Lengua

Estas son las palabras en gallego que desconoces y no dejarán de sorprenderte

Entre piedras redondas, vientos helados y peces menudos se ocultan un sinfín de significados del léxico más entrañable de Galicia

La sardina pequeña se denomina xouba en gallego.
La sardina pequeña se denomina xouba en gallego. IEO

Hay lenguas que cuentan historias. Otras, como el gallego, parecen susurrarlas desde lo más profundo del alma y de la tierra, desde los pinares y las orillas en las que rompen las olas con resaca. A fin de cuentas, no estamos hablando sólo de un idioma: nos referimos a una mirada al mundo. Y esa mirada está llena de palabras que no existen en castellano o que, si existen, no evocan lo mismo.

Son términos que huelen a humedad, a pan de broa, a mar de fondo y a infancia en aldeas que ya no existen. Palabras que despiertan la curiosidad como quien descubre un tesoro escondido bajo la hojarasca.

En las redes sociales, especialmente en TikTok, algunas cuentas como Curruncho Galego han emprendido la tarea de rescatar esas voces y compartirlas con nuevas generaciones. Aquí reunimos una selección de términos que nos invitan a ver el mundo con ojos gallegos. Y lo que se ve… sorprende.

Xouba

Más que una sardina pequeña, la xouba es el preludio del verano gallego. Aparece en las lonjas y las fiestas populares como un bocado humilde pero sabroso. Algunos la llaman también parrocha, y su nombre evoca el sabor a mar recién asado.

Peto

El gallego no necesita palabras extranjeras para hablar de pequeños misterios. Un peto es ese hueco escondido en la ropa donde guardamos monedas, llaves o incluso secretos. También puede ser la hucha donde se guardan los primeros ahorros de una vida.

Viruxe

Cuando el viento corta la cara y el aliento se hace humo, no hay término más preciso que viruxe. No es sólo aire frío: es ese soplo seco que parece venir del fin del mundo. Los inviernos gallegos lo conocen bien.

Melopea

Aquí el lenguaje se relaja y se vuelve festivo. Una melopea no es una borrachera cualquiera: es esa alegría etílica que empieza con risas y termina en canciones desafinadas. Tiene otros nombres, como borracheira o candonga, pero este suena a poesía de taberna.

Enxoito

Cuando algo está reseco, sin humedad ni ternura, decimos que está enxoito. Puede referirse a la tierra, al pan o incluso a una conversación sin chispa. Una palabra útil y precisa que no necesita rodeos.

Caveira

En el lenguaje del Samaín, la festividad ancestral gallega que inspiró el Halloween, caveira es el conjunto de los huesos del cráneo. Tiene un eco sonoro y algo fantasmal que impone respeto… o ternura, según el dibujo que la acompañe.

Pantasma

No es un susto, sino un alma en pena. Pantasma son los espíritus de los difuntos que aún vagan por el mundo mortal. En Galicia, donde las leyendas y el más allá se mezclan en la niebla, esta palabra no puede faltar.

Cadaleito

Más allá del ataúd, el cadaleito tiene algo de ritual. Es la caja donde los muertos descansan antes de su último viaje. Una palabra que, aunque oscura, forma parte del ciclo de la vida.

Xoaniña

Ese pequeño insecto rojo con lunares negros que los niños dejan subir por sus dedos se llama xoaniña. Dice la tradición que da suerte. Y con ese nombre, redondeado y musical, ¿cómo no iba a traerla?

Arume

Las hojas del pino no son simplemente agujas: son arumes. El nombre parece murmurar cuando el viento sopla entre las ramas. Así, el bosque no solo se ve, también se nombra y se escucha.

Estas palabras no se aprenden, se descubren. Como conchas en la orilla, esperan a quien se agache con la curiosidad de un niño. Algunas suenan rudas, otras suaves. Pero todas tienen algo en común: son profundamente gallegas. Y una vez que entran en tu vocabulario, se quedan. Porque nombran lo que el castellano a veces no alcanza. Y porque, como la tierra que las vio nacer, no se olvidan.