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Catedral de Santiago

Muere el deán que vivió el robo del Códice Calixtino: José María Díaz, símbolo de una herida en la Catedral de Santiago

El sacerdote mindoniense fallece a los 96 años tras una vida marcada por la custodia del manuscrito medieval y su lucha por preservar el legado jacobeo

El sacerdote mindoniense fallece a los 96 años tras una vida marcada por la custodia del manuscrito medieval y su lucha por preservar el legado jacobeo Turismo de Galicia

José María Díaz Fernández, exdeán de la Catedral de Santiago y figura clave en la historia reciente del templo compostelano, falleció este domingo en su Mondoñedo natal a los 96 años. Su funeral se celebrará este lunes a las 17:00 horas en la Catedral de Mondoñedo, en un gesto de reconocimiento por parte de la curia.

Durante más de tres décadas, Díaz Fernández ejerció como deán y canónigo archivero del templo, modernizando el archivo y ganándose el respeto de académicos y expertos. Su trayectoria estuvo marcada por un compromiso profundo con la preservación del patrimonio cultural y religioso, especialmente vinculado al Camino de Santiago.

El robo del Códice Calixtino

El robo del Códice Calixtino, ocurrido entre el 30 de junio y el 5 de julio de 2011, fue uno de los episodios más impactantes en la historia reciente de la Catedral de Santiago. El manuscrito, considerado la primera guía del Camino de Santiago y valorado como una joya del patrimonio medieval europeo, desapareció de la cámara acorazada del archivo sin dejar rastro.

José María Díaz Fernández, entonces deán y archivero del templo, fue quien recibió la alerta del medievalista encargado del archivo. Al comprobar que la caja fuerte estaba vacía, Díaz se mostró profundamente afectado. La investigación reveló que el robo había sido perpetrado por un antiguo electricista de la catedral, José Manuel Fernández Castiñeiras, quien conocía perfectamente las instalaciones y disponía de copias de las llaves. El manuscrito fue recuperado un año después, en julio de 2012, en el garaje del ladrón en O Milladoiro, envuelto en papeles y escondido en un saco de pienso.

El impacto emocional del suceso fue devastador para Díaz. En octubre de 2011, presentó su dimisión como archivero tras 36 años de servicio, y aunque también quiso renunciar como deán, el arzobispo de Santiago rechazó su petición, reconociendo su compromiso institucional. El episodio marcó un antes y un después en su vida. En diciembre de 2012, se retiró definitivamente a Mondoñedo, su ciudad natal, buscando recogimiento tras una etapa marcada por la pérdida, la presión mediática y el dolor de haber sido testigo directo de uno de los mayores atentados contra el patrimonio cultural gallego.

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