Opinión
El diario de Amilibia: Jo, me paso el día llorando
Dios, Él hablando de deportividad y juego limpio. No sé si pedir cita al oculista o al psicólogo.
No sé si para bien o para mal, pero sucede que los viejos somos de lágrima fácil. Quién me lo iba a decir: un destino de ojos húmedos, eso me espera, le grito al televisor. Para colmo de males o bienes, los Juegos Olímpicos tienen un alto componente de emotividad, ya saben, las banderas al viento, los himnos con la mano en el corazón (por los menos los norteamericanos), la exaltación después de cada triunfo…El otro día me descubrí gimoteando cuando el equipo español femenino de jockey marcó un tanto a las inglesas, cosa extraña, porque mi relación con ese juego es similar a la que tiene el Apolo de la Moncloa con la verdad. Me contagió la emoción de las chicas: a uno le emociona mucho la emoción. Qué se va a hacer. También me conmovió la Reina levantando el puño al paso de la barcaza con el equipo nacional. Qué energía, qué bravura, qué corazón entregado, qué demostración de pasión sin ser Pasionaria.
Los Juegos son también una exaltación del patriotismo. Y sucede que este vejestorio se enternece con el patriotismo, como si con los años a uno le entrara ganas de volver a jurar bandera y de plantarse ante Miriam Nogueras y Gabriel Rufián a entonar el «chunta, chunta». Y luego, Él con el polo rojo y la bandera en el pecho visitando a la alcaldesa de París, Hidalgo de pura cepa. Dicen que a ella le costó contenerse en el abrazo al Apolo enfundado en rojo pasión. Y antes, la emoción inicial, Él diciendo en la Moncloa a la delegación de los deportistas: «Sois los mejores embajadores que podría tener España. Os aseguro que si lo dais todo, si dais un ejemplo de deportividad y juego limpio, ya estaremos lo suficientemente orgullosos y orgullosas».
Otra vez las lágrimas. Dios, Él hablando de deportividad y juego limpio. No sé si pedir cita al oculista o al psicólogo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar