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Lo que va de España a América

El Constitucional ha jugado muy fuerte, creo que se ha equivocado, creo y creemos muchísimos que la Historia habrá de condenarlo

La Razón
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Hablo de la España oficial, la que se hace escuchar a través de tantos comentarios de políticos y periódicos y televisiones y, sobre todo, de la calamitosa sentencia del Tribunal Constitucional a favor de Bildu. Y hablo también de la América total, la de Estados Unidos, quiero decir, la que se expresa tanto en las declaraciones de todo el arco político, así como de la prensa, la televisión, las manifestaciones populares. ¡Jóvenes y viejos alborozados por el gran triunfo sobre el viejo enemigo terrorista! La España oficial aplaza, negocia, no se atreve a poner el cascabel a ETA, su enemigo; y trata el tema de Bin Laden como de pasada, un viejo tema entre muchos temas. En Estados Unidos, en cambio, resurge la unión de los dos grandes partidos, resurge el prestigio de la CIA, resurge el orgullo por llevar, piensan que en definitiva con éxito, la democracia a Irak y Afganistán, piensan que al final era América la que tenía razón, a pesar de Vietnam, de tanta desilusión, tanta vacilación.Todos, todos celebran el triunfo, ven una línea que va de la reacción contra el 11 de septiembre a ahora mismo. Es más: la línea americana viene de mucho antes. Albert Speer, en sus Memorias, un documento clave para comprender el nazismo, cuenta cómo Hitler, ya desesperado, decía que el futuro era de Oriente (Rusia, como país más fuerte). Pues no, ha sido de Occidente, de América sobre todo, que ha hecho frente a la ola del terrorismo islamista. Nos guste o no nos guste o nos guste a medias, es América la que ha salvado a Europa encabezando esa lucha, es nuestra esperanza. Incluso después de la desunión entre los aliados contra Sadam Hussein (segunda guerra de Irak), ha sido la que ha salvado la situación. O está en disposición de salvarla. Poco de esto se siente en España (ni en Europa, creo) en torno a Bin Laden. No ha habido conciencia de su peligrosidad, ni siquiera cuando las bombas de Atocha, que sirvieron para encender discordias (en vez de unidad, como las del trade Center). Ni ahora, cuando ir a cualquier aeropuerto es un ejercicio de humillación y el terrorismo islamista es el culpable de ello desde el asesinato de los atletas judíos. Ni se entra apenas en detalles sobre la muerte de Bin Laden, que no es, precisamente, la de un héroe. Se pasa sobre ella como sobre un suceso cualquiera.

Y, en tanto, aquí seguimos fuera de los grandes problemas y enredados en nuestros pequeños líos. Dice D. Pascual Sala, presidente de ese dichoso tribunal, que pone carne de gallina la desconfianza en él mismo. ¡Cómo no va a haber desconfianza, más que desconfianza, cuando se concede la posibilidad de entrar en las instituciones a un grupo abiertamente hostil a la unidad de España! Una mayoría mínima se impone contra los intereses de España.Y eso cuando el artículo 2 de esa Constitución a cuyo servicio está el tribunal habla de la «indisoluble unidad de la Nación española». Y el 6 afirma que los partidos políticos «serán libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley». Ni ETA ni Bildu ni la llamada izquierda abertzale la respetan. Y ahora, por un solo voto, se condena a todo el pueblo de España, a toda nuestra única nación, a seguir sufriendo toda clase de desgracias. No, no es éste un tema para metáforas de corto vuelo. No es, pues, cuestión de juegos de palabras sobre gallinas y demás; es un tema demasiado serio. Es un tema histórico de capital importancia, no puede resolverse con meras presunciones de fidelidad de Bildu a la Constitución cuando hay tantas cosas en contra. El Constitucional (o sus miembros mayoritarios) ha jugado muy fuerte, la Historia ha de juzgarlos, creo que se han equivocado, creo y creemos muchísimos que la Historia habrá de condenarlos. También mucha gente de izquierdas, aunque ahora los que manejan los focos las dejen invisible. Y creo también que, si el PP gana las elecciones, tendrá que evitar, de la forma que sea, que ETA o sus sinónimos (enorme, inabarcable diccionario, sale uno cada poco) entren en las instituciones. A este retroceso e incertidumbre hemos llegado. Y habrá que pensar si no sería conveniente que decisiones como esta sean en adelante competencia sólo del Tribunal Supremo, que para eso es Supremo. Y que, por cierto, ya habló. Y fue desoído por otro Tribunal, ya saben, que creíamos de menor rango. España no es sino un detalle dentro de la gran, histórica tarea de la organización de Occidente. Pero fue importante en su creación e historia, debe estar en la línea central de la misma. Que aparezca como un verso suelto, expuesta a los manejos disolventes que sabemos y ponga gesto displicente en los momentos más decisivos, es objetable. Es lo que se me ocurre comparando no a España, a un cierto sector de España, con la línea central de América y de Occidente. España debería recuperar su puesto, demasiados errores ha habido ya.