Marbella

Luis Ortiz: La tranquila decadencia del aristócrata más divertido de la «jet set»

Hoy será la misa funeral por Luis Ortiz, que fue marido de la aristócrata Gunilla von Bismarck. Hablamos con ella y con su círculo más íntimo

Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz en una fiesta de disfraces, a 20 de julio de 2013, en Marbella (España).
Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz en una fiesta de disfraces, a 20 de julio de 2013, en Marbella (España).Europa Press

Luis Ortiz era uno de los hacedores más mediático de Marbella, quizás uno de los bohemios más caros del mercado, entre príncipes centroeuropeos y celebrities que engrosaron lo que ahora, en el argot decadente de Marbella, se denomina la «jet set». Gunilla y Luis eran los supervivientes de esa rara estirpe y sabían que ya no había gente así. Ni en Marbella ni en ningún sitio. Una raza que está a punto de extinguirse y que, a pesar de los pesares, no deja que decaiga el baile. El aristócrata, haciendo gala de una tranquilidad bíblica, de la que careció en otros tiempos, se fue dejando en cueros una ciudad, a la que se le acabó el glamour y solo vive a golpe de billeteras de rusos, árabes y suecos, esos que con su «parné» intentan ser algo. Desde que Luis, un chico gracioso y bien «pintao», conquistó a Gunilla, bisnieta del canciller de hierro, Otto von Bismarck, su fama creció en una dirección proporcional al amor de su vida. Ahora, atrás quedaron aquellos años 70, en los que todo el mundo temblaba cuando aparecían en escena los temibles «Choris», y Luis era uno de ellos. Ya apenas queda nada del frugal escenario de entonces. Por caer, hasta ha caído bajo las excavadoras, el sitio de recreo de la famosa panda canalla de los «Choris», el singular chiringuito «El Pureta», ahora lleno de guiris a modo de beach club. Se acabaron esos huevos fritos con chorizo y pimientos, que Luis inmortalizó a pie de playa.

Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz en su último encuentro público
Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz en su último encuentro públicoGtres

El aristócrata, fallecido esta semana, empezó haciendo de todo, y ahora cuando ha vuelto a la nada, su nombre sigue llenando los espacios de esa Marbella hueca, a la que le pesan los vacíos, de los que se van y con su ida arrebatan la auténtica esencia de su época dorada. «Los Choris» eran unos empresarios singulares a los que les pertenecía la noche marbellí. Luis hasta el último momento ha seguido recordando la que para él fue su mejor juerga: «Fue American Graffiti, en casa de Manolo González. Duró tres días y asistieron 2.000 invitados». Y es que hubo un tiempo en que Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz dedicaban sus días a dormir y sus noches a ir de fiesta en fiesta. Era la de esa Marbella delirante en la que todo podía ocurrir. Hoy, Gunilla, la reina de la «jet», solo llora de dolor, por la ida de su compañero de andanzas. Hace muy poco, ella misma decía a LA RAZÓN: «He cambiado menos físicamente que por dentro. En mi interior estoy más tranquila y soy más crítica. No me gusta el mundo de hoy. En los 70 y 80 todo era más alegre, hoy... todo es mucho más feo».

Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en una gala en 2010
Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, en una gala en 2010Gtres

La historia de amor de Luis y Gunilla siempre ha sido de ida y vuelta. Y juntos hacían el tándem perfecto. Gunilla no se aburre de decir que no hay nadie, ni habrá nunca, alguien como Luis: «Buena gente, decente, no distingue entre un rey y un jornalero. Se ha ido mi todo». Luis era contundente, cuando nos hacía saber que: «Si no fuera por Gunilla, yo estaría muerto hace mucho tiempo. Me encauzó la vida y me aportó disciplina: antes de ella, no tenía ni horario ni calendario». Pareja emblemática con boda en el castillo de Friedrichsruh y media vida rodeados de todo tipo de lujos y de «bon vivre».

[[H2:«Una rubia como Gunilla»]]

Hubertus de Hohenlohe, íntimo de los Bismark, declara que no se iba a olvidar nunca que el primer beso que dio a una chica lo hizo en una fiesta de Luis y «Los Choris», con Barrabás en el Marbella Club. «Él representaba esa Marbella, libre y hippy. Desde que vi la pareja que hacían, yo siempre quise tener una rubia como Gunilla… Y ahora la tengo y es Simona». Era la época del Mau-Mau, las fiestas que se hacían en la recién inaugurada boîte en el Marbella Club que no tenían parangón. Cayetana de Alba aparecía siempre discreta entre todo el oropel que envolvía entonces a la ciudad. No faltaban Tita Cervera, Lola Flores y todo un listado de la época que morían por el flamenquito y una buena rumbita. «Ese era nuestro caché, que éramos simpáticos y guapos», nos decía.

Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz at photocall Starlite Festival de Marbella
Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz at photocall Starlite Festival de MarbellaKJMGTRES

Luis Ortiz siempre huyó de esa Marbella de apellidos sonoros y figurantes simétricos que abrían sus casas cortadas por el mismo patrón a los vecinos residuales de la extinta «beautiful people». Él no era así. Junto a Gunilla, abría su templo «Casa Anina», adherida al Marbella Club y ahora propiedad del hotel, para enseñarnos en un reportaje al cerdito Bonsái campando por el jardín. Y esa afición la mantuvo hasta el final de sus días, con la cerdita Emma, una gorrinita que era una más en la casa de Istán, subida en el sofá donde, el Ortiz más aristocrático, pasó sus últimos momentos. Cuando la decadencia empezó a filtrarse por todos los poros del emporio marbellí, Gunillla y Luis se trasladaron a la loma de oro de Istán. Nunca los comportamientos impostados fueron lo suyo y ahora, a los pies del Mediterráneo, en esa loma que huele a acebuches y limoneros, reposan las cenizas que acompañarán a Gunilla.