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Urkullu y Otegui podrían apoyar la vacuna vasca porque refuerza el RH negativo

El lehendakari, Iñigo Urkullu, durante la rueda de prensa en la que ha anunciado las medidas adoptadas contra el Covid. EFE/David Aguilar
El lehendakari, Iñigo Urkullu, durante la rueda de prensa en la que ha anunciado las medidas adoptadas contra el Covid. EFE/David AguilarDavid AguilarAgencia EFE

Pese a que la llamada «vacuna vasca», que en realidad es la alemana CureVac, solo ha demostrado una efectividad del 47 % y, por tanto, podría quedar fuera del programa europeo de inmunización, Urkullu y Otegui estarían dispuestos a apadrinarla y apoyarla: cuentan que en los dos centros donde se experimentó, pudo comprobarse que reforzaba en buena medida el RH negativo de los euskaldunes, aizkolaris y abertzales en general que recibieron el suero. Imagino que les gustaría que fuera bautizada con el nombre de Sabina en honor al padre del nacionalismo vasco, Sabino Arana, un especialista en sangres superiores e inferiores dependiendo de la raza (vasca o española) y que, curiosamente, aún no ha sido cancelado. Ahí lo tienen, entroncado en el árbol sagrado de Guernica y en las instituciones vascas. No han tenido tanta suerte Colón e Isabel la Católica, cuyas estatuas han sido retiradas de Colombia. Tampoco Juan de la Cierva, Ramón y Cajal, Menéndez Pidal y Gregorio Marañón, que han estado a punto de ser cancelados de los premios nacionales que llevan sus nombres. No lo han conseguido a la primera, pero lo conseguirán a la segunda, como Kichi logró al fin retirar la placa conmemorativa de la casa natal de Pemán en Cádiz. Toda una chirigota que Kichi canta ahora acompañado por su Teresa Rodríguez, ex de Iglesias: «Al divino impaciente/ me lo cepillo/ por monárquico reverente/ y monaguillo».

Se espera que, en esta línea, de un momento a otro intenten cambiar de nombre el Cervantes por considerarlo un duelista y machista violento que pasó por cárceles y encima recaudó impuestos olvidándose del IVA. Se esgrimirá que supone un pésimo ejemplo para el progrerío juvenil morado, sanchista y wonderful, y quizá pase a llamarse Premio Almudena Grandes, por ejemplo. Así como lo razonable para un fan de cualquier partido es que pienses lo mismo que él, pues así alcanzarás la luz y el camino de la verdad, lo justo y necesario para la llamada Ley de Memoria Democrática es que algún día llegues a recordar exacta y exclusivamente lo que sus inquisidores desean que recuerdes, ni más ni menos. Alzhéimer político o así, le grito al televisor.