Caracas

Los Kirchner de Venezuela

Cilia es el poder a la sombra de su esposo, Nicolás Maduro. «Una mujer de jugadas silenciosas», dicen

Nicolás Maduro, tras registrarse como candidato a la presidencia en marzo y su mujer, Cilia Flores
Nicolás Maduro, tras registrarse como candidato a la presidencia en marzo y su mujer, Cilia Floreslarazon

«Yo sí tengo mujer. ¿Oyeron? Me gustan las mujeres y aquí la tengo», dijo Nicolás Maduro el mes pasado ante una multitud chavista que coreaba el nombre de su esposa, Cilia Flores. Y es que Hugo Chávez tuvo muchas, pero jamás alguna que lo acompañara como «doble comando» en su función política, al estilo de Cristina de Kirchner o de Nadine Humala.

Maduro y Flores conforman un tándem indisociable y listo para compartir el liderazgo. Desde hace décadas, la esposa de Maduro es una de las dirigentes más cercanas a Chávez e influyentes del PSUV. De hecho, el nombre de esta graduada en la Universidad privada Santa María de Caracas apareció en casi todos los discursos públicos de la precampaña chavista. Podría decirse que el presidente interino le debe su carrera política: si no hubiera sido por Flores, Maduro tal vez nunca habría conocido a Chávez.

Revolucionaria y golpista

Especialista en Derecho Penal, una de sus primeras acciones como abogada fue defender a los militares sublevados en febrero de 1992 liderados por el joven teniente coronel Chávez. Gracias a las gestiones de Flores, los insurrectos obtuvieron el indulto presidencial que les devolvió la libertad. Por aquellos años, Flores presentó a Chávez y Maduro en la cárcel de Yare y desde entonces, el destino de los tres fue inseparable. Unos años después, la pareja acompañó a su líder en la fundación del Movimiento V República, que en 1998 le llevaría por primera vez a la presidencia. Y la carrera seguía: en los comicios de 2000, los dos fueron electos como diputados de la Asamblea Nacional. Y es que, a esa altura, ambos formaban parte del círculo íntimo de Chávez y estaban llamados a ocupar lugares de privilegio en el gobierno. Maduro fue presidente de la Asamblea entre 2005 y 2006, cuando le traspasó el cargo a su esposa, que se prolongó hasta 2011. En febrero de 2012 fue designada procuradora general de la República, y a ella obedecen todos los fiscales.

La carrera política de Cilia Flores no estuvo exenta de escándalos. Fue acusada por la Unión de Trabajadores y Empleados de la Asamblea Nacional de influir en la contratación de 40 personas cercanas a su entorno; entre ellas, cuatro hermanos, dos sobrinos, dos primos y su ex marido, padre de sus dos hijos. «Aquí ingresó mi familia y yo me siento bien orgullosa de que sea mi familia, y los defenderé en esta Asamblea Nacional como trabajadores, y defenderé los concursos públicos», contestó sin miramientos, para después acusar de chantaje a los periodistas que publicaron las denuncias. Su estilo severo afloró con el crecimiento del grupo de chavistas disidentes en la Asamblea Nacional: apostó por la disciplina firme y evitó rupturas mayores en el Partido Socialista Unido de Venezuela.

El «brazo fuerte» de Maduro

Un funcionario del Parlamento que trabajó cerca de ella ha hablado con LA RAZÓN sobre Flores: «Ha sido una excelente funcionaria por cumplir las instrucciones del presidente al pie de la letra. Va a ser el brazo fuerte de Maduro, tiene autoridad y don de mando; es una mujer de jugadas silenciosas». Tampoco dudó en liderar una iniciativa para que sólo las cámaras de la televisión oficial asistieran a los debates parlamentarios, cuando se empezaban a escuchar las voces críticas desde los escaños. «Porque Cilia nació en un rancho, con piso de tierra, la parió su madre, que vive en el barrio Boquerón Niño Jesús, parroquia Sucre, todavía, como siempre. Muy niña, a los 4 años, se vino a Caracas (...) y se crió como su apellido, en Los Flores de Catia. Allí creció y luego, arriba en Boquerón, donde vive su madre (...). Cilia es chavista como ninguna», dijo Maduro de ella.

