error y transmitir a nuestros niños que cada error es una oportunidad de aprendizaje.

Creemos también que es importante estar a su lado para guiarlo, para retarlo, para animarlo, para aplaudir sus intentos, aunque sean fallidos, para elogiar su actitud, para proporcionarle un entorno en el que se sienta seguro, donde no sienta juzgada su inteligencia.

Todos los niños pueden aprender matemáticas y disfrutarlas si se les proporciona el contexto adecuado. Solo si conseguimos que los alumnos se sientan seguros de sí mismos, y capaces, conseguiremos que se abran a descubrir las maravillas y utilidades de esta disciplina: las matemáticas nos permiten, por ejemplo, comprender los datos estadísticos y, por tanto, ser más críticos y que resulte más complicado que nos engañen. Nos abren las puertas de otras disciplinas como la economía, esencial para tomar decisiones trascendentes en nuestra vida, como elegir en qué banco firmaremos la hipoteca. Nos enseñan el lenguaje de los programadores, que nos permitiría desarrollar, por ejemplo, nuestras propias aplicaciones.

Son fundamentales también para el desarrollo de habilidades abstractas, esenciales en nuestra vida, como el pensamiento analítico o la resolución de problemas. Es evidente la importancia de saber plantear problemas de cualquier naturaleza, verbalizarlos adecuadamente, jerarquizar sus partes y establecer hipótesis. Las matemáticas nos permiten desarrollar también nuestro pensamiento lateral.

Y, finalmente, si das un paso hacia atrás y las miras desde lejos, sin detenerte en los contenidos concretos, las matemáticas son también filosofía. Establecer estos pilares de pensamiento lógico y formal, y sus estructuras, es tremendamente importante si pretendemos formar ciudadanos libres y críticos.

Marina García, Coordinadora de Matemáticas en Kumon España