Crónica
Carmen Lomana, desde dentro de ‘Secret Story’: “No soy una gordofóbica”
Lo que cambia la vida cuando se está a un lado o al otro de la cámara. Cuando lean esta crónica yo estaré en Guadalix en el “reality” “Secret Story: la casa de los secretos”. Estoy conociendo a un grupo de chicos y chicas que me han sorprendido. Siempre me sienta mal cuando la gente hace juicios de valor anticipados y te sueltan “Tú estás loca, qué bajo has caído, dónde vas con estos cafres”. Pues he de decir que son personas maravillosas. Todos tienen una profesión, todos trabajan. La mayoría ha estudiado. Una de ellas, Carmen, nada menos que ha hincado los codos con matemáticas puras y tiene un carácter muy fuerte. Todos viven en la contradicción de estar rodeados de gente y a la vez muy solos.
Tuve un problema con el asunto de la comida. Unos decían que comían poco, otros que comían lo suficiente lo que pasaba es que no compraban caprichos y otros se quejaban de que en vez de comprar comida de verdad se hacían con Nutella, chuches y ese tipo de cosas. En fin, llegó el momento de la polémica. Me dijo Álvaro, que tiene exceso de peso, que tenían poca comida a lo que yo le contesté que a él se le notaba poco por cómo se le veía, una broma sin importancia. Entonces, Rafa, que estudió Químicas y trabaja de fontanero, que era la profesión de su padre, y le va muy bien, me instó a que pidiera disculpas porque, decía, le había llamado gordo. ¡Nada más lejos de mi intención! Pero las redes ardieron llamándome gordofóbica, ya ven. Cuando ellos se insultan y se dicen de todo.
Quiero decir con esto que las sensibilidades están a flor de piel, más aún entre personas tan diferentes. Una concursante es asistente social, de madre marroquí y padre alemán, más retraída, que apenas grita pero ¡si no gritas ni te ven y te olvidan! Son guapísimas todas. Les recriminé tener la cocina muy sucia, pero cuando me levanté vi la cocina como los chorros del oro. Ayer les di clases de protocolo. Cómo vestirse, cómo comportarse en una alfombra roja, en fin, les entretuve
Al final, me dijeron “Carmen, qué bien que estés aquí porque nos has traído un poco de paz”. La casa es un escenario al que cuesta acostumbrarse, vivo en una habitación blanca, galáctica, me encontraba tan desubicada, tan mareada, que no podía dormir, como cuando a veces llego a un hotel y me cuesta hacerme a él. Pero estoy contenta, disfrutando de la compañía de estos chicos. Pero aquí no se tiene noción del tiempo, de la hora. Eso desquicia mucho. No es nada fácil concursar ahí, creo que no podría. En la isla sí, porque me sentía muy libre, aquí no.
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