VIAJE HUMANITARIO
La aventura caribeña, con un fin social, de la princesa Beatriz
La visita de la madre de Guillermo de los Países Bajos, de 85 años, a la antigua plantación de Savonet ha despertado grandes simpatías en redes sociales
La princesa Beatriz de los Países Bajos ha vuelto a demostrar que es uno de los personajes más entrañables de la realeza europea. Han pasado algo más de diez años desde su abdicación como reina en su hijo Guilllermo, pero su popularidad continúa intacta. Durante este tiempo, la princesa ha centrado su agenda en sus compromisos sociales y culturales, defendiendo los intereses de su país y de sus ciudadanos. Su avanzada edad no le ha impedido viajar este mes de noviembre a la isla caribeña de Curacao, donde se encuentra el museo Savonet, en el corazón del Parque Christoffel, una magnífica reserva natural.
El viaje tiene como objetivo la educación medioambiental y la princesa ha querido llamar la atención sobre la belleza y la importancia de la naturaleza. El equipo de comunicación de la Casa Real ha publicado una selección de imágenes en la cuenta de Instagram que han recibido comentarios muy positivos. Con la plantación como telón de fondo, en las fotografías se observa a la reina en charla animada con estudiantes de primaria con quienes ha reflexionado sobre los peligros de los desechos que se vierten a la naturaleza.
La reserva pertenece a la Fundación Caribeña de Investigación y Gestión de la Biodiversidad, cuyos responsables le trasladaron su preocupación por el impacto climático sobre el parque. Su recorrido incluyó, además de la visita al museo, un paseo por Aruba, la llamada isla de la felicidad por la belleza de sus playas. Allí continuó su atención sobre la protección de la diversidad natural y los proyectos sociales puestos en marcha. Visitó un jardín comunitario en el que la gente cultiva frutas y verduras.
El viaje, según la familia real holandesa, “reafirma el compromiso con el medio ambiente y la importancia de la cooperación internacional para proteger nuestros recursos naturales”. De paso, evidencia que la princesa Beatriz sigue siendo un pilar fundamental para la monarquía holandesa. Su carisma ha favorecido ese cariño entrañable que siguen demostrándole sus ciudadanos, esta vez a través de sus redes sociales aprovechando su aventura caribeña.
Con su vitalidad, la madre de Guillermo de Holanda demuetra que es un ejemplo de superación personal. Perdió a su marido, el príncipe Claus, y también a su segundo hijo, Johan Friso de Orange, que falleció en un trágico accidente de esquí en 2012, en la localidad de Lech (Austria). Un alud le dejó sepultado bajo la nieve durante más de veinte minutos antes de ser rescatado, lo que le causó un daño cerebral del que nunca se recuperó. A pesar de la tragedia, no ha dejado de acudir a su cita anual en la nieve y en estas mismas pistas, la princesa sufrió una lesión en la muñeca el pasado invierno de la que tuvo que ser intervenida con urgencia.
Los trágicos acontecimientos de su biografía han ido curtiendo el carácter de la princesa y le han inclinado de una manera personal y convincente hacia una labor pública con los Países Bajos y su gente.Tenía 75 años cuando abdicó y desde entonces se ha caracterizado por tener una vida activa que lleva con su habitual naturalidad, simpatía y discreción.
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