Educación
¿Por qué solo un 25% de las mujeres eligen estudiar ingenierías o arquitectura?
La elección de las carreras en las mujeres a debate
Ahora que han pasado ya unos días de la histórica huelga y manifestación del 8M toca seguir reflexionando y hablando de una de las cuestiones más importantes: la llamada brecha salarial. Uno de los puntos más importantes se debe a que hay muchos más hombres en carreras que, tradicionalmente, están mejor pagadas. Esto es, por ejemplo, las ingenierías.
Ahora que han pasado ya unos días de la histórica huelga y manifestación del 8M toca seguir reflexionando y hablando de una de las cuestiones más importantes: la llamada brecha salarial. Uno de los puntos más importantes se debe a que hay muchos más hombres en carreras que, tradicionalmente, están mejor pagadas. Esto es, por ejemplo, las ingenierías.
Según datos delInstituto de la Mujer, únicamente un 25,64% del alumnado universitario que estudia ingeniería y arquitectura son mujeres. Es más, según Infolibre, “la ingeniería y la arquitectura es la única rama de enseñanza donde hay una minoría tan pronunciada de mujeres, dado que en el resto de ramas de enseñanza las mujeres son la mayoría del alumnado matriculado”.
¿Es motivo de preocupación? Lo sería si no fuese una elección. Hoy día y desde hace bastantes años en España la mujer goza de absoluta libertad para elegir qué quiere estudiar. Los tiempos en los que las mujeres estudiaban como mucho para ser enfermeras o maestras han quedado ya, afortunadamente, muy atrás.
¿Por qué, entonces, siguen sin estudiar ingenierías? Hay varias teorías pero una de las más interesantes es la conclusión a la que llegó el documental de la televisión pública noruega y que lleva como título: La paradoja de la ideología de género.
En el año 2010 la televisión nacional noruega emitió un documental que revolucionó las bases más sólidas de su sociedad. El periodista que lo realizó, Harlad Eia, una especie de Jordi Évole noruego, se fue a entrevistar a los responsables del afamado Instituto nórdico de género para plantearles una cuestión sencilla: ¿Cómo era posible que Noruega, el número 1 del ranking mundial en igualdad real de género, siguiera teniendo mayoría aplastante de hombres en profesiones tradicionalmente masculinas (ingenierías, construcción...) y mayoría aplastante en profesiones asociadas a la mujer tipo enfermería, medicina, magisterio...si la igualdad de género era algo real desde hacía ya décadas? ¿Por qué las mujeres elegían profesiones relacionadas con educar, cuidar a los demás, que requieren un fuerte compromiso social?
Eia comenzó entrevistando a los noruegos que trabajaban en dicho instituto y con sus respuestas acudió a profesionales de Inglaterra y Estados Unidos. Dichos profesionales se quedaron bastante boquiabiertos al comprobar que los nórdicos enarbolaban sus criterios sin basarse en ninguna evidencia científica. Grabó sus respuestas, esta vez sí con evidencia científica que las respaldasen y volvió a mostrárselas a sus compatriotas. El resultado fue bochornoso ya que no podían defender sus teorías ante las incómodas y sencillísimas preguntas del periodista. Fue tan apabullante dicho bochorno que el Consejo Nórdico de Ministros (Consejo Intergubernamental de Cooperación Nórdico: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia) decidió cerrar el Instituto de género nórdico NIKK, y retirar la nada despreciable cifra de 56 millones de euros anuales de subvención. La noticia cayó como un jarro de agua fría no solo en la sociedad nórdica sino en la occidental en general. Se les estaba cayendo un mito.
Pero, ¿qué se descubrió en dicho documental para que se cerrara el instituto? Básicamente que la ideología de género noruega había obviado a la hora de hacer todos sus planteamientos, la parte biológica del ser humano, una parte que, a tenor de las evidencias científicas, era algo fundamental a tener en cuenta. No la única, pero sí parte de ella. Con lo cual desterraban las teorías que únicamente se sustentaban en la parte social y/o cultural y todo se caía como un castillo de naipes.
Desde luego muchas de las intervenciones de los expertos noruegos arrojaban resultados muy interesantes que desvelaban que algo estaba fallando, que algo no se estaba logrando en la obtención de dicha igualdad pero no se estaban investigando adecuadamente las causas de por qué eso se producía así. De nuevo, la intención era buena pero los resultados nefastos.
Kirstin Mile, mediadora para la defensa de la igualdad reconoce en el documental, por ejemplo, que con esas medidas del Instituto: “obtienes un efecto durante uno o dos años pero después vuelve a caer de nuevo“, es decir, que las mujeres siguen optando por escoger carreras típicamente asociadas a lo femenino. Entonces, ¿por qué las mujeres eligen otro tipo de carreras? ¿Están peor capacitadas para la ciencia? En absoluto, de hecho, y tal y como explica la ex ministra de infancia e igualdad, Anniken Huitfeldt“las niñas no son peores en ciencias de hecho son mejores en todas las materias excepto en deportes“. Entonces, ¿por qué hay tan pocas mujeres ingenieras?
Camilla Schreiner, investigadora de ciencias de la Universidad de Oslo, llevó a cabo una investigación en más de 20 países en la que se concluyó que las chicas de países menos igualitarios están más interesadas en aprender materias técnicas que las jóvenes noruegas o mujeres que viven en países desarrollados que eligen carreras consideradas femeninas. Es decir, a mayor igualdad, mayor libertad de elección. Y a mayor libertad de elección...¡resulta que las mujeres vuelven a elegir lo que siempre se asocia a profesiones femeninas! ¿Cómo puede ser esto? Paradojamente se daban los mismos resultados en Noruega que en Arabia Saudí. Obviamente esta encuesta pregunta qué les gustaría. Que no es lo mismo que qué van a hacer. En el caso de que puedan escoger, y en esos países llenos de desigualdades pocas pueden elegir, las que lo hacen, entonces curiosamente eligen carreras típicamente masculinas. ¿Por qué? La respuesta es social: para huir de la pobreza. Por ejemplo, en la India gana por mayoría que las mujeres elijan informática ya que es una salida profesional segura y muy demandada. Y la India es un país con una gravísima diferencia entre sexos.
Esto es muy interesante porque arroja tres conclusiones muy importantes:
-La primera es la importancia de seguir fomentando políticas de igualdad.
-La segunda, que cuando existe libertad, las mujeres siguen tirando para un lado y los hombres para el otro.
-La tercera, que cuando hay pobreza, las mujeres que pueden elegir buscan profesiones que saben rentables, pero no porque exista igualdad de género sino porque existe pobreza.
Bien, tenemos los resultados pero ahora habrá que ver las razones que los expliquen. Y ahí es dónde comienza la polémica en el documental. Los investigadores del instituto noruego sostienen que es una cuestión de roles aprendidos pero eso no concuerda con la igualdad en los planes educativos nórdicos por lo tanto tiene que existir otra explicación. Y ahí entra lo que otros opinan en el documental: la biología, algo que los primeros, simplemente niegan pero no aportan datos en lo que se basan para explicar dicha negación. Ante la ausencia de evidencia, nos queda tal solo la mera opinión y cada ser humano puede tener una. Por lo tanto en ciencia lo único que sirven son las evidencias y estas se obtienen a través de lo empírico y/o lo estadístico.
Cuestiones culturales o cuestiones genéticas, es decir, biológicas. ¿Qué pesa más?
Jorgen Lorentzen, investigador de género noruego, y quizás el que defiende la teoría más polémica, sostiene que “las investigaciones que revelan que ambos cerebros son diferentes se han quedado obsoletas y que hay nuevas investigaciones que sí que las desmienten y defiende que, salvo las diferencias genitales y corporales, en todo lo demás: sentimientos, capacidades etc, somos idénticos“. Suena raro, ¿verdad?
Efectivamente los roles se aprenden y la sociedad influye muchísimo en ello. Los padres, los familiares, los conocidos, el marketing...pero, ¿y si hacemos un experimento con bebés y les damos juguetes masculinos y femeninos para ver qué hacen?
El periodista encontró que Trond Diseth, director del área de psiquiatría infantil del Hospital Nacional Noruego, había hecho este tipo de estudio con bebés de 8 y 9 meses, que ni siquiera caminaban. El experimento consistía en ponerlos (gateando) sobre una alfombra donde colocó 10 juguetes, 4 considerados tradicionalmente femeninos (muñecas) y 4 considerados tradicionalmente masculinos (construcciones, camiones) y dos neutros, para determinar si un bebé es un niño o una niña. Y ¿qué pasó? Pues pasó algo que derrotaba una vez más la teoría social: los niños acuden a jugar con construcciones, mientras que las niñas, acuden a jugar con muñecas. ¿Se puede afirmar entonces que están ya influenciados por los roles sociales? Diseth no lo cree así, de hecho afirma que “los niños nacen con una clara disposición biológica de género y comportamiento sexual y que después será el entorno, la cultura, los valores y las expectativas que nos rodean, los que se encargarán de favorecer o atenuar esto”. Es decir, la sociedad puede modificar cosas pero no de manera tan inherente como para modificar lo que viene biológicamente de serie.
Algunos pueden decir que es que con 9 meses ya han aprendido algunos roles...pero es que ¡también se han hecho experimentos con bebés de un día! Obviamente con un día es imposible que haya un aprendizaje de roles. Este experimento con bebés de un día lo cuenta Simon Baron-Cohen, profesor de psiquiatría de la universidad de Cambridge. El Trinity College de Cambridge se fundó en 1546 y ha dado al mundo 26 alumnos con Premio Nobel. Newton, por ejemplo, estudió ahí.
La investigación se hizo con bebés de un día a los que les mostraban una cosa mecánica o una cara y grabaron cuánto tiempo pasaban los bebés observando cada uno de esos objetos y se descubrió que eran mayoría los bebés varones que miraban más tiempo los objetos mecánicos que las bebés niñas que, sin embargo, ponían más interés en mirar las caras de las personas. No cabía aquí explicar que eran roles sociales. Así que había que buscar otra explicación. Es entonces cuando entra de lleno la biología y que es la parte que la ideología de género no reconoce. Según dicho profesor, se sabe que las diferencias se dan y a antes del nacimiento en el útero materno, produciendo diferentes cantidades de hormonas, pero particularmente la testosterona, que los hombres la producen el doble que las mujeres. Dicha hormona influye en cómo se desarrolla el cerebro.
¿Y cómo se ha sabido esto? Midiendo el nivel de testosterona cuando el bebé estaba en el útero y encontraron que “cuanto más alto era el nivel en el niño antes de nacer, más lento era su desarrollo en el lenguaje en la primera infancia y menos contacto visual establecía hasta el año o dos”. Así que se llegó a la conclusión de que a mayor nivel de testosterona menos rapidez en el desarrollo social y del lenguaje. ¿Qué pasa con las niñas que el vientre materno desarrollan más niveles de testosterona que la media en su sexo? Pues pasa que muestran una mayor preferencia por los juguetes masculinos. Lo que respondería a los casos, que obviamente hay, de niñas que muestran predilección por deportes o juegos típicamente masculinos.
Para que dicho estudio no se quedase incompleto se siguió la pista de estos bebés durante 8 años. ¿Y qué pasa después, cuando ya socializan? Se comprobó que aquéllos que tenían más altos niveles de testosterona, tenían más dificultades con la empatía, con reconocer las emociones de otras personas o apreciar sus puntos de vista y, a la vez, se mostraban mucho más interesados en entender cómo funcionan las cosas. ¿Coincide esto con la idea que casi todos tenemos de que las mujeres hablan y escuchan más y mejor y de que a los niños les suele interesar más jugar con mecanos y a las niñas con bebés?
Ricemos más el rizo. ¿Por qué aparecen esas diferencias genéticas?
Para saber la respuesta hay que viajar en el tiempo, ir hasta la prehistoria. Anne Campbell, psicóloga evolutiva en la Universidad Durham, Inglaterra, estudia cómo el cuerpo y la psique humana han sido influenciados por cientos de miles de años de evolución. Para esta investigadora el ser humano y sus características son el resultado de un largo proceso de selección y la clave es cuántos descendientes dejas. Cada circunstancia que incremente la capacidad de dejar más descendencia, tenderá a permanecer en el código genético.
¿Entonces por qué nos ha hecho la evolución diferentes?
Algo que sonroja de lo obvio que es: la maternidad. Si las mujeres son las que se embarazan, paren y crían, amamantan a los bebés y los cuidan, es de cajón que la naturaleza les otorgue de algún tipo de mecanismo psicológico que les ayude a cumplir dicha tarea haciendo que sean placenteras para ellas.
Para muchos, sin haberse hecho este documental, parecía obvio que la biología tenga tanto que decir. Basta con observar a una madre y a un padre para darse cuenta de que sus roles son totalmente diferentes. Generalmente las madres tienen más paciencia con sus bebés y los padres suelen estar más dispuestos a jugar a correr durante horas con los hijos. Y eso no puede responder única y exclusivamente a roles aprendidos culturalmente, algo de biológico tenía que tener. Las mujeres tenemos la voz menos grave, no tenemos pelo en el pecho, no tenemos barba...y eso también, además de las obviedades como las mamas, indica algo claramente destinado al cuidado de un bebé. Por lo tanto es de lógica pensar que si la biología nos diseña así, estemos más predispuestas desde niñas a jugar con muñecas más que con camiones.
PD. No todas las mujeres tienen hijos, bien porque no lo desean, bien porque no lo logran. Pero eso la naturaleza lo desconoce de antemano y la carga biológica de “maternar”, sigue presente.
Puedes ver el documental pinchando aquí. Está en noruego pero subtitulado en español.
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