Sevilla
Aída Gómez: «La nueva generación de bailarines aprende mucho por Youtube»
«Los cánones clásicos nunca se pueden perder porque entonces estaríamos todos muy perdidos. Es como lo que le pasa a un pintor, que tiene que demostarar pintar bien y, despúes, seguir su perfil»
SEVILLA- Clases magistrales, giras, nuevas creaciones... La bailarina Aída Gómez no para. Y eso que la crisis está obligando a muchas compañías a desistir en el montaje de espectáculos y, las pocas que deciden hacerlos, no cuentan con el respaldo del público. Sin embargo, Gómez defiende la necesidad de apostar por la cultura y critica los recortes que las administraciones acometen en esta materia.
–Acaba de impartir una clase magistral en Sevilla, ¿pecan los bailarines andaluces de ser demasiado flamencos?
–No, lo que pasa es que la influencia es mucho más del flamenco que de la danza española clásica. Ellos tienen un sello especial. Cuando vienen a audiciones a Madrid tienen un pellizco que no se tiene aquí. En danza española están más flojos porque en Andalucía se potencia más el flamenco. Pero son muy listos y enseguida se ponen al día.
–¿Qué momento vive actualmente la danza? ¿Se apuesta por la innovación o se siguen manteniendo los patrones clásicos?
–Los cánones clásicos nunca se pueden perder porque entonces estaríamos todos muy perdidos. Es como lo que le pasa a un pintor, que tiene que demostrar pintar bien y, después, seguir su madurez y su perfil como artista. Innovar está muy bien, pero la medida justa es la gente que da calidad en todo lo que hace. Ya sea danza o música. Hemos visto fusiones, cuando realmente no eran tales porque había uno bailando flamenco al lado del que bailaba contemporáneo.
–Los jóvenes se aficionan a internet, a los videojuegos y al fútbol. ¿También a la danza?
–Es una generación que aprende mucho por Youtube y por vídeos. Antes bailábamos de una manera más personal porque después del ensayo no te ibas a casa y ponías un vídeo. Lo difícil hoy en día es bailar personal. Ahora se baila parecido a lo que se ve. Hay cosas buenas y malas. Tampoco está mal que, por ejemplo, los bailarines miren en internet cómo se bailaba antiguamente.
–Dijo recientemente que las compañías de danza son muy dependientes de las subvenciones, ¿es la única manera de subsistir?
–Yo no podría sobrevivir sólo con las subvenciones. Así están las cosas. Mucha gente depende de ellas. Todos tenemos claro que estamos en una crisis mundial. Aparte de China y Brasil, la crisis afecta a todos los países. Lógicamente, también afecta al arte, que es algo que no necesita la gente para alimentarse todos los días. Toda Europa está así.
–Las administraciones, a la hora de recortar, meten la tijera primero en la cultura. ¿Es la gran perjudicada en estos tiempos?
–Siempre está en crisis. Los bailarines no están sometidos a una nómina, un día tienes trabajo y otro no... Hemos ido sobreviviendo en España como hemos podido. Es verdad que lo primero que recortan es en cultura, desgraciadamente. Tengo fe en que todo empiece a cambiar un poco. A lo mejor la creación es más palpable porque la gente necesita hacer cosas que no valgan tanto dinero y se le da más vueltas a la cabeza. También la gente puede empezar a pensar que hay que ahorrar siempre y no ahora cuando hay crisis.
–¿Qué proyectos tiene actualmente entre manos?
–Acabo de venir de China, donde hemos hecho una gira de un mes. También tenemos otra por España e Italia. En medio he hecho cursos, montando «La Revoltosa» que me encargó la Comunidad de Madrid... Sin parar. También he hecho algunos proyectos personales que quería hacer y otros de la compañía.
–¿Se les cambia la cara a los chinos cuando ven danza española?
–La verdad es que sí. Es un país que todavía no entiende mucho nuestra cultura, pero se están tomando mucho interés. Cuidan mucho la cultura. Me he sentido muy arropada viendo cómo a la gente le gusta todo lo que venga de España.
–Por cierto, ¿cómo calificaría el baile por rumbas que se marcó la Duquesa de Alba el día de su boda?
–La verdad es que no lo he visto. Si así es feliz, me parece perfecto que se haya casado. Nadie tiene la varita para decir que esto está bien o esto está mal. La gente tiene que hacer lo que realmente le da la gana, siempre que no hagas daño al prójimo.
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