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Rodrigo Cortés / director y guionista: «Lo paranormal es hacer cine»
¿Existen los poderes paranormales? Esa es la pregunta que plantea «Luces rojas», la nueva película de Rodrigo Cortés, un trepidante «thriller» psicológico en el que nada es lo que parece. Cillian Murphy y Sigourney Weaver son profesores universitarios encargados de desenmascarar fraudes paranormales. De Niro es el más grande mentalista de la historia, que después de 35 años oculto reaparece dispuesto a demostrar que los poderes psíquicos existen. El enfrentamiento entre ambos pondrá todo patas arriba.
-¿Cree en los poderes paranormales?
-No me interesa creer, sino entender, aunque haber podido hacer una película así, con este cartel, ya me parece muy paranormal. No creo que la naturaleza pueda trascenderse, para mí lo paranormal es un conjunto de fenómenos en busca de explicación.
-En la película no parece tomar partido entre los que creen y los que no.
-Lo que me impuse es no hacer una película de tesis, ni imponer mis opiniones personales. Estuve un año investigando tanto a los científicos escépticos como a los creyentes en poderes paranormales, incluso asistí a sesiones espiritistas, que nada tienen que ver con la visión romántica del siglo XIX. Al final , me di cuenta de que los dos parten de ideas preestablecidas y no se mueven de ahí, casi de forma supersticiosa.
-Lo que se deduce de la película es que no hay que creer todo lo que te dicen.
-Es la mejor actitud, desconfía de todo e intenta no suspender nunca la reflexión personal.
-El filme parece un enorme truco de magia con una gran resolución final.
-El cine funciona como un truco de magia, has de hacer creer que es real algo que no lo es. El director y el ilusionista hacen lo mismo, intentar que el público mire la mano izquierda cuando con la derecha haces el truco.
-¿Qué le atrajo de estos temas?
-Lo que me interesa realmente son los mecanismos de percepción del cerebro, sus problemas, sus fallos. El cine, por ejemplo, es posible gracias a un fallo cerebral que nos impide ver los huecos en los 24 fotogramas por segundo y nos provoca la ilusión del movimiento. Me interesó investigar los mecanismos que utilizan los mentalistas, por ejemplo.
-¿Cómo se consigue que profesionales como De Niro o Weaver te contesten que sí?
-No digo que fuera fácil, pero sí que fue rápido. Lo primero fue que visionaran una copia de «Buried». Luego me reuní 45 minutos con cada uno y ya está. A De Niro lo visité en Sicilia. Su nombre en clave en el hotel que fuimos era Benjamin. No es un hombre que hable mucho, pero comentamos el personaje y se despidió con un «que tu gente se ponga de acuerdo con la mía».
-¿Y cómo reaccionó cuando supo que había conseguido a ese soberbio elenco?
- Al principio no te lo crees. Intentas mantener la calma y no se lo dices a nadie porque sabes que nada es seguro en esta vida y no quieres quedar como un imbécil. Incluso cuando se hizo público por razones financieras yo no me encontraba cómodo. Tú tienes una lista de siete nombres que pueden interpretar a tu personaje. Puedes empezar por el siete, que sabes que te dirá que sí, o por el uno. Nosotros lo hicimos por este último y funcionó.
-¿Intimida dirigir a actores de este calibre?
-Con la mejor guitarra consigues el mejor sonido, así de claro. Son gente muy profesional, que entienden tus indicaciones al segundo. Segourney Weaver necesita comprender todo lo que ocurre en una escena. Si está en la cocina, quiera saber qué hay en los cajones. De Niro se limita a moldear las palabras sin ninguna ansiedad, una a una. Cillian Murphy es todo intuición, una fuerza de la naturaleza.
-¿Ha digerido ya el éxito de «Buried»?
-No me ha dado tiempo, han sido dos años de locos, pero soy consciente de que me ha ayudado a que la siguiente película fuera más fácil. Al menos, me ha permitido tener el control absoluto de «Luces rojas» y que si hay algo que no gusta, estar tranquilo porque es culpa mía, de nadie más. Tampoco he sentido ninguna presión, siempre vas a decepcionar a alguien, no se puede gustar a todo el mundo.
-¿Ya ha pensado el siguiente paso de su carrera?
- Sí, por supuesto, dormir. Llevo dos años trabajando 16 o 18 horas diarias y sólo pienso en un merecido descanso, pero siempre tengo ideas en la cabeza, sólo necesito ordenarlas y estudiarlas.
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