
Cultura y tradición
Las bestas gallegas conquistan Cannes
Una experiencia inmersiva sobre la Rapa das Bestas de Sabucedo acerca al Festival el poder atávico de una tradición única en Europa

La fuerza del monte gallego ha irrumpido este año en el Festival de Cannes. Y lo ha hecho de una forma, tal vez, insospechada: a través de la Rapa das Bestas de Sabucedo, una de las tradiciones más antiguas y peculiares de Galicia, transformada ahora en una experiencia cinematográfica inmersiva con sonido espacial, pantallas envolventes de 270 grados, olor a hierba y el eco de los cascos de los caballos percutiendo alrededor del espectador. El responsable de esta propuesta es el realizador lucense Brais Revaldería, que compite en la sección dedicada al cine inmersivo con su obra Fillos do vento: A rapa.
En declaraciones recogidas por la agencia EFE, Revaldería explica que tenía “grabada en la retina la imagen de los aloitadores saltando encima de los caballos” y que, tras siete años de trabajo, ha logrado trasladar esa intensidad física y emocional a un formato que desafía los límites del cine convencional. “Es un acto de ganadería, una forma de ocuparse de los caballos. Si no fuera por los aldeanos, estos animales no seguirían aquí”, subraya el director, que también prepara un largometraje documental sobre el tema.
La reacción en Cannes no ha dejado indiferente a nadie. Algunos espectadores salen emocionados, mientras otros comparan esta tradición con el toreo. Revaldería lo deja claro: “No tiene nada que ver”. Él insiste, la rapa no es espectáculo sino necesidad, y Sabucedo es el ejemplo más puro de esa tradición.
Una lucha a cuerpo limpio
Entre todas las rapas das bestas que tienen lugar cada verano en Galicia, la de Sabucedo, en A Estrada, resulta, sin duda, la más conocida. No sólo por tratarse de la más antigua, sino por conservar intacta su esencia. Es el único curro en el que los aloitadores -nombre que reciben quienes se enfrentan cuerpo a cuerpo con los caballos salvajes- no utilizan cuerdas ni palos. Solo sus manos, su fuerza, su habilidad y una compenetración imprescindible, casi espiritual, con los animales.
En este rito centenario, los jóvenes de la parroquia se inician cada año en el arte de dominar a las bestas sin más herramientas que su cuerpo y su voluntad. Tres aloitadores se encargan de cada caballo, que es inmovilizado con respeto para proceder al corte de las crines, la desparasitación y el cuidado de posibles heridas.

La celebración tiene un marcado carácter colectivo. Comienza con una misa al amanecer en honor a San Lorenzo, patrón del lugar. Parte de las manadas pertenecen simbólicamente al santo, y son precisamente esas las que se rapan. Tras la liturgia, vecinos y visitantes se internan en el monte para reunir a las yeguas y garañones, conducirlos hacia el curro y así dar inicio a una experiencia que trasciende lo turístico para convertirse en vivencia etnográfica.
Leyenda y modernidad
Según la leyenda, la Rapa das Bestas de Sabucedo nació tras la promesa de dos hermanas al santo patrón: le ofrecieron dos yeguas si su aldea se salvaba de una peste. El milagro ocurrió, y desde entonces, siglo tras siglo, la tradición prosigue. Hoy, el evento es Fiesta de Interés Turístico Internacional y atrae a miles de visitantes, investigadores y medios de comunicación de todo el mundo.
Las imágenes de los garañones enfrentándose o de los aloitadores inmovilizando a un caballo entre vítores del público han dado la vuelta al mundo. Pero más allá del espectáculo, lo que se celebra es una relación ancestral entre el ser humano y el animal salvaje, una simbiosis que ha perdurado gracias a la implicación de todo un pueblo.
Las gradas se llenan durante el fin de semana, en el nuevo curro construido en mampostería, mientras los más pequeños inician su aprendizaje con los potros, repitiendo gestos que sus mayores heredaron a su vez de sus abuelos.
El lunes, el ciclo se cierra con un curro solidario cuya recaudación se dona a causas benéficas. Luego, las manadas regresan al monte, donde vivirán en libertad hasta el año siguiente.
Sabucedo más allá del curro
Durante los días de la fiesta, Sabucedo se convierte en un hervidero de visitantes que se alojan en casas rurales, participan en comidas junto al curro y acampan en las zonas habilitadas por la organización. Duchas, baños públicos y servicios básicos completan la oferta para quienes deciden vivir la experiencia en plena naturaleza.
Además, se celebra el festival Rapasóns, con presencia destacada de la música gallega de raíz, y se organizan rutas como la de los molinos de Vesacarballa, un recorrido con molinos restaurados, canales de agua y un aserradero abierto al público durante esos días.
De Sabucedo al mundo
Bajo este prisma, Fillos do vento: A rapa es, en palabras de su autor, una ventana a la espectáculo visual de esta tradición, pero también un aviso sobre su fragilidad que tiene, en este caso, forma de instalaciones eólicas que amenazan el ecosistema que permite la existencia de estas manadas salvajes.
A través de la tecnología, Revaldería ha dado voz a esa Galicia que aúna tradición y modernidad. Un trabajo que permite escuchar el galope de las bestas mientras que se siente el aroma del monte gallego. El próximo 22 de mayo se sabrá si Fillos do vento: A rapa se alza con el premio a la mejor obra inmersiva del certamen. Pero más allá del palmarés, la tradición ya ha ganado: ha llegado a uno de los escenarios más prestigiosos del cine mundial sin dejar de ser lo que siempre fue.
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