Roma
Alfonso Díez: «Yo no soy Letizia»
El Duque de Alba resta importancia a su relevancia pública como esposo de Cayetana Fitz-James Stuart
Ha pasado un año y medio desde que el funcionario y la aristócrata con más títulos del planeta se dieron el «sí, quiero». A regañadientes, la familia de la Duquesa de Alba le aceptaba en sus encuentros. Pero las cosas han cambiado. Alfonso Díez ha dejado de ser ese personaje incómodo para ellos. Según ha podido confirmar LA RAZÓN, los hijos de la Duquesa han pasado del rechazo a la cordialidad. Muestra de lo dicho es que mientras su esposa ultima su recuperación en el Palacio de Dueñas, Alfonso Díez disfrutaba el pasado miércoles con Eugenia Martínez de Irujo del concierto que Alejandro Sanz ofreció en el estadio olímpico de La Cartuja, en Sevilla, de la mano de Dewar's «White Label».
Alfonso ha ganado la batalla a los rumores y al rechazo. En su momento, él mismo comprendió que los Fitz-James vieran en él a un aprovechado que de alguna manera irrumpía en la vida de su madre y desconfiaran de sus intenciones. Decidió esperar. Y demostrar con hechos que aquellas etiquetas que se le adjudicaban poco tenían que ver con la realidad. Ni emitió comunicados ni demandó a quienes le acusaban de hechos que no se han podido demostrar. El silencio y los gestos fueron las únicas armas que utilizó. Véase el documento firmado ante notario por antes de la boda en el que aceptaba las quince cláusulas impuestas por los herederos de la Duquesa y por el que renunciaba a pensiones futuras, títulos y cualquier usufructo.
Hoy por hoy, más allá de detalles de la economía del día a día, Díez no interfiere en nada que tenga que ver con las finanzas y el patrimonio de la familia. Con Cayetano Martínez de Irujo al frente de la Fundación Casa de Alba para dar liquidez a la familia y con su hermano Carlos como gestor para los productos gourmet estrenados esta misma semana, Díez permanece ajeno a cómo administran el patrimonio y ante decisiones como la reciente subasta de los muebles del baño en Sotheby's.
Sin tiempo para aburrirse
También parece derrumbarse la tesis de que su relación era flor de un día y que Alfonso se cansaría de vivir encerrado en una «jaula de cristal». No parece aburrirse en este tiempo de excedencia de su empleo en la Seguridad Social –solicitó dos años–. Eso sí, busca permanecer alejado de todo protagonismo. Ejerce de consorte, pero no de duque con rancio abolengo. De hecho, ante quienes le conocen insiste una y otra vez que él no merece tanto interés mediático. «Yo no soy Letizia», ha dejado caer en el alguna ocasión. Una humildad que acompaña con una exquisitez en el trato a los periodistas en cada una de sus apariciones públicas. Díez ha rechazado varias ofertas de trabajo y de colaboración en negocios que se abrían ante él por el mero hecho de ser Duque de Alba consorte. Es más, cuando ha de firmar cualquier documento o ser presentado en público, evita utilizar el título nobiliario. Eso no significa que se niegue a ejercer de duque, sino que, sabedor del daño que podría generar a la institución si toma la decisión equivocada, ha decidido dar un paso atrás a pesar de las suculentas ofertas económicas recibidas.
Eso sí, consciente de la notoriedad y el cariño que despierta su esposa, busca la manera de acompañarla en cada uno de sus actos y de la misma manera se ha adaptado al protocolo y al ritmo que exige. Pero procura siempre ir un paso por detrás. Como acompañante, esposo y escolta. «Algo tendré que tener cuando una mujer tan excepcional como Cayetana se ha enamorado de mí», reflexiona el duque cuando encamina a los dos años de matrimonio. Juntos y sin problema alguno se les verá de nuevo la semana que viene, cuando tenga lugar la reaparición de Cayetana Fitz-James Stuart en Sevilla, dos meses después de su caída en Roma que le llevó a ser operada de urgencia tras romperse el fémur. ¿La convocatoria? Disfrutar de la representación de «Rigoletto» en el Teatro Maestranza de la capital hispalense.
A esta pasión por la ópera hay que unir su sensibilidad por el arte, otra de las pasiones de Cayetana. «Es cierto que vivir en el Palacio de Dueñas puede impresionar, de hecho él se siente un privilegiado. Pero ese carácter recio castellano hace que no se deje llevar por cantos de sirena. A ello hay que unir que es un hombre de carácter independiente», cuenta un amigo de Alfonso. Este intento por mantenerse al margen y no vivir alejado de la realidad le ha llevado a seguir manteniendo abierta su casa «de soltero» en Madrid. Eso sí, ya no pernocta en el piso, sino que el Palacio de Liria es ahora su residencia nocturna cada vez que tiene que viajar a la capital.
«Soy más de Rod Stewart y de Paul McCartney»
Como corredor de larga distancia, su entorno reconoce la mano izquierda que ha tenido, no sólo para ganarse cierta confianza de sus «hijastros», sino sobre todo para moverse en la alta sociedad sevillana. «No ha venido avasallando ni buscando un lugar en una hermandad o queriendo estar presente en ambientes de los sevillanos de pura cepa. Es muy inteligente y prudente, porque sabe que para que le consideren un "capillita"tiene que pasar tiempo», comentan quienes le conocen. Con esta paciencia y simpatía se mostró con todos aquellos que quisieron fotografiarle en el concierto de Alejandro Sanz ante el «photocall» de Dewar's «White Label». El duque de Alba reconoció «el gran trabajo» hecho por el artista gaditano. «He disfrutado mucho, especialmente del dueto con Pablo Alborán. Me parece que es uno de las grandes valores». Aunque se sintió cómodo durante la gala, confesó sus mitos musicales. «Soy más de Rod Stewart y de Paul McCartney».
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