Turismo y naturaleza
Las Fragas do Eume: uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa
En sus 9.000 hectáreas comprendidas entre tres ayuntamientos de A Coruña apenas viven 500 personas, ofreciendo un espacio casi virgen que merece la pena visitarse
El río Eume, de unos cien kilómetros de longitud, discurre por Galicia hasta desembocar en el Atlántico por la ría de Ares, labrando, a su paso, un profundo cañón cuyas laderas configuran uno de esos tesoros ocultos de nuestra tierra: las Fragas do Eume, uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa.
Un lugar casi místico que alcanza todo su esplendor en este otoño recién estrenado, cuando las hojas de robles y castaños configuran un manto caducifolio que se acompaña de abedules, fresnos y avellanos, de árboles frutales y de los perennes laureles, acebos y madroños. Todos ellos, junto a helechos y musgos, crean un ambiente de misterio que se tiñe de ocre y verde en esta época.
Dentro de sus 9.000 hectáreas de extensión viven menos de 500 personas, lo que da una idea del estado virgen de estos bosques que se enclavan entre los ayuntamientos coruñeses de As Pontes, Pontedeume y Monfero.
Las Fragas do Eume han sobrevivido al paso de los siglos casi intactas, conservando, junto a la abundante variedad de flora, una no menos interesante fauna. Este ecosistema acoge a más de un centenar de especies de aves, mamíferos como el jabalí, el corzo y el lobo, y varias especies de anfibios, como la salamandra rabilarga, un habitante típico de la zona.
A lo largo de sus senderos, la fraga revela un paisaje que parece suspendido en el tiempo, con rocas cubiertas de musgo y arroyos que serpentean entre los árboles, generando un escenario de tranquilidad y desconexión. Pero la magia de las Fragas no solo reside en su naturaleza exuberante, sino también en los monumentos históricos que oculta en su interior.
De San Xoán de Caaveiro a Santa María de Monfero
Uno de los puntos de mayor interés es el monasterio de San Xoán de Caaveiro, un edificio que, durante siglos, fue un centro de retiro espiritual. Su historia se vincula a San Rosendo, perteneciendo a la orden de San Benito y, posteriormente, siendo monasterio de coengos regulares de San Agustín.
Fundado en el siglo X, el monasterio se asienta en lo alto de una colina, rodeado de un denso bosque. Su ubicación estratégica y solitaria responde a la necesidad de los monjes de encontrar paz y aislamiento en un entorno natural, ideal para la meditación y el contacto con lo divino.
Desde su fundación, Caaveiro ha tenido una historia agitada. Aunque en sus primeros siglos fue un lugar de recogimiento y prosperidad, con el tiempo sufrió un declive debido a su abandono y a la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. No obstante, en el siglo XX, el interés por la recuperación de este patrimonio llevó a que se restaurara y reabriera como punto de interés histórico y turístico.
Hoy en día, Caaveiro es un destino imprescindible para los visitantes de las Fragas do Eume. La ruta para acceder al monasterio transcurre por senderos rodeados de naturaleza, y las vistas desde sus miradores son espectaculares, con el río Eume serpenteando en el fondo del valle. En sus muros aún se percibe el eco del pasado, y cada rincón cuenta una historia de fervor y espiritualidad.
A pocos kilómetros de Caaveiro se encuentra otro tesoro histórico: el monasterio de Santa María de Monfero. A diferencia del primero, este fue fundado por monjes cistercienses en el siglo XII y pasó a ser un símbolo del esplendor monástico de la Edad Media en Galicia. Aunque los primeros edificios del monasterio se construyeron en estilo románico, fue en el siglo XVII cuando se realizaron importantes reformas que le otorgaron su actual fachada barroca, una auténtica joya del arte gallego.
La fachada de Santa María de Monfero es su elemento más distintivo, con un diseño ajedrezado de granito y pizarra que llama la atención por su elegancia y singularidad. En el interior, a pesar de que parte del monasterio está en ruinas, se pueden apreciar vestigios de su antigua grandeza, como el claustro y la iglesia, donde la luz que entra por los ventanales crea un ambiente de recogimiento.
El monasterio de Monfero fue un centro de poder e influencia en la Galicia medieval, y su patrimonio artístico y cultural sigue siendo objeto de estudio. Al igual que Caaveiro, Monfero sufrió los efectos de la desamortización, lo que provocó su abandono progresivo. Sin embargo, en las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo por preservar y poner en valor este conjunto monumental.
El legado de las Fragas
Visitar las Fragas do Eume es sumergirse en una naturaleza que parece inalterada por el tiempo, y en una historia que conecta con las raíces espirituales y culturales de Galicia. Tanto el monasterio de San Xoán de Caaveiro como el de Santa María de Monfero son testigos de un pasado en el que el ser humano y la naturaleza convivían en armonía, buscando en el entorno natural un refugio para el alma.
En la actualidad, el parque natural es un destino de ecoturismo, donde los visitantes pueden disfrutar de senderos de diferente dificultad, rutas guiadas y paseos en bicicleta. La conservación de este espacio es clave para preservar tanto su biodiversidad como su patrimonio histórico, ya que representa un testimonio invaluable del equilibrio entre el hombre y su entorno a lo largo de los siglos.
Las Fragas do Eume son, en definitiva, un lugar donde la naturaleza se mezcla con el legado histórico, ofreciendo una experiencia única que invita a la reflexión y al disfrute pausado de un entorno de incomparable belleza.
✕
Accede a tu cuenta para comentar