Polémica

Las redes sociales contra Cristina Pedroche

La presentadora es víctima de las críticas por mostrar su espectacular recuperación tras dar a luz hace un mes a su primera hija

El postparto de Cristina Pedroche
El postparto de Cristina PedrocheInstagram

En los últimos años hemos llenado nuestras bocas con la palabra sororidad. Ebrias de sororidad, algunas feministas han firmado un pacto sobreentendido que alía a las mujeres frente a cualquier agresión. Se vuelven hermanas para desengrasar la maquinaria patriarcal y cómplices para aplaudir el michelín, las estrías o el pecho vencido. Sororas para tender el pañuelo a una celebridad cuando llora a moco tendido. Pero ¿qué ocurre cuando una mujer celebra la vida y fanfarronea de un cuerpo escultural?

Adiós sororidad y carta blanca al insulto. Cristina Pedroche puede hablar de ello. La presentadora, que dio a luz a su hija el 14 de julio, tuvo la ocurrencia de publicar un vídeo en el que mostraba su estupenda recuperación posparto gracias a unos hábitos saludables, deporte, comida sana y meditación. “Aquí no hay suerte ni milagros, hay mucha preparación antes y durante el embarazo”, escribió. Las redes estallaron y fue objeto de las críticas más descarnadas. De repente, la belleza pareció transformarse para sus detractores en monstruo de dominación patriarcal que promueve la desigualdad y maltrata a quien cree no poseerla.

Después de acusar a los médicos de violencia obstétrica, el feminismo más radical sugiere ahora que existe una violencia estética como otra forma de agresión femenina ejercida desde la propia mujer bella. De los comentarios que ha recibido Pedroche se desprende que enviarían al cadalso su hermosura por entenderla como un riesgo para el resto, una fuente de problemas de autoestima, trastornos de conducta alimentaria y graves secuelas emocionales.

LA RAZÓN ha analizado con expertas la situación. Ana Castro Liz, psicóloga clínica, lamenta la deriva del término sororidad: “Este término enuncia los principios éticos y políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza que favorece la confianza y apoyo, además de fomentar el reconocimiento entre las mujeres. Teniendo en cuenta este concepto tan moderno y valorado por las feministas, las mujeres siguen compitiendo, comparándose y debilitándose con comentarios continuamente. Claro ejemplo es lo que sucede continuamente en las redes sociales, donde presenciamos campañas de desvaloración de unas a otras”.

Advierte que, en paralelo a la guerra contra el patriarcado, ha irrumpido una desatinada batalla entre ellas. “Competir por el éxito, por el físico o por cómo desarrollar la maternidad y por una idea determinada de lo que es ser madre es una triste realidad. Competir es un proceso natural de los seres humanos, pero criticar nos hace involucionar como especie”, asegura.

Como suele pasar, el anonimato y la sensación de impunidad envalentonan más a la gente y, en opinión de Castro Liz, esto anima a una mayor violencia verbal en las redes, lugar donde muchas personas dan rienda suelta a sus frustraciones. “Por desgracia -indica-, su actitud al mostrar ese tipo de comentarios indica que no están preparados para conectar con la alegría de los demás ni con la felicidad ajena porque la suya propia no la encuentran y eso les genera una mayor infelicidad”.

¿Por qué las mujeres se someten entre ellas a semejante escrutinio? Para la psicóloga es algo que viene de sociedades dominadas por el varón. “Cuanto más poder tiene el hombre con respecto a la mujer, mayor será la rivalidad entre ellas. Aunque sucede en todos los países, se produce con un carácter más marcado en aquellos en los que hay menos mujeres incorporadas al mundo laboral. Es donde se da más importancia al físico”.

La rivalidad trae consigo vencedoras y vencidas. “Esto tiene consecuencias claras para la autoestima de las que son juzgadas, pero también para las que no son las elegidas por esa bendición de la cual presumen las que son criticadas. Tapan complejos e inseguridades que se tienen muy interiorizados, además de envidia y odio”.

Después de su publicación, Pedroche se ha visto obligada a dar explicaciones por si sus declaraciones se habían malentendido, añadiendo que los comentarios llenos de odio le afectan. Ni con esto las críticas se han frenado. Llama la atención que tenga que justificar que su físico, al menos en buena parte, no se debe a una gracia divina, sino que es el resultado de sus hábitos. ¿Qué reproche cabe?

“Somos lo que comemos. Esta frase es totalmente cierta. Hay alimentos que son tóxicos para nuestro organismo, nos inflaman, nos engordan, para acabar enfermando. Aun así, somos libres de comer lo que queramos, pero luego no debemos tener envidia de quien tiene una buena figura y sigue una alimentación sana. Es decir, de antiaging y longevidad”, zanja la doctora Ana Téllez, medico estético y estomatólogo. Garantiza que, evitando unos alimentos e introduciendo otros, cualquiera notaría el cambio desde la primera semana.

Pero cabe la posibilidad de que quienes atacan a Pedroche no es que deseen tener sus medidas, cosa que sería natural, sino que desean que ella no las tenga. Y a eso se le llama envidia, pura y dura. Sería sana si nos llevase a admirarla, pero la envidia que no se fija en uno mismo, sino en el otro y en hacerle caer es claramente insana.

Otras celebrities han sido juzgadas por su figura posparto

Obcecadas en poner el acento en el duelo por el cuerpo que se fue con la maternidad y no en la alegría del nacimiento, las redes se resisten a admitir a aquellas mujeres que, por genética, hábitos que vienen de atrás o cuidados oportunos durante el embarazo, puedan lucir una figura, nunca mejor dicho, envidiable. Pilar Rubio, Heidi Klum o Kate Middleotn. Son algunas de las famosas que han sido sentenciadas por entender que su belleza genera presión a otras parturientas, a pesar de que ellas nunca dijeron nada acerca de ser ejemplos para otras madres.

A Ashley Graham y Meghan Markle, sin embargo, se les aplaudió porque mantuvieron su tripa posparto. Georgina Rodríguez decidió, sin éxito, exponer también sus kilos. Acostumbrada a los palos virtuales, concluyó resignada: “Hagas lo que hagas, serás criticada”.