Estados Unidos

El día de la marmota

La Razón
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Hace más de dos años muchos adelantábamos que España estaba atravesando una mala situación, una crisis económica arrasadora, además de una crisis institucional descomunal. En aquel momento ya se demandaban esfuerzos hercúleos para afrontar la situación, responsables dispuestos a darlo todo a cambio de nada, incluso a perder elecciones, porque por encima de un gobierno está una nación. La situación sigue empeorando, a pesar de que la actual coyuntura estaba totalmente prevista y adelantada. La economía no da excesivos signos de recuperación y ello a pesar de la coyuntura internacional, en la que muchos países se encuentran de nuevo en la senda del crecimiento. La crisis institucional en España, forma ya parte esencial del sistema. Se dice que la depresión neurótica es una afección que te produce un estado melancólico, un desorden de la vida afectiva caracterizado por una profunda tristeza, angustia, ansiedad, sentimiento de culpabilidad y una tremenda ralentización de los procesos psicológicos, algo así parece aquejar a nuestro país y lo peor es que todo lo que está por hacer, ya se tenía que haber hecho, lo cual no obsta para que se haga. De las crisis económicas se sale con mayor o menor esfuerzo, con más o menos cambios pero las institucionales, si no se pone remedio, ahogan el sistema y lo encaminan al colapso. Algunos siempre sitúan en lo ajeno el origen de los problemas, y a la vez toman las instituciones como propias, desplazando la responsabilidad hacia los demás. Toman las instituciones, las ponen al servicio de intereses no generales, a veces inconfesables, y casi siempre alejados del bien común, convirtiéndolas en meros instrumentos de su voluntad; ello causa un profundo descrédito de las mismas y las hacen ineficaces. En un momento de crisis económica, el papel de todas las instituciones es básico y fundamental, para ello hay que repastarlas y dejar que funcionen sin presiones, con sus propias lógicas, y totalmente al margen de intereses partidistas. En nuestro país, se da una mezcla peligrosa de grandes males y pocos remedios, y estos, en muchas ocasiones tardíos e ineficaces. Dicen que una depresión económica consiste en una caída de la actividad económica, una fuerte disminución del producto bruto interno, una prolongada contracción de la demanda, y un altísimo desempleo, y eso se parece mucho a lo que nos está pasando, pero si además le unimos a ello, un fuerte descrédito de los responsables políticos, del sistema de justicia, de los medios de comunicación, el problema comienza a ser gravísimo. En España, la solución, no solo pasa por aceptar de una vez por todas la realidad, y la necesidad de afrontar grandes sacrificios, eso sí, todos, sino y además apostar por la recuperación del prestigio de todas y cada una de nuestras instituciones, para lo cual se debe abandonar de forma inmediata su uso partidista y sectario, por más que los problemas personales acucien a aquellos que ejercen responsabilidades, nadie es indispensable. Hoy resulta dramático observar cómo instituciones básicas de nuestro Estado están sufriendo presiones inadmisibles en un moderno sistema democrático, porque al final nadie confiará en sus decisiones. Esto exige que quienes ocupan coyunturalmente las mismas hagan un esfuerzo por no ponerlas al servicio de intereses particulares y permitan que sean utilizadas con tales fines. En España hacen falta por un lado fuertes ajustes y no meras reformas, se impone un periodo de fuerte sacrificio y no de meros recortes, y se impone una época de austeridad y recorte del gasto público, apostando por incentivar la actividad y generar riqueza. Pero a su vez esto no será posible si no se recupera el prestigio de nuestras instituciones, porque a algo hay que aferrarse. Da envidia observar cómo en Estados Unidos, hace dos años y ante la que se avecinaba, un gobierno, fuerte decidió aumentar la liquidez de los Bancos por medio de préstamos multimillonarios, generó una política que permitió la creación de 4 millones de empleos para fomentar el Consumo, algo que si bien no ha devuelto la tasa de paro a su estado óptimo, ha impedido superar las cifras de pánico, y por último nacionalizó bancos e hipotecarias; el mercado ajustó los precios de la vivienda, y hoy los Bancos están devolviendo los prestamos al Estado, ante lo cual si bien la situación no está superada el final se ve. En España hoy se está debatiendo sobre estos temas. Pero tales medidas se tomaron no solo porque había un gobierno fuerte, sino porque las Instituciones concernidas, tenían un gran prestigio social, y su actuación coadyuvaba a la solución. Cuando no se respetan las reglas del juego, y se toman las instituciones, es difícil adoptar medidas de calado y pretender además que sean refrendadas por la sociedad. La improvisación junto al sectarismo suelen estar en el origen de los fracasos. Ante los grandes problemas, previsión, decisión, valentía, prudencia y responsabilidad.