
Turismo e historia
Así es el espectacular pueblo ballenero de Galicia que sirve de entrada a la Costa da Morte
En sus aguas, gallegos y vascos capturaban ejemplares de los que luego se aprovechaba casi todo, comenzando por la grasa y por la carne

Hay en su escudo, como en todos, un conjunto de símbolos que resumen, para el buen entendedor, el relato vital de siglos y habitantes. La torre que se eleva sobre el azul inmenso del Atlántico, rememorado a las de Cillobre y a la del Viso. La ballena, sombra oscura que descansa a los pies de la estructura. Y dos espigas que rodean el conjunto, representando el carácter agrícola de un municipio que, pese a todo, ayer, hoy y siempre surge como puerta de entrada a la Costa da Morte.
Una ubicación que, a fin de cuentas, hacen de A Laracha un lugar único, un espacio vinculado, en cierto modo, al misticismo de esa Costa y a su pasado, marcado por naufragios y terrores, sí, pero también por las ballenas que, entonces, representaban una completa industria del día a día.
No en vano, Caión, única salida al mar del municipio, se convirtió durante el siglo XVI en uno de los principales puertos balleneros del norte peninsular. En sus aguas, gallegos y vascos capturaban ejemplares de los que luego se aprovechaba casi todo, comenzando por la grasa y por la carne.
En esta línea, ya existen documentos datados en la década de 1560 del Archivo Notarial de A Coruña que reflejan los contratos entre balleneros y nobleza local para el uso del puerto y las instalaciones de esta imponente industria de otra época.
Naturaleza
Pero más allá de las ballenas, A Laracha sigue siendo hoy uno de esos pedacitos del litoral gallego que esconde casi una exclamación a cada paso. Sucede, por ejemplo, con la playa de Caión, de fina arena que contradice, en parte, el temerario oleaje del Atlántico, ese que ha dado lugar a la propia leyenda de la Costa da Morte.

Acontece también con la de Arnela, un diminuto arenal al que sólo se puede acceder cuando baja la marea; o con la de O Cárcere Vello, reminiscencia de otra época en la que, al parecer, un túnel conectaba la costa con la prisión situada en el Pazo de los Condes de Granxal.
Aunque tampoco todo es litoral en A Laracha. Alejándose un poco, tierra adentro, el río Anllóns y sus afluentes recorren un entramado natural que ofrece, aquí y allá, innumerables rutas de senderismo marcadas por el verde sus paisajes y por la humedad digna de la costa.
Celebraciones
Aunque la historia de A Laracha tampoco se entendería sin sus tradiciones. De entre todas, destaca una: la Romería de Nosa Señora dos Milagres de Caión, que cada 8 de septiembre reúne en torno a una imagen de nuestra Señora a miles de visitantes y vecinos. Declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia, año a año los peregrinos llegan al santuario para pedir curación o agradecer favores a la Virgen.
Asimismo, en el ámbito gastronómico destaca la Feria das Cereixas de Paiosaco, que se celebra el primer domingo de julio y sirve, entre otras cosas, para rendir homenaje a aquella tradición agrícola del municipio que su escudo se empeña en recordar.
Porque a fin de cuentas en A Laracha la historia y el trabajo van de la mano a lo largo de los siglos, desde ese devenir ballenero hasta la agricultura, presente ayer y hoy. Un lugar que se mantiene imperturbable ante el azul oscuro del océano, recordando a todo quien lo visita que, más allá del tiempo, se mantiene como puerta de entrada a la Costa da Morte.
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