Dos Hermanas

Sánchez Gordillo, con la depresión a cuestas

Reapareció el miércoles en el Parlamento de Andalucía. Asistió al debate de investidura de Susana Díaz con una imagen desmejorada, aunque aseguró sentirse «mejor»

Incluso tomó apuntes durante la intervención de la socialista
Incluso tomó apuntes durante la intervención de la socialistalarazon

Su imagen, que el verano pasado apareció en numerosos medios de comunicación e incluso fue estampada efímeramente en camisetas, este año se vende cara. El diputado de IULV-CA, alcalde de Marinaleda y líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Juan Manuel Sánchez Gordillo, reapareció el miércoles en el Parlamento de Andalucía, en concreto, durante la primera jornada del debate de investidura de Susana Díaz, quien hoy tomará posesión como presidenta de la Junta.

Sonrisa forzada

Con pañuelo al cuello y camisa a cuadros un poco abierta, incluso tomó apuntes durante la intervención de la socialista. Llegó tarde y lo justificó con una broma relacionada con el último asalto del SAT en una superficie comercial de Dos Hermanas, de la que se llevaron diez carros con material escolar. «He ido a cambiar el cuaderno al Carrefour», deslizó. Se sabía observado, tras meses de ausencia en la bancada de IULV-CA de la Cámara autonómica debido a motivos de salud. Se ha especulado mucho en torno a la enfermedad que padece y que lo mantiene en un tono vital muy alejado del perfil de Robin Hood o nuevo Don Quijote de España, como lo bautizaron el «Finacial Times» o «The New York Times», respectivamente, tras la campaña estival de acciones del SAT que lideró en 2012, junto a su lugarteniente, Diego Cañamero.

Tras el discurso de Díaz y ya en los patios del Parlamento, Sánchez Gordillo aseguró sentirse «mejor» y dispuesto a regresar, pero su gesto parecía indicar lo contrario, aunque intentó sonreír a las cámaras para las fotos. De hecho, su reaparición duró poco. El jueves no asistió a la segunda sesión del debate de investidura. Era uno de los puntos de interés de la jornada: conocer si el diputado de IU, socio de gobierno del PSOE en Andalucía, votaba no. Desde esa posición, se preveía que no contribuyera al paseo triunfal de Díaz hacia San Telmo, pero no fue. Su escaño estuvo de nuevo vacío. Su legión de incondicionales son conscientes de los rumores sobre el estado «depresivo» que lo invade y sobre el que Sánchez Gordillo no se pronuncia. Sí desmintió haberse «sentido presionado o amenazado» por nadie vinculado a la Junta para que disminuyera las acciones de protesta del SAT, al perjudicar éstas al bipartito, como llegó a publicarse. «Supongo que no les gustarán, pero a mí nadie me ha dicho nada», aseveró.

Cierto o no, sus fieles esperan al visionario y confían en que pronto vuelva «a la lucha». Quieren dejar claro que «no está huido» y se muestran convencidos de que aún no ha dicho la última palabra. ¿Le habrá vencido la presión? Habrá que esperar para conocer la respuesta.

Un verano sin asaltos

Gordillo negó que su enfermedad tuviera algo que ver con las causas judiciales que aún tiene pendiente por su participación en tomas de fincas, asaltos a supermercados o jornadas de protesta de eslóganes y estética de jornaleros irredentos, llevadas a cabo el verano pasado (en la imagen). Cuentan fuentes de su entorno que «su mal» es consecuencia de «una larga huelga de hambre a la que se sometió hace años para lograr tierras que pudiéramos trabajar».