Gente

Adiós a Palma: La Familia Real, tras los pasos de Sissi

La Familia Real, durante su visita a Son Marroig, lugar emblemático de la cordillera norte de la isla de Mallorca, declarado Bien de Interés Cultural
La Familia Real, durante su visita a Son Marroig, lugar emblemático de la cordillera norte de la isla de Mallorca, declarado Bien de Interés Culturallarazon

Los Borbones inventaron el turismo. Sentencia real. Ni «fake news» ni desbarre de Wikipedia. Mérito de hace poco más de un siglo. Antes de que Pedro Lazaga le plantara a Paco Martínez Soria unas bermudas a rayas y camisa hawaiana ojiplático en pleno «boom» del biquini germánico en un país en blanco y negro. Antes de que el «low cost» impusiera la maleta de mano como único equipaje para sobrevivir en una aerolínea directa a Magaluf. Ahí estaba el archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena y Borbón. De los Borbones austriacos, pero Borbón al fin y al cabo. En 1867 recaló en Mallorca para escribir un libro de escarabajos y la isla le atrapó. Le gustaba una expedición más que a Jesús Calleja. Y se lo podía permitir.

Desde los 20 años, en un veraneo permanente a bordo de su barco. Presumiendo de moscosos. A falta de móvil para registrar su tournée, se marcó más de cincuenta libros con ilustraciones, textos, mapas y fotografías. Estableció residencia y se lió a comprar fincas en la zona norte, entre Valldemossa y Deià. Un loco de la isla que abrió caminos y levantó miradores para dar a conocer la región entre los aristócratas de su entorno. O lo que es lo mismo, fue el precursor del ecoturismo decimonónico. Hasta tal punto de que este «influencer» se trajo a su prima Sissi a hacer senderismo. Llámenlo «trekking» si se han comprado los bastones de ganga en el Lidl de Calvià.

Bien de Interés Cultural

Hasta aquí la primera lección de geografía e historia balear que la princesa Leonor y la infanta Sofía recibieron ayer de buena mañana sobre un familiar lejano. Escapada rural con sus padres. El punto de encuentro: Son Marroig. En el corazón de la sierra de la Tramuntana. Bien de Interés Cultural. Luis Salvador hizo de su lugar de trabajo y estudio. Así se lo hicieron saber durante el paseo José María Sevilla y su hijo José Sevilla, esposo de Isabel Rivas Vives, propietaria de esta hacienda del siglo XVI y heredera directa. «Ya había venido hace muchos años y conocíamos la figura del archiduque», confirmó el Rey a los periodistas. «De forma modesta estamos contribuyendo al patrimonio del archiduque y por eso esta visita es muy relevante», explica José María Sevilla, que ha visto especialmente interesada a la Reina por la sostenibilidad y promoción de la prioda.

Recorrido de media hora que comenzó por el templete de mármol de carrara –enclave preferido por los alemanes de bien para casarse, como el futbolista Mario Götze–, continuó por los jardines y concluyó por la terraza mirador. Doña Letizia, con un vestido beige de loneta abotonado, esparteñas y de nuevo el bolso de roba de llengües que llevó en Pollença. Leonor y Sofía, con trenzas y vestidos azul y blanco respectivamente. Y Don Felipe, vaquero blanco y camisa estampada en marino. Pasadas las diez y cuarto de la mañana, el sol aprieta hasta tal punto que padres e hijas utilizan la mano de visera para contemplar el horizonte. «Las vistas desde la balconada de la logia son tan impresionantes que National Geographic la ha incluido entre los diez mejores paisajes del mundo y eso les ha impactado», desvela Sevilla.

Sissi en la isla

Entre «royals» en la montaña y millonarios en el mar, en el recorrido turístico se cuela el nombre de la emperatriz. En dos ocasiones, atracó en Mallorca. La primera, en diciembre de 1892, durante diez días para saludar a su primo. En enero de 1893 volvió al puerto de Sóller y se hospedó en Son Moragues, a unos kilómetros de Son Marroig. Fue escala de una gira de la diva austriaca por España que le llevó también a Alicante, Elche y Granada –con visita secreta a la Alhambra–. No había paparazzis, pero sí cronistas igualmente avezados y una emperatriz con más excentricidades en su cerebelo que Paris Hilton en temporada alta ibicenca. En su escapada de diez días a buen seguro que hubo que echarla de comer aparte. Sobre todo, porque tuvo lugar después de que fusilaran a su hermano Maximiliano y suicidio de su hijo Rodolfo Catalina Homar.

Concluido el paseo por Son Marroig, la familia real se trasladó al Monasterio de Miramar, fundado por Ramon Llull en 1276. También propiedad de los Sevilla Rivas, el recorrido lo hicieron esta vez sin periodistas a la zaga. En privado pudieron ver la capilla donde se conserva la imagen de una Virgen que Sissi le regaló a su primo. «Es una copia de una imagen que se conserva en Marsella a la que le tienen mucha devoción los marineros franceses», apunta el propietario de la finca. Pero, al parecer, más que por la aristócrata, a los Reyes les interesó más ahondar en la figura del polifacético beato balear –a punto de ser declarado santo–, que lo mismo le daba por la lógica matemática que se sumía en la poesía mística. «Es una figura enorme y desconocida», destaca Sevilla.

Con esta excursión, se daría por concluido el periplo de la Familia Real en Mallorca, después de algo más de una semana con la mayor exposición pública vista en la isla desde que Don Felipe subiera al trono: club náutico, cine, cenas varias, posado ajardinado, audiencias, recepciones...

Millonarios en el mar

Desde el famoso mirador, también se puede adivinar el yate en el que estos días navega el hombre más rico del mundo y fundador de Amazon, Jeff Bezos. El empresario estuvo fondeando por la zona a bordo de una embarcación llamada «Rising Sun» –con 138 metros de eslora y valorada en 200 millones de dólares–, propiedad de su amigo David Geffen.