
Crónica
Los sábados de Lomana: Valencia: retrato de la España desolada
"Mi sensación es que los valencianos no se han sentido para nada apoyados por Sánchez"

Quería ir a Valencia y comprobar «in situ» cómo estaban después de tres meses de la espantosa riada, dana o como quieran llamarle los pueblos afectados por ella. Hay uno en concreto, Benetússer, que por varias razones me interesaba visitar, entre otras tenía la sensación de que no había tenido la difusión que otros habiendo sufrido igual.

Madrugué para coger el AVE a Valencia. Durante el viaje se venían a mi cabeza las terribles imágenes que todos habíamos visto a través de los medios de comunicación y pensaba cómo encarar la situación que me iba a encontrar. Al llegar a la estación, estaba mi hermano Rafael esperándome (él vive en Alicante). A medida que nos acercábamos, ya se veían campos de barro con coches apilados. Entramos por la calle principal de Benetússer, aparcamos el coche cerca de un colegio y llamamos a Laura Chulia, una mujer que desde el minuto uno ha dado todo por su pueblo, trabajando y ayudando sin parar. Yo quería visitar a los comerciantes, a las personas que habían perdido todo. Empezamos a caminar y la sensación era desoladora, porque no había quedado nada. Fuimos a visitar lo que era el bar y principal restaurante del pueblo que seguían limpiando, pero también reconstruyendo e intentando empezar de cero. Es impresionante la resistencia, la capacidad de seguir, de no tirar la toalla y se quejan poco. Me decían que la principal ayuda económica se la había dado Juan Roig, un empresario valenciano ejemplar y propietario de Mercadona. También la Generalitat les estaba ayudando pero la magnitud de la pérdidas es enorme y el Consorcio ni siquiera ha enviado a los peritos. Supongo que están sobrepasados. Yo he apadrinado un comercio, el del tapicero, un trabajador que lleva este oficio desde los quince años. Me contaba que a eso de las 20.20 de la tarde, sin haber llovido ni una gota, sonaron las alertas del móvil y en ese momento, oyeron un ruido extraño que no sabían de dónde provenía y un mar, porque eso parecía, que se les venía encima, arrollándolo todo. Se fue la luz, los móviles, que no funcionaron hasta el día siguiente a las dos. Cuando amaneció, los que pudieron salvarse se encontraron con calles llenas de agua y barro, coches apilados y arrastrados hasta el interior de los comercios, muertos y la soledad más absoluta. Era un escenario dantesco. Durante dos días, no tenían nada, se ayudaban como podían. El tema iba de vecinos, de personas y de humanidad. Están tremendamente agradecidos a la enorme solidaridad de toda España. Cada persona que visité me contaba cómo estaban levantando con los ahorros de toda su vida su negocio de nuevo: son heroicos. Hay ejemplos tanto en tejido empresarial y comercial como en asociaciones y colectivos de Valencia que están arrimando el hombro ante la inactividad del gobierno central. El mundo fallero y el deportivo ayudan organizando eventos recaudatorios. Amancio Ortega ha donado 104 millones de euros para que los ayuntamientos los repartan.

Mi sensación es que los valencianos no se han sentido para nada apoyados por Sánchez. Apenas les ha dado un 7% de las ayudas y les están cobrando IVA e intereses en préstamos y avales. Solo la sociedad civil y empresarios están ayudando. Nuestros compatriotas valencianos necesitan nuestro abrazo, cariño, no olvidar lo ocurrido y estar con ellos para apoyar en lo moral y económico. Lo acontecido es la mayor desgracia que se recuerda.
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