Una historia de éxito
Nico Williams, un año bordado: sus rastas, su infancia, París y el amor
El perfil humano de este delantero, hoy reclamado por varios clubes, es determinante para entender su crecimiento como deportista
La historia de Nico Williams (Pamplona, 2002), el delantero del Athletic Club de icónicas rastas que hoy se disputan varios equipos, solo puede entenderse mirando hacia atrás, aunque sus pasos hacia delante sean de gigante. Fueron sus padres, Félix y María, quienes forjaron su carácter y marcaron su camino al éxito enseñándole a trabajar duro por hacer aquello que le gusta y, una vez conseguido, a hacerlo mejor. Todavía hoy, sabe que lo mejor está aún por llegar.
De ellos aprendió humildad y han sido decisivos para quedarse, al menos por ahora, en Bilbao. Está feliz y es su casa, según ha declarado. Su hermano Iñaki, quien le iguala en talento, carisma y vicisitudes, influyó en sus rastas. Fue él el que le convenció para hacerse un cambio, "algo chulo", algo que "marcase a la gente". Después de considerar varias opciones estéticas, se decidió por las rastas. Incluso una vez hechas, le animó a buscar un color más llamativo. "Color negro no motiva nada", le dijo. La anécdota nos da una idea de su complicidad, aunque admite que su estética tiene un precio. "Es un horror. El que tiene rastas lo sabe bien. Cuando te haces trenzas, te tira la cabeza un montón, y al día siguiente estás sufriendo", dice con humor.
Pero las rastas le identifican, le gustan y, a fin de cuentas, dan mucho juego en el campo. Su entrenador, Ernesto Valverde, le dice que no remata de cabeza por las rastas. "La verdad es que tiene mucha razón porque suelen amortiguar bastante las rastas. Por eso me las echo para atrás, para tener la frente limpia y poder rematar los balones, pero también me gusta el estilo", bromeó hace un tiempo con los periodistas.
Su vida personal la vive con discreción, pero sin esconderse. Estos días ha compartido en sus redes sociales su romántica escapada navideña a París con su la joven Ainhize Legarreta. Los dos han subido imágenes de la ciudad del amor en sus perfiles de Instagram. No es una relación oficial, sus gestos transmiten que el futbolista se encuentra en un magnífico momento vital.
Tanto él como su hermano Iñaki, con el que ha protagonizado el anuncio de la película "Mufasa: El Rey León", han brillado este 2024 tanto en el terreno de juego como a nivel personal, despertando un interés mediático creciente por su carisma y su singular conexión fraternal. Como él dice, "un león siempre cuida a su familia".
Los padres de los hermanos Williams llegaron a España cruzando el desierto del Sáhara cuando la madre estaba embarazada de Iñaki. Pusieron sus ahorros, mil dólares, en manos de unos traficantes de personas que acabaron abandonándoles a su suerte, sin comida ni bebida. Al padre aún no se le han borrado las heridas que aquel trayecto dejó en las plantas de los pies. Algunas de las personas que hicieron con ellos el mismo trayecto, perdieron la vida en el camino.
Saltaron la alambrada de Melilla y fueron arrestados. Con la ayuda de un sacerdote claretiano y de un abogado de Cáritas, llegaron a Bilbao y de allí se trasladaron a Pamplona, donde nació Nico. El mayor se sumó a la cantera del Athletic Club con once años. Nico comenzó a jugar en el J. D. San Jorge, un club de barrio, con seis años. Con ocho se incorporó al C.D. Pamplona y con diez en el Alevín B de CA. Osuna. En 2013, con once años, pasó a la cantera del Athletic Club y la familia se mudó a un piso de Bilbao. Uno y otros son hoy dos jugadores reconocidos a nivel mundial, pero no olvidan aquellos años en los que el padre tuvo que emigrar a Londres en busca de oportunidades laborales para enviar un dinero a la familia. También María, su madre, compaginaba varios trabajos. Más de una vez se les cortó la luz. "Jugar los dos juntos es un sueño hecho realidad", repiten los Williams felices de ver que ahora, cuando llora, las lágrimas de su madre son de pura emoción.
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