Privilegio penitenciario
Daniel Sancho se refugia en el Muay Thai
Los reclusos por crímenes violentos en Tailandia pueden luchar para reducir considerablemente su condena
Entre los muros de la prisión de la isla tailandesa de Koh Samui, Daniel Sancho espera su inminente vista ante el juez para poder testificar, el próximo 13 de noviembre. Poco se conoce sobre su estado emocional tras haber sido acusado por el Ministerio fiscal del presunto asesinato con premeditación y ocultación del cuerpo de Edwin Arrieta, pero lo que sí se sabe es que, en esta cuenta atrás llena de incertidumbres, invierte su tiempo leyendo y practicando su pasión, el Muay Thai. Precisamente esta semana ha circulado en redes sociales un video del chef presenciando relajado uno de estos combates que tanto admira, pocos días antes de que este denunciara la desaparición del cirujano colombiano.
En algunas de las abarrotadas cárceles de Tailandia, el ancestral espectáculo de boxeo tailandés se ha convertido en un medio poco habitual de animar a los convictos a reformarse a través del entrenamiento y, potencialmente, si son talentosos, a conseguir una puesta en libertad anticipada. Así pues, el Muay Thai se presenta como la esperanza de los condenados para rehacer su futuro al salir de los barrotes, y aseguran que también favorece a que la sociedad reduzca el estigma hacia ellos y perdone su pasado.
La experiencia de entrar en una prisión de máxima seguridad con miles de reclusos para presenciar combates de consecuencias despiadadas, parece tan surrealista como emocionante. En los patios de ciertas cárceles, las luchas tienen lugar en un ring elevado tradicional situado bajo techos de hojalata. A pesar del brutal calor, en las maltrechas gradas se sientan cientos de presos eufóricos. Los mejores asientos, cerca del ring y protegidos del sol, se reservan para los guardianes, los altos funcionarios y la prensa. La música corre a cargo de bandas locales, y, en ocasiones, algunas presas ejercen su papel de chicas del ring.
La costumbre de permitir a los reclusos pelear por su libertad comenzó en 1767, cuando los birmanos encarcelaron a soldados tailandeses tras tomar Ayutthaya, la capital del país en aquella época. Se presionaba a los mejores luchadores para que se enfrentaran a los guardias birmanos, y cuenta la leyenda que los que triunfaban eran liberados. La práctica ha permanecido en la legislación tailandesa desde entonces, aunque en un entorno algo más formal.
Indulto a luchadores
El sistema penitenciario del país asiático cuenta con un largo historial de organización de eventos deportivos, desde torneos de fútbol y baloncesto hasta competiciones de halterofilia. En un esfuerzo por modernizar dicho régimen, las autoridades empezaron a conceder reducciones de condena a los deportistas que consideraban que honraban a su país. Esto dio origen a la tradición de indultar a luchadores destacados, y el Muay Thai fue una de las primeras actividades ofrecidas.
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