Vida polémica
Luis Fernando de Orleans y Borbón: el Infante maldito
Hoy se parecería «a un Froilán o una Victoria Federica», cuenta Eduardo Álvarez, autor de «El hijo de Eulalia», una obra que relata la vida del primo del Rey Alfonso XIII
Luis Fernando: abiertamente homosexual, drogadicto, excéntrico, promiscuo, tarambana, alborotador y farandulero. Y también Infante de España. Todo un Borbón y Orleans desatado en el París, desenfrenado y bohemio, de los locos 20; alternando los más lujosos y refinados salones con los burdeles y antros de reputación dudosa. Saltando de fiesta en fiesta, de cama en cama. ¿Cómo es posible que tan excesivo personaje, al que el propio rey Alfonso XIII despojó de su título y de sus honores debido a sus escándalos, no tuviese ya una novela? Eduardo Álvarez, periodista especializado en temas relacionados con la realeza, acaba de solucionar tan incomprensible dislate y presenta su primera novela, El hijo de Eulalia (La Esfera de los Libros), una auténtica delicia y todo un hallazgo.
«Luis Fernando de Borbón y Orleans es un caramelo para cualquier autor, su vida es pura literatura», explica Eduardo, que no conocía antes al personaje. Llegó a él, cuenta, curioseando entre los miembros secundarios de la familia real, husmeando atrás en el tiempo, inmerso en la búsqueda que le exigía la tarea de permanecer fiel a una previa condición autoimpuesta: «escribir sobre un personaje del que no se hubiese escrito antes ninguna novela». Al topar con Luis Fernando de Borbón y Orleans, hijo de Eulalia de Borbón y de Antonio de Orleans y Borbón, con aquella vida disoluta y desprejuiciada, incomodísimo para la propia Familia Real a la que pertenecía, supo al instante que era él. «Lo supe, supe que era justo lo que buscaba. Su vida es ya una novela, casi sin necesidad de intervención, y fue como si me dijese: Hazlo», ríe. «Y cumplí su mandato».
Escándalo tras escándalo, Luis Fernando no estaba solo en su condición de elemento provocador y desestabilizador para la monarquía de la época: su madre, hermana de la reina regente María Cristina y tía del Rey Alfonso XIII, inquieta e interesada por las artes y las ciencias, se divorció de su padre cuando hacerlo era impensable; este, mujeriego y parrandero, se instaló con la que llevaba años siendo su amante, dilapidando gran parte de su fortuna; su hermano Alfonso se casó sin el necesario permiso real, provocando la retirada de su título y de sus derechos asociados a su condición de infante. «No he tenido que incurrir en excesos de ficción», cuenta Eduardo, «porque ya era suficientemente interesante como personaje, tanto él como su núcleo familiar. No había necesidad de exagerar nada. Con lo que he tenido cuidado, eso sí, es con no caer en la caricaturización, que era un peligro ante un personaje tan excesivo, tan descontrolado y llevado por sus pasiones. Mi obsesión era ser fiel a las huellas que ha dejado, e intentar reflejar lo más fidedignamente posible su vida. Me encontré con que había una gran cantidad de testimonios, una buena parte de su vida estaba documentada, de manera muy consistente y veraz. Pero, aunque parezca increíble, no había una novela todavía, solo había editada una biografía».
Resulta inevitable trazar un paralelismo con la actualidad de la institución mientras se lee el libro, mientras se avanza, boquiabierto, en la sorprendente vida de un infante maldito. «No se puede leer esta novela en 2021 sin reparar en una inevitable analogía con el presente. Me iba dando cuenta de ello mientras la escribía», comenta. «Aunque los escándalos hoy en día sean de naturaleza distinta, vemos claramente cómo la monarquía se ve zarandeada en su imagen y en sus intereses, en muchas ocasiones por sus propios miembros, a lo largo de la historia. Tanto entonces como hoy. El debate público, como se puede comprobar, ya existía hace un siglo».
Siguiendo con esa inevitable analogía, no hay duda de que un Luis Fernando, primo del Rey Alfonso XIII, el mismo que le dejaría sin su título de Infante de España, sería hoy en día un personaje muy popular en los medios. «Hoy en día no formaría parte de nuestra familia real. Ahora la componen solo los Reyes, las Infantas y los Reyes Eméritos. Eso que solo ocurre aquí hace que hoy Luis Fernando se pareciese más a un Froilán o una Victoria Federica, sobrinos del Rey que no forman parte de la Familia Real. Es una anomalía, ocupando puestos tan altos en la línea sucesoria, ya que eso provoca que, por una parte, no tengan que dar cuentas de nada, pero por otra puedan aprovechar las ventajas de ese nivel. Luis Fernando, hoy –prosigue el autor– habría caído fenomenal a la prensa, pero no tanto a la institución. Era un auténtico bon vivant, muy sensible pero caprichoso y hedonista».
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