A los 80 años
Gunilla Von Bismark: "No hay palabras que expresan la inmensa tristeza que siento"
Gunilla habla para LA RAZÓN tras la muerte de su marido, víctima de un cáncer de próstata contra el que luchaba desde hacía dos años
Era el “chori más salao”, y tal como vivió se fue, con su sonrisa socarrona adherida a sus labios. Luis Ortiz, compañero de vida de Gunilla Von Bismark y padre de su hijo Francisco, llevaba dos años luchando contra un cáncer de próstata. En los últimos días, según nos cuenta los familiares a La Razón, que “parecía que mejoraba las dos últimas semanas, pero en cuestión de dos días pegó un bajón y le ingresamos en el hospital Quirón”. Allí es donde el doctor Alberto Marañes que velaba por su salud en los últimos años, no pudo hacer más por el emblema más simpático de la jet set marbellí.
Gunilla su compañera de vida está rota. Ella misma nos contaba: “No hay palabras que pueden expresar la inmensa tristeza que siento al tener que contar el fallecimiento de mi alma gemela, Luis, mi amado compañero y maravilloso padre de Francisco. Luis era la luz y la alegría de mi vida, iluminaba cualquier habitación en el momento que entraba, todo el que lo conocía podía sentir su calidez y amor al instante. Su tremendo sentido del humor era una de las más destacadas cualidades de su personalidad y también su filosofía de vida, ser FELIZ. Tenía un talento innato para imitar a personajes famosos que dejaba a todo el mundo atónito. Todas estas cualidades permanecerán por siempre en la memoria de los que caían rendidos ante su personalidad y su contagiosa risa. Luis fue muy feliz pudiendo ver como su equipo, el Real Madrid, ganaba su 15ª Champions League este año y su selección ganaba su cuarta Eurocopa. No había un fan más entregado al Real Madrid y a España que Luis. ¡Hala Madrid!, ¡Hala Luis! y ¡Viva España!”. Luis vivió todas estas emociones acompañado de sus nietos. Sus dos imanes.
Mis dos gitanitos Fran y Luisito
Hace un par de meses, en Quirón en el mismo centro donde ha fallecido, Luis coincidió con la redactora que suscribe esta información y nos daba las que hoy serían sus últimas palabras: “Muchos se creen que estoy muerto, pero no estoy muerto estaba de parranda por aquí jajá”, nos decía bromeando como siempre. Allí nos contó que estos días duros, el motor que le mantenía vivo eran sus nietos Luisito y Fran: “Mis gitanitos que siempre me ganan al pimpón y al parchís, pero al ajedrez no les dejo que me den jaque mate”.
Precisamente a la hora de emitir esta información, Francisco hijo de Luis y su nuera Lis, les comunicaban a los pequeños el fallecimiento del yayo: “El domingo aún les hacía bromas a los niños en el hospital pero veíamos que se apagaba. Se despidió de ellos el domingo y en su cama, se quedó dormido y ya no se despertó. Murió la noche del lunes. Es muy triste tener que decirles lo ocurrido. Se lo vamos a decir ahora que llegan del cole, no lo quiero ni pensar, porque los niños tenían una relación increíble con Luis”. Como en “La Vida es bella”, Luis le contaba historias a sus nietos Fran y Luisito que iban más allá de dejar su existencia. El presumía de que “estos chiquillos tienen mucho de mí”: A él no le importaba que le llamaran abuelo. A Gunilla sí. Su compañera de vida, no volverá esta vez a “Casa Troll” acompañada de Luis como solía hacer en los últimos tiempos. Ella ha cuidado en todo este periplo de la enfermedad cualquier información que se publicaba sobre el cáncer de Luis: "Amparo, por favor -siempre me decía- no digas que está muy enfermo, que él lo lee todo y no pierde la esperanza de vivir". Gunilla fue su todo. Si no hubiera existido, Luis la hubiera inventado porque ha sido su tabla de salvación en cada momento de su vida. Ambos se cuidaban fuera del papeleo eclesiástico, y se demostraban ese amor, que solo pueden demostrarse aquellos que se sienten cómplices el uno con el otro. Y ellos, cada vez que les mirabas, irradiaban complicidad por cada poro de su piel.
Francisco pegado a los pies de su cama
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