En Venezuela también se dice que Flores tiene una mala relación con Diosdado Cabello, señalado como rival interno de Maduro en el chavismo. Crónicas periodísticas relatan que, en alguna oportunidad, ambos llegaron a los gritos y a acusarse mutuamente de corrupción. Como procuradora general, Flores mantuvo aceitados vínculos con el mundo judicial, cuya actuación resultó decisiva en la transición venezolana despejando el camino de su marido hacia la presidencia. Cilia acompañó a su esposo en su reciente viaje a Cuba y participó en el reseñado cónclave de dirigentes chavistas.

En las últimas semanas, Flores ha elevado su perfil a la par de su esposo. Siempre ha estado junto a Maduro y ahora asume la primera representación femenina del país como dama de la República, puesto vacante desde hacía nueve años, tras el divorcio de Chávez y Marisabel Rodríguez en 2004. La función la ocuparon las hijas de Chávez, María Gabriela y Rosa Virginia.

Cambio de vestuario

«Cilia, a partir del 15 de abril, no usará esos conceptos de la alcurnia, la primera dama que usa los vestidos y los copetes... A Cilia no le queda bien el copete. Ella no va a ser primera dama, que se prepare para ser la primera combatiente», dijo Maduro. En ese mismo acto, el interino anunció que Cilia se separaba de su cargo como procuradora general para ser secretaria ejecutiva del Comando de Campaña Hugo Chávez, encargado de llevar al candidato chavista a la presidencia. Por ello, Flores abandonó estos días su prolijo vestuario de jurista para calzarse botas de campaña y camisetas, recogiendo su cabello bajo una gorra tricolor –como la bandera nacional– con el emblema «4F», alusivo al golpe fallido que dio Chávez un 4 de febrero de hace 21 años.

Parca y poco afecta a la sobreexposición pública tan característica del chavismo, su labor ha girado casi siempre en torno a temas jurídicos, algo que no le ha impedido disparar con puntería contra «los enemigos del proceso». Las obligaciones proselitistas llevaron a Maduro a hacerla abandonar su bajo perfil. Y Flores parece haber aceptado que deberá dejar la retaguardia para jugar un papel más protagónico en la difícil construcción de un nuevo chavismo, aún incipiente y difuso. Flores afirmó esta semana desde la isla de Margarita que la militancia oficialista tiene «un gran compromiso en lo colectivo y lo individual» para garantizar la victoria en la batalla electoral. «Con amor vamos a elegir el 14 de abril a Maduro como presidente, y el 15 vamos a llevarle al comandante Chávez, en el Cuartel de la Montaña, la gran victoria del pueblo. Lo juramos», dijo. Y es que a pesar de los momentos difíciles que ha atravesado el matrimonio, hoy esperan juntos un desenlace que puede catapultarlos a la cima. Como a otras parejas presidenciales del continente, el poder y la sucesión matrimonial les unió.

Nepotismo: El jardín de «flores»

Durante su paso por la Asamblea, se popularizó un chiste en los corrillos políticos que decía que la nómina del Legislativo parecía un jardín, porque estaba lleno de «Flores». La oposición la acusó repetidas veces de nepotismo por haber facilitado el ingreso de familiares en puestos estatales, a lo que Cilia respondió que se sentía «bien orgullosa» de ello. Carlos Vecchio, dirigente de la tolda naranja, señaló a LA RAZÓN que en el Poder Legislativo trabajan, «sin ningún tipo de concurso», cuatro hermanos, dos sobrinos, dos primos y el ex esposo de Cilia. «Durante siete años, la administración estuvo bajo la batuta de familiares de Maduro y su mujer», asegura Damiyal Ayala, periodista de «Tal Cual Digital». Cuando Cilia pasó a la Procuraduría de la República, se llevó a su hermana y a otros 16 familiares que, desde principios de año, trabajan en ese despacho y se aprovechan de sus conexiones.

Superstición y magia: devotos del gurú Sai Baba

El candidato venezolano y su mujer son fieles seguidores de uno de los santones más populares de la India, el difunto Sathya Sai Baba. El movimiento espiritual que lidera ha dado su bendición a Maduro para que suceda a Chávez al frente de Venezuela. El matrimonio acudió en 2005 a entrevistarse con el santón (en la imagen), que se atribuía naturaleza divina y fue acusado por varios de sus discípulos de cometer abusos sexuales. Tras su muerte, se encontró en su habitación dinero en efectivo y joyas por un valor de siete millones de dólares y, sin embargo, sigue siendo el líder de importantes figuras políticas tanto en India como en otros países de Iberoamérica.