Crónica
Los sábados de Lomana: Así fue mi Camino de Santiago
La sensación más impresionante es ir caminando solo con tus pensamientos y sentir lo que significó este camino
Estoy volviendo en Ave de una gran experiencia espiritual. Seas o no creyente, estoy segura de que a todo el mundo que haya hecho el Camino de Santiago le ha supuesto una gran vivencia.
Mi vuelta a Madrid desde León está siendo estupenda, reconozco que me cuesta escribir desde el tren ya que estoy bastante cansada, pero quiero compartir lo que han sido estos días tan intensos.
Empecé el Camino en Mansilla de Las Mulas, hacia mi siguiente parada, León, el lugar en el que nací, la tierra de la familia de mi madre. Durante todo el camino solo he recibido cariño de las gentes, nunca imaginé que me conocieran tanto, y mucho menos que tantas personas me escuchasen en el programa que participo los sábados, «La hora Lomana» en Cope. No conocía Mansilla y me sorprendió su mercado famoso en la zona y también algunas casas con estructura medieval rodeadas de murallas. Recuerdo ahora muchas anécdotas de las gentes que se acercaban para pedirme fotos y contarme mil cosas… seguí el camino y me crucé con muchos peregrinos, la mayoria extranjeros, todo el mundo se saluda deseándonos buen camino.
La sensación más impresionante es ir caminando solo con tus pensamientos escuchando el viento por algunos tramos preciosos, y otros no tanto, pero pensar, escuchar al interior, sentir lo que significó este camino en el medievo. Fue la unificación espiritual de Occidente, la transmisión de cultura y comercio. Por fin llegué a León, tan grandiosa ciudad, tan llena de historia. León en el siglo XII era el París de la época donde se hallaban los mejores albergues de peregrinos, mercados de seda y preciosas telas, era el lugar de encuentro y descanso. Lo primero fue visitar mi catedral, también San Isidoro, esa joya del románico donde están enterrados los reyes de León.
Hablando de reyes, el pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago fue financiado por el rey de León Fernando II, que se lo encargó al Maestro Mateo, y quedó tan encantado con el resultado que le dio una paga vitalicia para que no tuviese que trabajar nunca más.
Al siguiente día ya no soportaba el dolor de pies, así que cambié de zapatillas y eso fue otra cosa; sentí que caminaba sobre alas en comparación a las otras dos etapas. Así, andando sin dolor, llegué a Hospital de Órbigo, un lugar lleno de leyendas, de una belleza impresionante. Conocí albergues muy limpios y acogedores. Decidimos quedarnos a comer ahí, me sirvieron una trucha ahumada espectacular. Me senté un rato contemplando el río Órbigo y seguimos hacia Astorga, ciudad fundada en el 14. A. C., llamada Asturica Augusta y asentada en un campamento de la Legio X Gemina. Su historia, la Ingeniería Civil de la época romana es impresionante, todavía se conservan en perfecto estado sus cloacas.
También pude contemplar el Palacio de Gaudí y su magnífica catedral con un pórtico principal de un barroco leonés espectacular. Pero lo mejor fue la gente: cariñosa, sonriente, amable. Compré su famoso chocolate y también las mantecadas… mi mochila se llenaba cada día más…Y llegó mi última etapa a Castrillo de los Polvazares, centro de la Maragatería, lugar muy querido para mí, así que fui a Casa Maruja donde sirven el mejor «cocido maragato», que es algo que al menos uno debe tomar una vez en su vida. Castrillo es un monumento por sí mismo… está perfectamente conservado.
Solo puedo decirles que este camino tiene tanta cultura histórica, gastronómica y sociológica que ha sido una de las grandes experiencias de mi vida. Espero en otro momento terminar otras etapas hasta llegar a Santiago. Asignatura pendiente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar