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Los principales cambios que experimenta un bebé al nacer: adaptación al nuevo mundo
La llegada de un bebé al mundo marca un antes y un después tanto para la familia como para el propio recién nacido

La llegada de un bebé al mundo marca un antes y un después tanto para la familia como para el propio recién nacido. Para el pequeño, este momento significa una transición repentina desde la seguridad del útero materno hacia un entorno desconocido, lleno de estímulos nuevos. Durante este proceso, el bebé atraviesa transformaciones físicas, emocionales y sensoriales que son esenciales para su adaptación y supervivencia.
A continuación descubrirás los cambios más importantes que experimenta un bebé al nacer, explicados de manera clara y respaldados por estudios médicos recientes.
1. Adaptación a la temperatura del entorno
Dentro del vientre materno, el bebé vive en una temperatura estable de entre 36,5 °C y 37 °C. Al nacer, se expone a un ambiente mucho más frío y su sistema de regulación térmica aún es inmaduro.
Para evitar la pérdida de calor y la hipotermia, se recomienda:
Contacto piel con piel con la madre.
Uso de mantas adecuadas.
Mantenerlo en un entorno cálido y protegido.
La grasa parda del recién nacido, presente en las primeras horas de vida, también juega un papel clave en la producción de calor.
2. Inicio de la respiración autónoma
Durante el embarazo, el oxígeno llega al bebé a través del cordón umbilical. Sin embargo, tras el nacimiento, los pulmones deben comenzar a funcionar de manera independiente.
El primer llanto del bebé marca este cambio vital: los pulmones se expanden y permiten el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. Además, el paso por el canal del parto ayuda a expulsar parte del líquido amniótico de los pulmones, facilitando la primera respiración.
3. La primera alimentación: el calostro
Uno de los mayores retos tras el nacimiento es aprender a alimentarse. El bebé pasa de recibir nutrientes constantes por el cordón umbilical a depender de la lactancia.
El calostro, la primera leche materna, es fundamental porque:
Aporta nutrientes esenciales.
Refuerza el sistema inmunológico.
Favorece la maduración del aparato digestivo.
Además, el acto de succionar no solo nutre al bebé, sino que también estimula la producción de leche en la madre.
4. Descubrimiento de la luz y los sonidos
El ambiente intrauterino es oscuro y con sonidos amortiguados. Al nacer, el bebé se enfrenta a un mundo lleno de luces, colores y ruidos.
Vista: en las primeras semanas solo distingue a unos 20-25 cm de distancia, lo suficiente para reconocer el rostro de la madre durante la lactancia.
Oído: ya es capaz de identificar la voz materna, lo que le aporta calma y seguridad.
Es recomendable evitar ambientes ruidosos, ya que su sistema auditivo aún se encuentra en desarrollo.
5. El vínculo afectivo con la madre
El contacto emocional y físico es esencial en las primeras horas de vida. Estrategias como el método piel con piel y la hora sagrada —ese primer momento de unión madre e hijo tras el parto— fortalecen el apego seguro, mejoran la lactancia y aportan seguridad emocional al recién nacido.
Este vínculo temprano influye positivamente en el desarrollo cognitivo y social del bebé a largo plazo.
6. Desarrollo del sistema inmunológico
Al nacer, el sistema inmunitario del bebé es inmaduro, lo que lo hace más vulnerable a infecciones. No obstante:
Los anticuerpos de la madre transmitidos por la placenta y el calostro le ofrecen una protección inicial.
La lactancia materna refuerza sus defensas, contribuye a una microbiota intestinal saludable y fortalece sus mecanismos de protección natural.
El nacimiento es una auténtica hazaña biológica. Cada cambio —desde la regulación de la temperatura hasta la primera respiración y la formación del vínculo afectivo— está diseñado para garantizar la supervivencia y bienestar del bebé.
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