Crónica
Ay, Ainhoa Arteta, piensa que la justicia feminista no concede indultos
Una vez más, la soprano Ainhoa Arteta ha salido en defensa de Plácido Domingo por los ataques que el tenor recibió en su retorno a Madrid: que el concierto fue una maravilla y la reacción del público estupenda, y que ella ha respetado a Plácido desde el principio y sigue respetándolo. Y añadió: «Está muy lejos de lo que se le acusa». Ay, Arteta, o dejas los respetos y las admiraciones o la justicia feminista irá a por ti hasta el fin de tus días o de los suyos. Ahora que se quieren cargar hasta a Marilyn Monroe por sexista, temo que te van a perseguir hasta el catre, y por parte de alguna no solo metafóricamente. Confesar públicamente que «a mí esa señora no me importa mucho» en referencia a la ministra de Igualdad, te puede costar un vudú con maldición de afonía permanente o la condena a cantar en la manifestación del Orgullo Gay, el 3 de julio, el rap de Miss Bolivia: «Si nos tocan a una, nos tocan a todas/el feminicidio se puso de moda…», o aquel otro de Krudas Cubensi: «Saquen sus rosarios de nuestros ovarios/ saquen sus doctrinas de nuestras vaginas…».
Ojo, Ainhoa, que la Montero se gasta fuerte carácter, o sea, mala leche, y más ahora que vive un momento delicado por los rumores de separación de la pareja que vuelan en la redes, esto es: dicen que a Pablo Iglesias hace tiempo que no se le ve por Galapagar y hay quien cree que se ha ido a meditar a Nepal para encontrarse a sí mismo y a Marx. En este trance, su madre (la de Irene) acudió a aliviar la soledad de la niña. Se llama Adoración y cuentan las lenguas de vecindona galapagueñas que la hija la abronca con frecuencia y en alta voz. Si a una madre que se llama Adoración le grita así, imagínate, Ainhoa, la que te puede montar a ti. Siguen contando las malas lenguas que a Irene le gustaba más su novio con coleta y que desde que se la cortó ya nada es lo mismo para ella: Pablo perdió su signo de identidad y su poderío, dejándola huérfana en el coro podemita y en Moncloa. Prudencia, Ainhoa. La justicia feminista no concede indultos.
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