Opinión

La crónica de Amilibia: Yolanda, plañidera del desfile de momias

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda DíazAlejandro Martínez VélezEuropa Press

El plan de exhumaciones del Gobierno será como una prolongación del Día de Difuntos: un desfile de momias que mantendrá muy entretenido al público de la pista central del circo y que sustituirá a la legión con su cabra en el desfile del Nuevo Día de la Victoria, la celebración (fiesta no recuperable) que relevará al Día de la Hispanidad y que, según las lenguas viperinas, servirá para conmemorar la definitiva victoria del rojerío sobre el facherío en la guerra civil (incivil dice Anson) que duró del 36 al 82, según la Memoria Democrática. El desfile de momias (José Antonio, Queipo de Llano, Morcardó, Milans del Bosch…) será un alarde de patriotismo en modo egipcio a la sombra del centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamon, la de la maldición. Gran show que superará, dicen, a todas las momias históricas del cine.

En esta ocasión como no vieron los tiempos, la nota emotiva la pondrá Yolanda Díaz como Plañidera Mayor del Reino. Si el otro día lloró como si estuviera viendo una telenovela turca («Infiel» y «Hermanos» a la vez) al retirar la medalla al Mérito en el Trabajo a Franco, imaginen ustedes el chorro de lágrimas que le producirá el desfile de momias tan significativas en fecha tan señalada. Con lo sensible que es ella para estas cosas. Lo que no sabe a ciencia cierta es si acudirá a la fiesta vestida de rojo pasión o de negro Santa Compaña, con un modelito de Purificación García con lazada de seda al cuello, mangas abullonadas y zapatos «peep toes» de Úrsula Mascaró, o uno de Adolfo Domínguez con escote palabra de honor, cintura ceñida y stilettos de Manolo Blahnik.

Eso sí, con una elegante caja de clínex a mano.