Conciliación

Tarjeta amarilla a los empleados de La Bardemcilla

El abogado de Mónica Bardem habla por primera vez a LA RAZÓN mientras asegura que han amonestado a los trabajadores por realizar declaraciones sobre el proceso en la Prensa

Alfonso, el esposo de Mónica Bardem, en la puerta deLa Bardemcilla de Santa Ana
Alfonso, el esposo de Mónica Bardem, en la puerta deLa Bardemcilla de Santa Analarazon

Ya han pasado varias semanas desde que estalló el escándalo del ERE de los Bardem con el que querían indemnizar a sus trabajadores con 20 días por año trabajado, acogiéndose a la nueva ley laboral que tanto han criticado en los últimos meses y, pocas o ninguna son las luces que los trabajadores ven al final del túnel. Por más comunicados que se escriban por parte de los artistas, la sensación de haberse quedado huérfanos invade a cocineros, ayudantes de cocina, friegaplatos y camareros de sala. Se encuentran sin trabajo, sin dinero y sin dignidad. Las tres cosas han volado con premeditación y alevosía. Por otra parte, nada me ha aclarado Julio San Román, el abogado designado por la familia Bardem para resolver el Expediente de Regulación de Empleo al que se ha sometido a La Bardemcilla. El pasado jueves, tras una hora y media de entrevista, me queda, si cabe, más claro que lo que prima es la imagen pública del clan y no la situación precaria de los 11 trabajadores, incluso el letrado reconoce que esta causa ha afectado a la reputación de los Bardem. Confirma que renunciaron a un primer ERE y que se encuentran estancados en un segundo con 25 días por año trabajado como oferta. ¡Qué decepción! El letrado de los Bardem desmiente durante la entrevista que se hiciesen pagos en B a los trabajadores y reconoce que a Manuel, el camarero que hizo declaraciones, «le hemos notificado que no nos querellaríamos con ellos porque nuestra afán es llegar a una solución satisfactoria, pero le hemos dicho que se abstengan de hacer estas afirmaciones. A los trabajadores sólo les hemos enviado un burofax sacándoles tarjeta amarilla», reconoció. Curioso cuanto menos. A la administradora única, o sea, Mónica, la disculpa en sus formas al asegurar que ella «no amenazó, tiene esa forma de hablar, no estaba contenta, pero no insultó, les dijo: cómo hacéis esto. Ahora está más tranquila porque la hemos apartado de las negociaciones», explicó.

No da la cara

El caso es que el abogado desborda optimismo y cree que en la próxima reunión con los trabajadores va a llegar a una solución satisfactoria para las partes. «En cuanto alcancemos el acuerdo, tengo todo preparado para que en una o dos semanas cobren», dice. Eso sí, sin olvidarse de que «el administrador concursal tiene que autorizar que entre dinero de fuera porque la cuenta está bloqueada». Acabada la reunión se planteó la posibilidad de contactar con Mónica Bardem personalmente para tener opción de entrevistarla y así conocer su versión de los hechos al igual que realizaron los trabajadores. La respuesta fue: «Le trasmitiré tus palabras». Nunca más se supo del asunto. Cuesta creer que luego tachen de parcial a este diario por no dejar que se exprese la propietaria. Ayer era un día clave para las negociaciones entre los trabajadores y la empresa de la familia Bardem. El abogado de Mónica había anunciado la posibilidad de dejar firmado el acuerdo antes de la hora del almuerzo. Ayer a media mañana, sabedor que a la una de la tarde se reunían las partes, dejé de escribir esta crónica, agarré mi cámara y mi cazadora y me fui a ver cómo llegaban uno a uno los tres trabajadores y su abogado, al despacho de San Román. A pesar de la distancia a la que me encontraba, se les notaba nerviosos, sonreían, apuraban sus cigarrillos frente al portal del bufete contrario, Miguel Ángel Forteza, su abogado laboralista, mientras les daba las últimas instrucciones. Fernanda, Raúl y Manuel entraron al portal tras su abogado.

¿Temerosos?

Tras más de una hora, se abrió el portal y aparecieron con caras de poca alegría y satisfacción tras no haber llegado a un acuerdo. Daba la sensación de que se estaban mordiendo la lengua para no hablar. Entonces uno de ellos dijo: «No vamos a hacer declaraciones mientras dure el proceso de negociación». Mi pregunta había encontrado respuesta y yo la confirmación de que una vez presentada la película «Alacrán enamorado», con la presencia de los hermanos varones Bardem, Carlos y Javier, la voluntad de pagar los 45 días por año y resolver el conflicto entre los trabajadores y La Bardemcilla se había diluido en la alfombra roja del madrileño cine donde se celebró el acto.

Puestos al habla con el abogado de la familia Bardem, confirmó que «no ha habido acuerdo», pero que le falta muy poco, que estaban cerca, y que las posturas se habían encontrado un poco más gracias a la empresa. Al parecer, podrían haber aumentado sustancialmente la oferta hasta los 30 días por año trabajado, aunque también se recalcó que los trabajadores no había bajado nada su propuesta inicial de 40 días. El martes se cerrará con total seguridad el desagradable acuerdo y el miércoles se presentará la documentación del nuevo ERE acordado ante el administrado concursal y el Juzgado de lo Mercantil nº 9 de Madrid. A pesar de que «las partes se han comprometido a no hacer ninguna declaración sobre el resultado de las negociaciones para no perjudicar las mismas» y haber renunciado de buena fe los trabajadores a hacer algún tipo de actuación o movilización durante el estreno del filme para forzar la negociación, el clan Bardem no ha decidido todavía si merece la pena hacer un esfuerzo para que queden contentos y de cara a la opinión pública enmendar los errores cometidos. Aunque resulta curioso que, mientras que el representante de Mónica pide que permanezcan callados vía burofax, él si hable con nosotros, algo que, por supuesto, desde aquí se le agradece.

LA RAZÓN, invitada a salir

Llegamos a la otra Bardemcilla que Mónica tiene en Santa Ana. Preguntamos por ella y amablemente nos dijeron que «suele llegar más tarde, a eso de las siete y media. Pero está su socio y marido... ¿Queréis hablar con él?», dicen. Un hombre delgado, con la tez muy blanca, vestido de riguroso luto y cara de pocos amigos, se acerca hasta la barra. ¿Eres Alfonso, el marido de Mónica? Sí. Somos periodistas de LA RAZÓN, ¿Podemos hablar con Mónica? «Mónica no va a hablar con la Prensa y menos con vosotros después de todo lo que habéis escrito». Amablemente declinó hacer declaraciones y nos invitó a salir del establecimiento con un gesto seco y firme. Por cierto, el local estaba prácticamente vacío.