Cumpleaños
Carmen Martínez-Bordiú llega a los 73 con serenidad tras una vida de amores, desamores y dramas
La «socialité» celebra hoy un aniversario diferente, desde la soltería, sin exposición mediática y ejerciendo de feliz abuela
Carmen Martínez-Bordiú cumple 73 años y al no ser una cifra redonda no habrá celebración a lo grande, como sí hizo con los 50 y 60. Igual que hace una semana su amiga del alma Isabel Preysler, que comparten edad y lo celebró en su casa con su hija Tamara e Íñigo Onieva. Las dos nacieron en 1951, con unas semanas de diferencia, y las dos comparten un curriculum amoroso similar. La primera, con tres maridos y varios novios de los que disfrutó con más o menos intensidad. Isabel la ha igualado en maridos y, por ahora, también en parejas. Están a la par.
El más importante fue en esa primera época Jean Marie Rossi, con quien huyó a París convirtiendo ese enamoramiento en el escándalo de aquellos años. Era complicado entender que la nietísima (como se la bautizó al ser la preferida de Carmen Franco) dejara al duque de Cádiz por un caballero mucho mayor que ella. Lo que no se sabía era la tristeza que siempre impuso al matrimonio Alfonso de Borbón Dampierre, hijo del infante don Jaime, a su vez descendiente directo de Alfonso XIII, que habría sido rey si no hubiera sido por su sordera.
El duque nunca aceptó la renuncia de su padre y se unía esa poca alegría a una vida pasada donde ni la madre ni el padre se ocuparon de él y de su hermano Gonzalo. Todo esto hizo de él un infeliz. Y a pesar de las grandes desgracias que han rodeado la vida de Luis Alfonso, con la muerte de su hermano, su padre y su hermanastra, eligió el camino de la felicidad. Algo que no hizo o no pudo su padre, pero sí ha procurado hacerlo Carmen.
Con el anticuario, que la culturizó, como ella misma me contaba cuando la entrevistaba en París, tuvieron a Cynthia. La hija, que vive en Burdeos, le ha dado dos nietos a los que ve a menudo por sus viajes frecuentes a la ciudad francesa. Igual que su hermano Luis Alfonso, ninguno quiere exposición pública y prefieren apartar las exclusivas de sus vidas.
Carmen también ha abandonado esa parcela mediática y sus posados viajeros. Algunos de ellos resultaban llamativos y fuera del circuito habitual, como eran los de su amiga Isabel Preysler en su mansión de Puerta de Hierro. Varias veces visitó África y ella misma se escribía los textos que luego aparecerían en la revista ¡Hola! Aún forma parte del histórico visual su viaje a Uganda, un destino que tuvo en mente desde que vio la película «Gorilas en la niebla». En el reportaje aparecía vestida de Indiana Jones, muy bien maquillada y posando cerca de «Espalda plateada», un gorila con cara de tristón.
Muchas de estas rutas las hacia con su madre, Carmen Franco, que era también una trotamundos. Ni a José Campos, su tercer marido, ni a Luismi Rodríguez, su novio, les gustaba salir de su zona doméstica. Uno se quedaba en Cantabria y el empresario en su desguace de Parla.
Los viajes coinciden casi siempre con el aniversario de la fecha más trágica en la vida de Carmen: la muerte de su hijo Francisco, a los 11 años. El duque de Cádiz, que conducía, volvía de esquiar con Luis Alfonso y la cuidadora. El coche se empotró contra un camión y el niño falleció al día siguiente.
Han pasado cuarenta años y el recuerdo sigue muy presente. Por eso prefiere poner tierra de por medio. La última vez que hizo turisteo fue a finales de enero. Eligió Belice, como informaba el periodista Álvaro Rey. Viajó con un grupo de amigos que no forman parte del mundo social mediático. Mantiene también sus amigas desde hace años, como Isabel Preysler, Marisa de Borbón, las hermanas Lapique, Nuria González o la diseñadora Sonia Bolin. Se reúnen en el «Cuenco de Pepa», uno de sus restaurantes preferidos, se ponen al día y hasta la siguiente. «A Carmen lo que más le gusta es viajar y es lo que hace ahora que no tiene responsabilidades de novios», nos dicen.
Ha cambiado la actividad social, donde ella era uno de los personajes que más interesaba en el photocall, a ejercer de abuela. No a tiempo completo, pero sí a menudo. Cuando viaja a Madrid ya no es para acudir a grandes fiestas promocionales sino para disfrutar de estas amigas y de los cuatro hijos de Luis Alfonso y Margarita Vargas. La última vez que coincidí con ella me contaba que Eugenia era una niña despierta, muy inteligente y divertida. El 5 de febrero cumplió 17 años. También se ve con Luismi Rodríguez, el dueño de Desguaces La Torre. Este ha sido el gran amor de Carmen, como ella misma ha confirmado en varias ocasiones. A Carmen Franco y a los hermanos Martínez-Bordiú el empresario les caía muy bien. Él la llama «la Bordi» y mantienen una excelente relación. «Es mi amiga, le tengo mucho cariño y nos mantenemos al día», explica. La historia se acabó porque al rey del desguace le gustan casi todas las mujeres, aunque sea por poco tiempo. Un inconveniente cuando la otra parte quiere fidelidad.
Portugal, su paraíso elegido frente al mar
Carmen desapareció de España y buscó la tranquilidad en Portugal. Compró una villa en Sintra a media hora en coche de Lisboa. Hasta hace dos años compartía su vida con el surfista Tim McKeaguel, 34 años menor que ella. La relación comenzó en el verano de 2016, cuando coincidieron en un crucero por la Costa Azul. Ella iba invitada y él como profesor de yoga del propietario del barco y sus hijos. Compartieron conversación, paseos y clases. Al final de ese mismo verano ya decidieron vivir juntos. Así recordó después este romance: «A Tim lo encontré en un momento en el que yo anímicamente no estaba muy bien. De repente, me di cuenta de que algo nos unía. Con la edad que tengo sé muy bien lo que quiero. Y, ¿quién se va a meter en mi vida?»
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