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¿Sabes distinguir si tienes ansiedad?

Se dan ocasiones en las que algunos estados no nos permiten llevar una vida sencilla, y es posible que el paciente se sienta identificado con alguna de estas situaciones.

¿Sabes distinguir si tienes ansiedad?
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La ansiedad es una palabra muy general y que poco a poco se ha ido estandarizando, pero... Cómo puedo saber cuáles son los síntomas exactos de la ansiedad? ¿Si noto una falta de aire? ¿Si me quedo paralizado? ¿Si me preocupo demasiado? Estos pueden parecer síntomas muy evidentes de la ansiedad, pero hay otros que aparecen camuflados.

La ansiedad es una palabra muy general y que poco a poco se ha ido estandarizando, pero... ¿Cómo puedo saber cuáles son los síntomas exactos de la ansiedad? ¿Si noto una falta de aire? ¿Si me quedo paralizado? ¿Si me preocupo demasiado? Estos pueden parecer síntomas muy evidentes de la ansiedad, pero hay otros que aparecen camuflados, explica la especialista en Psicología de Topdoctors María Padilla Díaz, del Centro Capital Piscólogos.

Se dan ocasiones en las que algunos estados no nos permiten llevar una vida sencilla, y es posible que el paciente se sienta identificado con alguna de estas situaciones. En este artículo se tratarán de ejemplificar algunas situaciones claras de síntomas de ansiedad.

Ejemplos de ansiedad en las personas

Por ejemplo, si en este caso el paciente es una persona a la que le cuesta disfrutar de una pequeña conversación con algún amigo, y por su cabeza rondan pensamientos como “¿le estaré aburriendo?” o “esto mejor no lo digo porque puede pensar que soy ridículo”... Es decir, en la cabeza del paciente no está la conversación en sí, sino que aparecen pensamientos sobre la opinión del otro sobre él. Si esta situación es frecuente, entonces se está sufriendo o padeciendo un ataque de ansiedad.

Otro ejemplo podría ser cuando existe la sensación de que, cuando se dedica tiempo a uno mismo, este tiempo es una pérdida del mismo o que es inmerecido. Son casos habituales aquellas personas a las que les cuesta ir a la peluquería, o que prefieren ayudar a alguien incluso cuando esta ayuda puede ser perjudicial para la persona misma. Hagamos el supuesto de que es viernes por la tarde y, tras una semana estresante, nos hemos propuesto ir pronto a casa para descansar. Necesitamos ese espacio para recuperarnos, pero suena el teléfono y es una amiga, un primo o una compañera que nos “invita” a ir de compras porque necesita un traje para una boda. Obviamente, a esta persona le va perfecta esa tarde o, a veces no podrá esperar más. Lo más probable es que, si tú eres el tipo de persona que está más pendiente de los demás que de sí misma, ni le plantees la opción de ir otro día, sino que simplemente te verás en la obligación mortal de acompañarle. Las consecuencias de estas acciones son un malestar de la persona consigo misma por no ir y un malestar por ir, es decir, la mente no permite opciones, y se haga lo que se haga, la persona se sentirá mal, siendo esto una constante en su vida diaria.

Otro ejemplo válido es, cuando se evitan situaciones para no sentirse mal. A la hora de tener que subir varios pisos, evitar subir en el ascensor y subir por las escaleras; o en lugar de afrontar según qué conversaciones con amigos o compañeros, evitarlas y elegir la opción del silencio.

También es ansiedad cuando la persona lleva tiempo sin ir, por ejemplo al cine o lugares concurridos porque se siente más segura en un entorno con menos gente. En este caso, parece que es la propia persona quien toma la decisión, pero en realidad se están obviando situaciones en las que se produce ansiedad porque el cerebro nos está diciendo que no son seguras, aunque en realidad no exista ningún tipo de amenaza y nos reduzca las posibilidades de acción en muchas ocasiones. Existen miles de ejemplos más, pero cada caso es único, ya que cada persona tiene sus propias particularidades, y bajo esa ansiedad se esconde una o varias razones que el cerebro ve lógicas, aunque en ocasiones esa explicación escapa a la consciencia. Por esto, es bueno acudir a un profesional en el momento en el que se sienta malestar.

¿Cómo se trata la ansiedad?

Tal y como explica la psicóloga Ana Lucas, la terapia la enfocamos en tres partes. La primera parte sería estabilizar a la persona, estabilizarle los síntomas que tiene de ansiedad y que entienda cómo es esa dinámica de la ansiedad, por qué se dispara, qué es lo que hace que ante determinadas situaciones pues esa persona se dispare. Y cuando esa persona consigue entender por qué se dispara, cuáles son las ideas que le vienen, cuáles son las sensaciones que tiene y cómo funciona eso, cuál es el efecto que tiene eso y esa dinámica, hemos conseguido el 50%, que es que la persona entienda qué le está pasando. No es “estoy descontrolado y me voy a volver loco”, sino que eso tiene una explicación, esa sería la primera parte. Una vez que hemos conseguido que la persona se estabilice y que entienda qué es la ansiedad pasaríamos a generar habilidades si es que las necesita, recursos, pasaríamos a que entienda cuál es su estilo de afrontamiento, que entienda cómo procesa las diferentes situaciones y hacer una reestructuración de esa parte. Una reestructuración quiere decir que hay veces que tenemos ideas exageradas que nos hacen ver la realidad de una forma que a lo mejor no es objetiva, sería la segunda parte. Y la tercera parte sería ir a la raíz de por qué esa persona tiene un estilo ansioso, tiene un estilo que genera ansiedad. ¿Cómo lo hacemos? Pues lo hacemos con EMDR, trabajamos a nivel de emociones, de sensaciones y de ideas. Y la última parte, sería finalizar el tratamiento y que la persona salga por la puerta sin terapia y sin medicación en el caso de que fuera necesaria, y pueda hacer una vida normal y feliz.

¿Se cura la ansiedad?

Sí, la ansiedad se cura y además no necesitamos terapias muy largas. Lo que vamos a conseguir es que la persona desarrolle un nuevo estilo de afrontamiento, desarrolle nuevas habilidades que a lo mejor no tenía. Pero sobre todo, vamos a conseguir una curación emocional.