Arte

Rita Boncompagni, la «principessa» del Caravaggio y conejita Playboy

El valor de su casa, Villa Aurora, y todas las obras de arte que custodia, se estima en 471 millones. Sale a subasta el 7 de abril

ROMA, 19/01/2022.- La "última princesa" del palacio con el único mural de Caravaggio, Rita Jenrette, asume con cierta amargura que su villa romana será vendida en abril, a pesar de que en la primera subasta no recibió ninguna oferta de compra, lo que le da algo más de margen para permanecer en la que ha sido su casa durante 20 años. Contemplando con añoranza el retrato de su marido, el aristócrata Nicolò Boncompagni Ludovisi, fallecido en 2018, la rubia actriz de Texas (EEUU) recuerda el desconcierto que sintió cuando recibió la orden del juez para sacar a subasta su "hogar", explica a Efe la tercera esposa del aristócrata italiano, de quien heredó el palacio y el título de "princesa".- EFE / Andrea Cuesta
ROMA, 19/01/2022.- La "última princesa" del palacio con el único mural de Caravaggio, Rita Jenrette, asume con cierta amargura que su villa romana será vendida en abril, a pesar de que en la primera subasta no recibió ninguna oferta de compra, lo que le da algo más de margen para permanecer en la que ha sido su casa durante 20 años. Contemplando con añoranza el retrato de su marido, el aristócrata Nicolò Boncompagni Ludovisi, fallecido en 2018, la rubia actriz de Texas (EEUU) recuerda el desconcierto que sintió cuando recibió la orden del juez para sacar a subasta su "hogar", explica a Efe la tercera esposa del aristócrata italiano, de quien heredó el palacio y el título de "princesa".- EFE / Andrea CuestaAndrea CuestaAgencia EFE

Cuando Rita Carpenter, hija del millonario petrolero Hunt Carpenter, visitó Roma por primera vez tenía solo 16 años. Como cualquier otro turista norteamericano, fue a la Fontana de Trevi y pidió un deseo: «Poder vivir en Roma y casarse con un romano». Su deseo se hizo realidad. Pasaron muchos años, eso sí, hasta que pudo verlo cumplido. Antes de aterrizar en la capital italiana para convertirse en la tercera esposa del príncipe Nicoló Boncompagni, y fijar su residencia en un palacio romano, que alberga en su interior el único mural conocido pintado por Caravaggio, Rita Carpenter escandalizó los palacios del poder en Washington.

Aún estaba casada con un miembro del Congreso norteamericano cuando no se le ocurrió otra cosa que posar desnuda para Playboy y confesar a la publicación haber mantenido relaciones sexuales en las escaleras del Capitolio. Poco después, firmó su divorció de John Jenrette, congresista demócrata caído en desgracia tras ser condenado por soborno en 1980.

El fin de su matrimonio fue el inicio de una nueva vida que la llevaría hasta Hollywood. En Los Ángeles protagonizó una decena de películas e hizo sus pinitos como reportera en varios programas de entretenimiento. Su carrera como actriz, sin embargo, nunca llegó a despegar. Y a principios de los años 90 volvió a reinventarse: se trasladó a Nueva York y fichó por la firma de inversión Bridgewater. Su buen olfato para los negocios hizo que se convirtiera en pieza clave de importantes operaciones comerciales, como la adquisición en 1998 del edificio de General Motors por parte de Donald Trump, entonces un multimillonario sin aspiraciones políticas. La revista «Forbes» estima que en aquellos años llegó a ganar 10 millones de dólares.

Independiente, atractiva y forrada de dinero, Rita Jenrette se convirtió en una soltera de oro, a pesar de mantener el apellido de su ex marido. Hasta que en 2002 conoció al príncipe Nicoló Boncompagni Ludovisi. El noble romano de 61 años, heredero de una de las dinastías más poderosas del país transalpino, quería construir un hotel en una de sus propiedades y la mujer, convertida en una reputada experta en transacciones inmobiliarias, viajó a la capital italiana para valorar la operación. Poco después, comenzaron una relación que culminó siete años más tarde en un matrimonio por todo lo alto. «Era un hombre brillante y lo menos importante de él era ser príncipe», declaró en una entrevista a «The Guardian».

La pareja se instaló en Villa Aurora, un monumental palacio de 2.800 metros cuadrados repartidos en seis plantas y un amplio jardín, ubicado en una de las zonas más exclusivas de Roma, a pocos pasos de la célebre Via Veneto. El palacio se alza en el mismo emplazamiento que ocupó una villa romana de Julio César y es lo único que queda de una residencia construida en el siglo XVI por orden del cardenal Francesco Maria del Monte. Destruida a finales del siglo XIX, los terrenos fueron parcelados y el palacio fue vendido a sus actuales propietarios, la familia Boncompagni Ludovisi.

Mecenas de arte

Si la historia en torno a la construcción es fascinante, el interior del inmueble tiene, según los expertos, un valor incalculable. Además de cardenal, Francesco Maria del Monte era un mecenas del arte que encargó a un jovencísimo Caravaggio decorar el techo de una pequeña estancia. El mural de 2,75 metros de ancho fue pintado al óleo directamente sobre el yeso y representa una escena alegórica con los dioses Júpiter, Neptuno y Plutón, a quienes el genio del Barroco añadió su propio rostro. Pero la villa está repleta de otras esculturas, antigüedades como un telescopio que Galileo Galilei regaló a la familia, y estatuas, entre ellas una atribuida a Miguel Angel. La muerte en 2018 del príncipe Boncompagni Ludovisi abrió una guerra por la herencia entre la princesa y los hijos del primer matrimonio del aristócrata, que desembocó en la decisión de un tribunal italiano de subastar la propiedad para saldar una deuda tributaria.

Aunque un perito independiente estimó el valor del inmueble y todas las obras que custodia en su interior en 471 millones de euros, la puja arrancó con un precio de salida de 353 millones de euros. Sin embargo, la «subasta del siglo», como fue bautizada en Italia, terminó esta semana antes de empezar: ninguno de los interesados en hacerse con el palacio presentaron ofertas. Los organizadores han anunciado una nueva puja el 7 de abril a un precio de salida un 20% inferior. «Solo rezo y espero que quien lo compre le guste tanto como a nosotros», declaró la princesa.