Badajoz
Espartaco presentó a Patricia a su «presunto» por Jesús Mariñas
«Son el uno para el otro, nacidos para quererse», asegura el entorno talaverano de Javier Moro Peralta, presunto noviete oculto de una Patricia Rato que no hace más que negar y negarme tal posibilidad. No desmiente conocerlo. Ni que los presentó Espartaco, con quien el acaudalado cincuentón forjó amistad de cacería en cacería, tiempos en que Patricia se enfrentó a los suyos defendiendo su pasión por el torero. Algo que ya no se estila. Ahí surgió lo que algunos ahora toman por romántica unión siempre desmentida con el argumento de que «van a por mí». Y lo mantienen echando mano de la entrevista de «Hola», donde parece no aclarar nada y confundirlo todo. Para mí no hay dudas.
Y aunque fuera cierto un trueque para esconder unas fotos entrando y saliendo del Parador de Badajoz, tampoco sería para escandalizarse, porque no tienen ninguna obligación con el de Espartinas. Patri administra los fervorosos consejos y cuidados de Enrique Ponce y Paloma Cuevas transformada en apoyo permanente. Y es que esconde un corazón de oro siempre presto a orientar a los suyos.
Amigos de Talavera y Madrid me ponen al día para que el posible toro amoroso no me coja por los cuernos. «Javier Moro, a quien llaman "Pavito"–algo que repatea a Patricia–, es un guaperas. Rubio y de ojos verdes, se rinden ante su galanura de castellano viejo», me dice uno.
«Son familia de posibles, fortuna de generaciones, muy aumentada por negocios como la importante fábrica de harinas. Gente de alcurnia en la sociedad talaverana». La caza lo acercó a Patricia cuando, hace un año, estaba a punto de casarse con Ana Zamacolo, hija del dueño de Neck and Neck, de ropita infantil. Es una chica estupenda que presentaba como «futura» a sus íntimos de Madrid. Javier fue apoderado de Pepe Luis Vázquez, que quedó en promesa torera.
Sólo ponen una objeción a su desmentida relación con la dulce Patricia: «Ella es muy reservada y llega a la introspección, mientras que Javier transmite simpatía». Está divorciado de Sonsoles, de la que nacieron sus hijos de 18 y 16 años. A la hermana más querida de Javier la llaman Coco, y está divorciada. Tiene un cuñado cirujano, Muñoz Calero. Son datos para una posible historia. Aún sigo creyendo, faltaría más, lo que Patricia niega convincente. Talavera vive expectante intuyendo una invasión de cámaras y paparazzi. Nada como el amor para mover cimientos. Y que dure.
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