Opinión

Los sábados de Lomana: la vyshyvanka de Doña Letizia, un subliminal mensaje de apoyo a Ucrania

La reina Letizia asiste a la ceremonia de entrega de la X convocatoria anual de ayudas a proyectos sociales de la Fundación Mutua Madrileña, este jueves, en Madrid.
La reina Letizia asiste a la ceremonia de entrega de la X convocatoria anual de ayudas a proyectos sociales de la Fundación Mutua Madrileña, este jueves, en Madrid.Chema MoyaAgencia EFE

Quién me iba a decir a mí cuando gritaba «hagamos el amor y no la guerra». Éramos una generación idealista buscando la justicia social, la paz y un mundo mejor; pensando que en el siglo XXI estos temas estarían superados y la convivencia entre los seres humanos, llena de paz y armonía. La frase en las redes sociales al grito de «no a la guerra» y las pegatinas de mochila y camiseta, me resultan postureo. Pregunto y nadie tiene un criterio de cuál es la razón de esta invasión, porque es una invasión de un país libre con su propia identidad, por mucho que Putin lo quiera justificar por la protección de las minorías rusas que allí residen. Putin tiene un solo argumento que ni siquiera es ideológico, él busca la expansión, el espacio; y argumenta sobre la raza. Hitler también hablaba de raza, de «Sacro Imperio Romano Germánico», que pretendía reconstruir con su dominio e invasión de Europa por la raza aria. No había más que verle a él para darse cuenta de sus complejos y contradicciones, y de la negación de esa raza que él idealizaba que nada tenía que ver con su físico. La diferencia entre Hitler y Putin es que éste último tiene armas nucleares, y en un arrebato de su psicopatía se puede liquidar a medio mundo.

Putin no es un loco, es un psicópata impredecible que ignora nuestra historia contemporánea que, analizando su vida mediocre, su mayor aspiración era entrar en la KGB y allí se presentó un día pidiendo trabajo. Todo lo demás, su forma dictatorial de gobernar, su siniestra afición a los envenenamientos de los que él creía enemigos, el miedo a perder su poder imperialista coronándose como un nuevo y hortera Zar es coherente con él mismo. Se va a encontrar con un país cada día más empobrecido, con un tejido social en su mayoría alcohólico que se ha dado cuenta que sus sueños de libertad después de la caída del Muro de Berlín no son tales. Un grupo de oligarcas íntimos de Putin que les dejó enriquecerse de una forma grosera, tienen invertido su botín fuera de Rusia y ahora se encuentran que no pueden disponer de él, y que se está asfixiando su economía como consecuencia de las férreas medidas económicas contra los intereses rusos. Quizá estos multimillonarios sean los que puedan disuadir al dictador de sus propósitos. Pero es difícil negociar o dialogar con alguien que ha perdido la razón. A Putin sólo le queda el Gas... Su potente ejército esta desmotivado hasta el punto que no entienden muy bien con qué propósito atacan a un pueblo hermano.

Soldado ucraniano
Soldado ucranianoZURAB KURTSIKIDZEAgencia EFE

Ayer veía unas imágenes desoladoras de soldados rusos, casi niños, que habían sido hechos prisioneros por el ejército ucraniano; lloraban y no sabían por qué estaban allí. En un bonito gesto de humanidad de los soldados ucranianos, les dejaban hablar con su familia. La humanidad no aprendió de su pasado y continúa matándose por un pedazo de tierra, hasta que se ve reflejado en el dolor del otro, en la destrucción y en lo inútil de esa actitud.

Fue bonito el detalle de la Reina Letizia vistiendo en un acto oficial la blusa típica ucraniana, Vyshyvanka, con el bordado característico enviando un subliminal mensaje de apoyo a Ucrania y sus gentes, posicionándose sin lugar a duda. La ropa siempre he dicho que nos desviste, dice mucho de nosotros y trasmitimos un mensaje a través de ella que dice cuál es nuestra personalidad. Me parece tan bonita que necesito hacerme con una para este verano.