Homenaje
Funeral por Luis Ortiz: Marbella (y no solo Gunilla) se queda viuda
Familiares y amigos arropan este sábado a Gunilla von Bismarck y su hijo Francisco en una misa en su honor
Gunilla von Bismarck y su hijo Francisco han querido dar el último adiós a Luis Ortiz en una misa funeral que se ha celebrado este sábado en Marbella. Los dos han estado arropados por familiares y amigos. El empresario falleció el pasado marte a los 74 años en la clínica Quirón de Marbella a causa de un cáncer de próstata que padecía desde hacía tiempo.
Su compañera de vida, vestida de riguroso luto y con el rostro desencajado tras unas gafas oscuras, no ha podido disimular su tristeza. Su hijo Francisco ha recibido a las personas en la entrada del templo y les ha agradecido este último gesto de cariño. No han faltado rostros conocidos, como Luis Rollán, Rosa Villacastín, Hubertus de Hohenlohe y Elia, hija de Julián Muñoz y Maite Zaldívar. Se va "una gran persona, que dio mucha alegría a la ciudad e insustituible, era todo, era música, deporte, padeltenis, buena gente, español, una persona muy entrañable", ha expresado Hubertus.
También su gran amigo desde niño Yeyo Llagostera ha recordado emocionado lo que ha significado Luis en su vida: "Un compañero de viaje, todo tiempo al lado, con confianza ciega uno en el otro. Ahora me quedado cojo".
Aunque Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz se separaron en 1989, su dolor es el de una viuda. Atrás deja aquel tiempo en que la bisnieta del canciller Otto von Bismarck, dedicaba sus días a dormir y sus noches a ir de fiesta en fiesta en una Marbella. La reina de la jet fue la principal defensora de una Marbella elegante. "No me gusta perder el control. No tomo drogas, no bebo alcohol y no fumo", decía en sus entrevistas lamentando el giro que había dado la ciudad en los últimos años. Lo suyo con Luis Ortiz fue un gran amor. "Nada más verle me dije 'me encanta cómo camina, cómo se mueve, cómo baila, su pelo, sus ojos enormes… Todo. Estaba lleno de vida y eso fue lo que me enamoró".
La pareja era el epítome del hedonismo, el lujo y el glamour. Sin Luis, Gunilla se queda desolada, pero también Marbella se queda vaciada de aquellos veranos eternos, sus fiestas recaudatorias, las crónicas sociales rebosantes de nombres célebres. Poco a poco, la ciudad ha ido quedándose sin sus símbolos: Jaime de Mora, los Hohenlohe, la emperatriz Soraya... Toda una estirpe.
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