España

Cifuentes retoma el mando

Ya en su casa, la delegada «vigila» los dispositivos de seguridad de Madrid

Cristina Cifuentes es delegada del Gobierno desde enero de 2012
Cristina Cifuentes es delegada del Gobierno desde enero de 2012larazon

Ya en su casa, la delegada «vigila» los dispositivos de seguridad de Madrid

No es fácil para una mujer tan activa como ella permanecer días y noches eternos «atada» a una cama. Las horas pueden hacerse interminables cuando no te dejan matar el tiempo ni siquiera charlando, porque sería contraproducente para la recuperación de tu pulmón. No debe de ser agradable cambiar jornadas que parecían tener más de 24 horas copadas de actos, reuniones, tweets y mucho trabajo en el número 25 de la madrileña calle Miguel Ángel, por minutos en blanco, sobrellevados con algo de música y prensa. Pero lo peor ha pasado, está viva, y, por fin, en casa; Cristina Cifuentes vuelve poco a poco a recuperar su actividad profesional e intenta olvidar el accidente que ha cambiado su vida este verano. A pesar del dolor físico, de que ha perdido varios kilos de su ya delgada figura y del aburrimiento, la delegada del Gobierno más popular de España compagina ahora las visitas de familiares y amigos con reuniones con los miembros de su gabinete. Ayer, de hecho, convocó a su equipo en su domicilio para seguir uno de los asuntos que más le han preocupado durante los últimos meses: la manifestación que los «antisistema» celebran hoy y que han bautizado como «jaque al rey».

Poco a poco quiere tratar de recuperar la normalidad y olvidarse del fatídico choque que sufrió el pasado 20 de agosto en un mal cruce de la Castellana. Pero por fin se puede decir que Cifuentes, mujer «resistente» a todo tipo de embistes, ha ganado la partida.

Desde que el pasado lunes recibiera el alta hospitalaria (que no el alta médica), la delegada se ha dedicado a agradecer uno por uno los mensajes de apoyo que recibió durante su estancia en la quinta planta del Hospital Universitario de La Paz. Actividad que ha compaginado con su «afición» por los programas informativos y por devorar los diarios. Está «contenta» y «muy agradecida», según fuentes cercanas a su entorno. No es para menos. La delegada del Gobierno en Madrid ya hace días que es consciente de la gravedad de su accidente. El equipo de cirugía torácica le ofreció excelentes cuidados. Incluso, según sus allegados, le propusieron un cambio de habitación «a otra más amplia», que ella rechazó. A pesar de su convalecencia, come «como una lima», porque ella siempre ha sido de buen apetito, un gran síntoma de mejoría junto a sus ganas de retomar ya el timón de la Delegación del Gobierno.

Pero el camino hasta aquí no ha sido fácil. Hubo días en los que necesitó de una máquina para respirar y no pudo siquiera hablar para no «malgastar» oxígeno de ese pulmón maltrecho. La recuperación de Cifuentes ha sido «sorprendente» incluso para los propios médicos que la continúan tratando. Logró abandonar la UCI 20 días después de ingresar con un grave traumatismo torácico con hemoneumotórax (acumulación de aire y sangre en los pulmones), además de la rotura de siete costillas (de la 3 a la 10) tras chocar con un BMW y caer de su moto. Esa misma noche tuvo que ser intervenida de urgencia por el Servicio de Radiología Vascular Intervencionista para taponarle una arteria que le provocó una hemorragia. La cosa no pintaba bien al principio y las muestras de cariño que desde el primer minuto recibió la habían abrumado. Políticos –de su partido y de los rivales, porque durante su etapa en la Asamblea se granjeó fama de llevarse bien con todos–, mandos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en Madrid –ella es su «jefa»– , policías de base, de la UIP, periodistas, funcionarios de la Delegación... Cristina ha recibido cientos de mensajes, de flores; miles de «abrazos» trasladados a través de sus familiares. Aún es pronto y el equipo médico que lleva su tratamiento no especula sobre fechas de alta definitiva, como es normal. Pero fuentes médicas hablan de no más de dos meses de esta segunda fase de recuperación.

OLVIDAR LO OCURRIDO

Ya fuera de ese hospital y lejos de esos doctores que le han salvado la vida (además del Samur, que la atendió minutos después del impacto), lucha ahora por olvidar y volver a hacer frente al mucho trabajo que le ha dado la institución que representa desde que asumiera el cargo en enero de 2012.

Está obligada por prescripción médica a bajar el ritmo, aunque ella, trabajadora compulsiva, no deje de echar de menos sus «costumbres» de bajar a las alcantarillas con la Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional, pasar por la Cañada Real y, en general, a dejar un poco de lado –sólo por un tiempo– esa faceta suya que requiere verlo todo con sus propios ojos y no fiarse sólo del «parte» de turno.

AGRADECIMIENTOS VÍA TWITTER

Detallista hasta la médula y aficionada sin remedio a la red social Twitter, Cristina Cifuentes no quiso dejar pasar la oportunidad el pasado lunes –cuando por fin pudo salir de La Paz– para agradecer al equipo médico que le está tratando y a todos aquellos que se han preocupado por su salud en sus días de ingreso.

Visitas de todos los colores

En su estancia en La Paz, Cristina Cifuentes recibió decenas de visitas. Junto a sus hijos veinteañeros, su marido y familiares más cercanos, un buen número de amigos de todo signo político se acercó hasta su habitación en el hospital para mostrarle su apoyo y ofrecerle ánimos. Su «intimísima», la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón, Paloma Adrados, o el diputado regional del PSOE, José Cepeda, son algunos de los que se acercaron a visitarla. Pero no fueron los únicos. Según dicen desde su entorno, apenas unas horas antes de recibir el alta hospitalaria, Cifuentes recibió la visita de Esperanza Aguirre en un centro sanitario en el que la delegada se entretuvo con música (escucha desde rap hasta pop) y viendo series y las noticias desde su inseparable iPad. «Ella no es mucho de ver la tele», dicen sus allegados, pero sí películas (alguna vez ha confesado que, de no ser político, hubiera sido crítica de cine). Ya le queda menos para volver al trabajo como antes. Mientras, se recupera con los suyos y su adorada Cleo, su gata, que la ha echado de menos.