Amor

Kiko Rivera: Del infierno a la redención gracias a su esposa Irene

Tras su último problema de salud, el Dj reconocía públicamente que la sevillana «es la persona más importante de mi vida»

Irene Rosales, junto a su marido Kiko Rivera
Irene Rosales, junto a su marido Kiko Riveralarazon

La llegada de Irene Rosales a la desordenada vida de Kiko Rivera supuso un bálsamo curativo en una existencia marcada por las adicciones y los excesos. La fortaleza de la sevillana consiguió lo que no lograron otros. No extrañan, entonces, las palabras que el dj dedicaba esta misma semana a su mujer, reconociendo que es “la persona más importante de mi vida”.
Irene marca un antes y un después, la diferencia entre el infierno y el cielo, incluso llegó a amenazar al padre de sus dos hijas con que le abandonaría si no tomaba medidas, tal era el estado físico y mental de su pareja. Y Kiko, que no se resignaba a perderla, se tomó las cosas muy en serio y dejó las drogas y el alcohol porque empezó a entender que se estaba convirtiendo en un muerto en vida.
Además, a sus superadas adicciones se unía una salud debilitada por la diabetes, la gota y problemas tan serios como el ictus sufrido en octubre del 2022 o la operación coronaria a la que se sometió el pasado lunes. Irene, que lo ha pasado fatal en ambas ocasiones, intenta elevar los ánimos con un “gracias a Dios, Kiko es muy joven y tiene solución, se encuentra bien, algo nervioso y asustado, pero bien”.
Solamente ella sabe lo mucho que ha sufrido en esos años en los que el hijo de Isabel Pantoja estaba atrapado por la cocaína, una etapa en la que Rivera no era dueño de sí mismo, y sus malsanas dependencias le empujaron al caos familiar, a un dramático túnel que parecía no tener final. Y casi a un divorcio no deseado, Kiko reconoció a Jesús Calleja durante un programa de televisión en el que reveló que su oscura relación con los estupefacientes se inició a muy temprana edad, a sus diecisiete años, y que consumía hachís, marihuana y cocaína. En su peor época esnifaba cinco gramos diarios. Llegó a arruinarse en dos ocasiones y, según propia confesión, despilfarró hasta ocho millones de euros en drogas, prostitutas, alcohol y juergas nocturnas. Buena culpa de todo esto la tuvieron las malas compañías, aquellos que se acercaban a su lado para sangrarle económicamente, y le hicieron tanto daño.
La aparición de su hoy esposa y el nacimiento de sus hijas lo cambió todo. El hombre inconsciente, insensato y con problemas depresivos empezó a reaccionar, y poco a poco fue saliendo del abismo. Kiko no oculta a los suyos que “mi mujer es una ángel caído del cielo”.
Uno de sus amigos nos cuenta que “Kiko ha entrado en razones, quiere ser feliz, huyo de antiguas amistades que no le hacían el menor bien, y se ha propuesto firmemente no caer en las malas tentaciones. Es verdad que le ha costado muchísimo rehabilitarse, pero ahí se encontraba Irene para ayudarle. Esa mujer es una bendición. De no ser por ella, su marido podría haber muerto…”

Kiko Rivera e Irene Rosales
Kiko Rivera e Irene Rosaleslarazon

Dentro de unos meses celebrará su cuarenta cumpleaños. Y si no cambian las tornas podrá vanagloriarse de que sus dramas infernales se han transformado en una redención absoluta. Ha recuperado su ilusión por su trabajo de dj, su vida personal está más centrada que nunca y el amor de aíreme, de sus dos niñas y el hijo nacido durante su relación sentimental con Jessica Bueno, le llenan con creces, ya no busca “estimulantes” nocivos fuera de su casa y su entorno familiar. Es otra persona.
Tras su operación de cateterismo, los médicos le han recomendado que lleve una vida sana, una dieta equilibrada y ausencia total de excesos. Ahora se marchará unos días a la playa con los suyos, y después hará frente a los bolos veraniegos como dj y cantante.
El martes de esta semana, un día después del cateterismo, soltaba unas frases del todo significativas: “la vida me ha dado una nueva oportunidad, es la segunda tras librarme del ictus, he vuelto a nacer, y es el momento de evitar un tercer susto. Debo tener alguien ahí arriba que me indica que todavía no es mi hora. Por eso debo cuidarme al Máximo y disfrutar de la vida con los míos”.
Ha sido una semana intensa, marcada también por la reconciliación con su madre, que después de tres años de distanciamiento total, fue a verle al hospital donde tuvo lugar la intervención quirúrgica, en este aspecto, la relación madre e hijo parece reconducirse por el buen camino. Solamente falta que ocurra lo mismo con su hermana Isa, con la que a día de hoy no se habla. Como ya hemos publicado en esta web, la madre de ambos les ha rogado que se reúnan y limen asperezas. Quiere que la armonía familiar vuelva a ser una realidad.